Comienza un nuevo curso educativo, político e incluso sanitario, si tenemos en cuenta que después de la quinta ola de la pandemia de Covid-19 vendrá una sexta, como predice la viróloga Margarita del Val.

En lo educativo todo sigue igual. Política de hechos consumados para el conseller nacionalista Vicent Marzà que parece que en su hoja de ruta sólo tiene la inmersión lingüística del alumnado de la Comunidad. Sobre su mesa tiene una ingente cantidad de recursos de padres de zonas castellanohablantes (buena parte de la ciudadanía de la región) y no ha dicho "ni esta boca es mía". 

Empieza el curso en secundaria y Formación Profesional y los alumnos tendrán que iniciar las clases con un mínimo del 25% de asignaturas troncales impartidas en valenciano lo hablen o no, según unos "proyectos de centro" que en muchos casos han sido votados en contra por los padres. ¿Qué más da? Como ya dijo una ministra: "los hijos no pertenecen a los padres".

En nuestro caso, pertenecen a la miope ideología de Compromís, porque el PSPV-PSOE se lo permite. Salvo para los privilegiados que puedan llevar a sus hijos a colegios privados en los que la educación esté por encima de la ideología.

Eso, por no hablar de las inexistentes medidas sanitarias que después de dos cursos de experiencia con la pandemia deberían haberse adoptado. Entre otras, la existencia de una enfermera escolar en cada centro que pueda ocuparse de la salud tanto de los afectados por el Covid como de los alumnos con enfermedades crónicas o las eventualidades que sucedan. Que se encarguen los profesores. Y así todo.

El curso político, en cambio, empezará oficialmente en octubre con la convención del PP en Valencia y el Congreso Federal de los socialistas. No obstante, las previas han venido con sobresaltos. El único conseller podemita (la otra es del PCE), Rubén Martínez Dalmau, ha anunciado su marcha como en su día lo hizo su líder Pablo Iglesias. Si pintaban poco, ahora parece que pintarán menos en el Botánico de Puig y Oltra.

Enfrente, Carlos Mazón se rearma para la batalla. Durante un tiempo se especuló con la posibilidad de que tuviera que competir en la derecha con Macarena Olona, la alicantina más conocida de Vox. Pero por el momento esa posibilidad parece conjurada. De cómo intente renacer Cs dependerá mucho de los que suceda en los próximos meses.

¿Habrá elecciones anticipadas? Sólo hay una variable, la voluntad de Puig. Si le conviene, las habrá. Y si no, no. No caben otros argumentos. Por el momento la gestión de la pandemia benefició a Isabel Díaz Ayuso, pero no está nada claro que aquí beneficie a Puig en su camino a la reelección. Los datos económicos de la Comunidad Valenciana no son para echar cohetes, y mucho menos los del desempleo. Claro que si todo esto se alarga las consecuencias son impredecibles.

Así que este inicio, como muchos otros antes, sigue el dictado lampedusiano del cambio en el que que todo sigue igual. Nos queda el consuelo de que no importa como empiezan las cosas, sino cómo terminan.