Jano, Silbotas y Kini en la obra 'Bromas dulces como la miel' Producciones Kinser
Los García, la "privilegiada" saga familiar de payasos aragoneses con 40 años de historia: "Vale la pena con que un niño te mire"
Producciones Kinser la conforman Joaquín, Alejandro y Silvia, pero el legado comienza con el dúo reconocido de Kini y Serrucho en los años 80.
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Dejan a un lado el maquillaje, los trajes y los nombres artísticos. Solo son Joaquín, Alejandro y Silvia García para la entrevista aunque en el mundo del espectáculo son Kini, Jano y Silbotas, la Familia Kinser. Una familia que ya se nota con solo mirarlos que está unida y comparten un humor muy suyo, pero que llega al resto. Entretejen historias y, sobre todo, viven por y para divertir a los demás. Son payasos y a mucha honra.
Sin embargo, para llegar a donde están ahora con una veintena de producciones teatrales y circenses, siete personas en nómina y muchos más que se unen de tanto en tanto para diversas obras han luchado mucho. Lo que ahora es un legado de padres e hijos comenzó también dentro del núcleo familiar con Joaquín y su primo José Luis, conocido como Serrucho.
Concretamente, la semilla de la risa dio comienzo en un centro social en la calle de Basilio Boggiero y las ganas de dar una vuelta a su vida.
Joaquín García no pensaba que lo que comenzó en aquel club social Oscus conformaría ahora una empresa familiar, Producciones Kinser: "Solo puedo más que admirar a mis hijos por seguirme", comenta con una sonrisa. Sus hijos le devuelven la mirada con afecto hacia quien no tiene palabras casi para representar el legado familiar y solo tiene palabras buenas y elogios hacia su legado.
Un sentimiento de aprecio y buenos ojos entre ellos que señalan que es la clave para "mantener los pies en la tierra" como para compaginar los negocios con la familia. Por lo que reconocen que poder hacerlo juntos y en su tierra es de "privilegiados".
Aunque ahora las actuaciones que son más teatralizadas y con un guion más fijo y profesional, la esencia no la pierden de aquellos tiempos en los que solo eran dos.
El trío de Jano, Serrucho y Kini Producciones Kinser
Pareja artística durante 35 años
"Comencé a los 16 años interpretando el papel de carablanca", comenta Joaquín sobre sus inicios en los que reconoce que no sabía casi ni pintarse la cara. De ahí pasó por dos compañeros con los que se entendió y recorrió parte de Aragón. Unos años en los que tuvo el placer de conocer a grandes del mundo del ‘clown’ y circense como la familia Tonetti.
Todo cambió cuando un buen día su primo, José Luis, quiso cambiar su vida tras pasar por varios baches. Con eso en mente se lo llevó a actuar al Oscus y hacer el que se convirtió en su primer bolo: "Cuando salimos de ahí lo único que me dijo fue que eso era lo que quería hacer toda la vida", recuerda.
Aunque si bien reconoce que cuando se lo pidió no creía en que duraría. Sin embargo, "terminó siendo lo más fijo en su vida" como bien detalla su compañero durante 35 años con una emoción contenida. El ser payaso lo centró y le dio un sentido a su vida. "Es un payaso de corazón", interviene Alejandro, hijo de Joaquín y sobrino de José Luis.
De esta forma se convirtieron en un dúo en el que escenificaban el contrapunto del uno y el otro y provocaban la risa allá donde los contrataran, sobre todo, en eventos ya sea privados o festejos.
"Hacíamos alrededor de 60 bolos y los dos teníamos nuestro trabajo más allá de este, pero siempre para nosotros este era el principal", destaca. Una trayectoria que mantuvieron sobre todo en Aragón y salían más allá para recorrer Navarra o La Rioja porque "no necesitábamos más". Así encontraron públicos fieles que los contrataron a lo largo de más de 15 o 20 años.
"Aprendí a buscar un motivo, un solo niño o abuelo que te mire, para empezar a pelear por eso"
Se mantuvieron durante 35 años sobre las tablas. Sin embargo, un día de 2022 cambiaría el rumbo para esta dupla. No se separaron por diferencias, ya que a lo largo de los años tenían muy claro el lugar del otro y no había cabida para los egos, sino que la enfermedad llamó a la puerta.
Un ictus a mitad de una actuación en Valencia bajó a Serrucho de los escenarios. Un hueco que, como reconocen los tres, es "irreemplazable". "Fue duro y a día de hoy estoy convencido de que si no fuera porque estaban mis hijos yo hubiera parado", reconoce Joaquín.
Padre e hijos en la producción Hotel Maravilla Producciones Kinser
Hacer el legado una gran empresa
Entre tanto que la carrera de su padre y su tío seguía su curso, Silvia y Alejandro crecían con sus "payasos personales" y viendo como la risa y la diversión reinaba entre las cuatro paredes de su casa. La cultura por el mundo circense corría por las venas de ambos y se nutrieron de un ambiente cultural también en el centro social que vio a Kini nacer.
Sin embargo, los dos reconocen que no había pretensiones de llegar a donde están ahora. En el caso de Jano fue de forma paulatina ya que a los 16 años decidió ayudar al dúo con cosas básicas detrás de bambalinas "por las propinas". Así se mantuvo dos años hasta que un día se lanzó.
"Fui poco a poco, me empezó a pintar mi padre, tuve mi primer peto de payaso y fui haciendo trozos en las actuaciones con malabares", recuerda. Una manera para que el pequeño Jano de 18 años se soltara y el dúo tomara un respiro en la obra.
De esta forma nació Jano de una manera silenciosa y nutriéndose de sus dos máximos referentes lo que luego le llevó a orientarse con otros grandes nombres del mundo circense como Kepler o Chechare donde aprendió la técnica del sombrero, equilibrios y el saxofón con Rafa Rodrigo.
Aunque si bien reconoce que los inicios no son fáciles porque saber ganarse al público a base de risa es un reto: "Estás indefenso total. La gente está de boda o comunión y tienes que ganártelos. Aprendí a buscar un motivo, un solo niño o abuelo que te mire, para empezar a pelear por eso", señala.
"Nosotros venimos a divertir a las familias, a contarles historias"
Jano se ha convertido en el rey de la pantomima, lo mucho que explica y la pasión que transmite al detallar los entresijos del mundo circense, luego deja la voz a un lado para dar con las expresiones, gestos y juegos la diversión en sus espectáculos que ya se han convertido en una marca personal y toda una producción con ‘Historias con Jano’. El "duende" que llama su padre porque "tiene algo innato y es muy bueno".
Una admiración que también transmite hacía el otro lado, el de Silvia, quien entró al mundo del espectáculo tras la salida de Serrucho. La benjamina trajo un aire fresco y las ganas de profesionalizarlo todo. Con una titulación de magisterio infantil bajo el brazo y estudios de interpretación, la que "ni lo pensaba" en subirse a las tablas se terminó convirtiendo en Silbotas.
La llegada de la pequeña de la familia dio rienda suelta a probar otros enfoques más teatralizados y guionizados con un trasfondo educativo para los más pequeños. Con ella, dieron el empuje a Producciones Kinser que llevaba funcionando desde 2016: "Dije de ordenar todo, tenerlo bien para así poder vender nuestras producciones a un ayuntamiento o un programador cultural”, recalca Silvia.
Silbotas y Jano en La sombrerería de quita y pon Producciones Kinser
Así, buscaban salir de ese mal encastillamiento de solo trabajar en fiestas y dar una profesionalidad al circo y al payaso: "Nosotros venimos a divertir a las familias, a contarles historias", puntualiza Joaquín. El objetivo era claro y así lo mantienen ya que ser payaso es un trabajo digno, nada de reírse de ellos, sino con ellos ya que no hay enseñanza más clave que la que transmite un payaso que es "saber reírse de uno mismo".
Silvia dio ese enfoque más teatral, una historia pensada con un fin concreto. Una narrativa, entre la risa del público más pequeño, para divertirles sin dejar de lado la enseñanza.
Un trío que con sus personajes y conformando una familia se ha convertido en el espejo de muchas otras que le han llevado al éxito: "Al final representamos a los que nos vienen a ver, se ven reflejados en nosotros", reflexionan.
Con todo ello han conformado una gran productora en la que no paran de trabajar en una obra detrás de otra. Así casi una veintena de producciones después en las que mantienen la esencia de sus tres personajes -Kini, Jano y Silbotas- con otros personajes llegan a una temporada de Navidad frenética en casa.
El Teatro del Mercado en Zaragoza acoge 19 funciones de 'La sombrerería de quita y pon' que acompañará a las familias durante la Navidad. "Una fortuna poder hacerlo y llegar a 2.000 personas", señala los García.
Aunque con una agenda llena y muchas ideas cociéndose, el sueño de futuro es pasar de las tablas a estar frente a la cámara: "Nos encantaría estar en la televisión", reconoce Alejandro. Quien visualiza recuperar los programas familiares como encarnaban Los Payasos de la Tele con la Familia Kinser como protagonistas. Así, lanza el dardo a los interesados.