El pasado viernes, mi compañero Sergio Sampedro, sorprendió a propios y extraños desvelando que el Corredor Mediterráneo para mercancías, del sur de Valencia a Algeciras, es una incógnita. Por no decir una quimera. El proyecto actual no vale y cambiarlo sería carísimo, dicen desde la Asociación de Empresas Ferroviarias Privadas. 

Ese mismo día, el ministro del ramo, José Luis Ábalos, acudía a Alicante para echar otro jarro de agua fría sobre la provincia. La estación intermodal del AVE de Alicante, el parque central y la conexión Tram con el aeropuerto, tendrán que esperar. Ábalos, está contento con cambiar nombres de aeropuertos y construir un carrilito de acceso que debería haberse hecho cuando se inauguró la obra. Del Corredor Mediterráneo, ni mú.

No voy a recordar todos y cada uno de los detalles de las últimas informaciones publicadas por EL ESPAÑOL De Alicante sobre la inversión en la provincia. Quedémonos con un dato: la cuarta o quinta provincia en peso económico y demográfico de España, según se mire, ha de contentarse con el octavo puesto en inversiones.

Sería de chiste si no fuese para llorar. Y mientras, la mayor parte de la clase política, empresarial, sindical y social, ya toman estos agravios como una costumbre y ni se inmutan. Sí, de vez en cuando hay un pataleo, pero poco más. El "Levante feliz", la periferia, a lo suyo. Y la Comunidad comandada desde Valencia, donde sí habrá parque central, estación, trenes de mercancías...

Esta misma semana, cuando se trataba en el Congreso de los Diputados el cambio unilateral de las reglas del trasvase, el PSPV-PSOE se ha posicionado con el Gobierno central, Castilla-La Mancha y el lobby ecologista que dirige el Ministerio para la Transición ecológica de Teresa Ribera.

También ha habido una concentración en Madrid para exigir una mayor financiación de la Comunidad. Y los de Ximo Puig han regresado con un "no" tajante por parte de la ministra (también socialista) María Jesús Montero.

Tal vez cuando lean esta columna les llegarán al mismo tiempo noticias sobre un gran acto de partido del PSPV-PSOE en la ciudad de Alicante, "el primero y más importante desde la pandemia", señalaban esta semana sus organizadores. 

¿Hablará Puig del Corredor Mediterráneo, del trasvase Tajo-Segura o de la infrafinanciación de la Comunidad Valenciana? ¿Hablará sobre cómo las carpas que compró como hospitales de campaña ni siquiera pidieron licencia ambiental a los ayuntamientos de las tres capitales?

Soy el primero que reconozco que estoy ávido de buenas noticias. Desde que me vacunaron la semana pasada, con una organización impecable, me he vuelto más optimista ante una situación que ya empezaba a durar mucho tiempo. Pero luego han llegado todas estas noticias. 

Ni la Comunidad Valenciana parece pintar nada en Madrid, ni Alicante parece pintar nada en Valencia. Seguro que no es irreversible, pero ya dura demasiado tiempo. La provincia de Alicante debe levantar la voz si no quiere verse reducida a la insignificancia. No sé cómo, ni tampoco es mi trabajo decidirlo. Me conformo con señalar los síntomas. Hay gente mucho más preparada que yo para hacer el diagnóstico y prescribir una receta. La estoy esperando.