Javier Gil, el mejor camarero en la semifinal de Alicante.

Javier Gil, el mejor camarero en la semifinal de Alicante. M. H.

Gastronomía

Javier, 32 años, y finalista a mejor camarero de España: "Tenemos que enseñar a los jóvenes lo bello de este oficio"

Reivindica en el certamen de Alicante la formación, la dedicación y la necesidad de mejorar las condiciones laborales para atraer talento.

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Alicante
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De un restaurante con Estrella Michelin en Madrid sale uno de los candidatos a Camarero del Año. Javier Gil, elegido el mejor en la fase que ha acogido Alicante, cree que "tenemos que enseñar a los jóvenes lo bello de este oficio".

Javier, de 32 años y director del restaurante Gaytán, cuenta con una sonrisa que la preparación para este certamen supone "un tute increíble". Uno que ha asumido desde hace un mes y por el que ha tenido que realizar "encaje de bolillos" debido a la coincidencia con la temporada de las cenas de empresa, donde "la afluencia se nota".

La preparación incluyó estudiar "qué receta presentar, qué receta no presentar". También dedicó esfuerzo a los cócteles de autor y de creación propia, buscando "encajar matices" y qué técnicas serían fáciles de replicar allí.

La intensidad del trabajo lo ha extendido hasta este martes, la víspera de llegar a Alicante. Y fue directamente al CdT para "prepararlo todo, a dejarlo todo bien hilado". Pese a eso, los nervios le han hecho pasar toda la noche "en vela" hasta llegar a la mañana de este jueves.

A pesar de ser director del restaurante Gaytán, Javier insiste en su identidad: "Yo siempre digo que soy camarero". Y es que asegura que su pasión es "estar en la sala" y "acompañando al cliente".

Un oficio que del que cree que la labor de camarero es la de ser anfitrión porque al final "abrimos las puertas de nuestra casa". Por eso recalca que el objetivo es lograr que el visitante sienta "ese lujo de poder agasajar y hacerle sentir como en casa".

Su inicio en la hostelería fue precoz, "con 14 años para 15". Confiesa haber comenzado "por castigo". Al presentar un buen boletín de notas, sus padres le dijeron: "Se te ha dado también el curso que ahora pues todo el veranito vas a trabajar".

A pesar del inicio forzado, allí "me picó el gusanillo de la hostelería y desde ahí hasta ahora no he salido nunca". Así lo ha hecho estudiando también "un poco de cocina por tener las bases" y conocimiento de lo que sucede fuera de la sala que debe atender.

En esa formación pasó por Francia e Irlanda, al final "siete años fuera de España". A su regreso, estudió dirección y gestión de restaurantes en Madrid. Durante ese periodo, compaginaba los estudios con un trabajo en un establecimiento de dos estrellas Michelin, Coque, de los hermanos Sandoval, donde el nivel de exigencia "era muy alto".

El profesional subraya que el oficio requiere formación continua: "no se trata de de estancarse, sino de siempre ir buscando".

Javier destaca la importancia de concursos como este para reivindicar este trabajo. Y recuerda aún, décadas atrás, cuando delante suyo llegó a escuchar a una familia decir: "Tienes que estudiar porque si no, mira, vas a terminar de camarero". A él, que lleva nueve años de formación para llegar a donde está.

Por eso lamenta que persista el "tópico feísimo" de que el oficio es para "el que no vale". Ante esto, insiste en que la hostelería requiere "dedicación, de pasión, te requiere de mucho estudio".