La finalista del último Premio Planeta, Paloma Sánchez Garnica, en Alicante.

La finalista del último Premio Planeta, Paloma Sánchez Garnica, en Alicante.

Cultura ENTREVISTA

Paloma Sánchez-Garnica en Alicante: "Me da miedo que seamos una sociedad vulnerable"

La escritora retrata en su novela 'Últimos días en Berlín' lo que falló en Alemania y la URSS para acoger los totalitarismos.

19 febrero, 2022 06:07
Alicante

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Últimos días en Berlín trae a Alicante a Paloma Sánchez-Garnica dentro de la gira de promoción de la novela con la que ha conseguido ser finalista del premio Planeta. A lo largo de seiscientas páginas intenta responder a la duda que la inspiró: qué falló en sociedades no especialmente violentas para que se forjaran nazismo y estalinismo.

Alemania, explica esta autora licenciada en derecho y en historia, no se distinguía del resto de países de su entorno por ser particularmente fanática o antisemita. "Era lo mismo que en Europa", señala. Entonces, se preguntó, ¿qué pasó para que persiguieran de una forma entusiasta a un salvador de la patria como era Hitler?

El primer error lo encuentra cuando el presidente Hindenburg lo nombra canciller. "Lo subestimaron y en apenas dos meses se hizo con todo el poder", resume. En ese contexto, Sánchez-Garnica baja a pie de calle para trasladar al lector "cómo gestionaron ese tiempo, esas dificultades, esa ideología, leyes, costumbres y prejuicios".

La base de ese trabajo es que "la literatura es un elemento muy valioso para entender la historia con mayúscula a través de historias con minúscula". El reto al que se enfrenta es el presentarlo sin caer en la reiteración con una de las épocas más retratadas en la ficción. "La documentación me da hilos de los que tirar y con los que perfilas historias que me sorprenden y provocan curiosidad", cuenta.

Una patria superior

Aquella sociedad, muy vulnerable tras el crac económico del 29, se siente desamparada y dividida. Eso es lo que cree Sánchez-Garnica que llevó a creer en un hombre "que sabe canalizar esa furia y rabia de ver el país como estaba y que les da esperanza de cumplir el sueño de una patria unida, grande y superior. Y se van detrás de él, como el flautista de Hamelín".

La mirada al pasado de la Alemania de los años 30 le sirve para que en el presente se vea que "hay que temer a los ultras de ambos sentidos porque los extremos se tocan". Sánchez-Garnica ve "muchas similitudes entre esos dos totalitarismos: el nazismo y el estalinismo".

Entre esos rasgos comunes destaca "un sistema de partido único, pensamiento único, ideología única y un caudillo". Con esos instrumentos, transforman sus sociedades "en un movimiento de masas, de tal forma que la población tiene que seguir de forma enfervorizada al líder y su ideología. Y el que está fuera, que no quiere seguir ese movimiento de masas, queda excluido con las consecuencias graves para su trabajo o familia".

Y de nuevo vuelve a la actualidad. "Me da miedo que seamos una sociedad vulnerable porque el poder siempre tiende a llevar a la sociedad a su terreno. Y en la situación que estamos ahora, con esa polarización de la sociedad en la que a un lado y a otro se crea la desafección que tenemos con los políticos. Si somos una sociedad leída, somos difícilmente manipulables. Pueden existir esos dos sistemas, pero no triunfan".

Esa responsabilidad la traslada al lector. "Cada uno de nosotros debemos meditar sobre lo que ocurrió porque las conciencias pueden volver a ser seducidas —también las nuestras—, obnubiladas —también las nuestras—", reitera.

Cuando se encuentra ante foros como el de las Veladas Literarias en el Maestral de Alicante con decenas de personas, "siempre digo que todos los que estamos aquí tenemos una ideología y vamos a votar a una opción u otra. Y estoy segura de que cuando pensamos en los principios de Goebbels, pensamos que es lo que está haciendo el contrario".

Por eso alerta de la falta de autocrítica "porque al final lo usan todos, es una forma de propaganda para traer al electorado a su lado". En una democracia, "con todas sus imperfecciones", la clave "está en nosotros, que sepamos que eso tiene un límite en nuestra capacidad de plantar cara al poder que quiere vendernos humo". Y esto último cree que es una voluntad de las ideologías extremas "que nos venden que vamos a ser un gran país, los mejores".