Final Fantasy Tactics: The Ivalice Chronicles

Final Fantasy Tactics: The Ivalice Chronicles

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El regreso de Final Fantasy Tactics: una historia sobre la desigualdad casi profética y más vigente que nunca

Bajo el sobrenombre de 'The Ivalice Chronicles' esta fantasía medieval revela las grietas del presente. La falta de traducción al español es su gran barrera.

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Hace 28 años un juego nació para contar una guerra íntima: no sólo la de ejércitos y coronas, sino la de las palabras que justifican el poder. Final Fantasy Tactics llegó en 1997 como uno de los pocos juegos que hablaba de política, religión y propaganda con la seriedad de una novela histórica y la crudeza de una fábula moral.

Volver a Ivalice hoy no es nostalgia: es reencontrarse con un espejo que, por su profundidad, sigue mostrando el mismo rostro quebrado de la desigualdad.

Ese es el primer prodigio del remake: que una historia concebida en los 90 —y reformulada en 2007— suene, en 2025, menos como un clásico al que hay que rendir homenaje que como un diagnóstico inesperadamente preciso.

Ramza Beoulve no vuelve sólo con trabajos nuevos y sprites modernizados; regresa como una figura capaz de hacer visible lo que muchas estadísticas y debates tratan de empujar debajo de la alfombra: linajes que definen destinos, instituciones que reescriben la verdad y narrativas religiosas y nacionales que actúan como lubricante del poder.

No es exageración decir que Final Fantasy Tactics: The Ivalice Chronicles llega en un momento en el que sus temas encuentran eco en la política, el mercado laboral y los desplazamientos humanos. El juego no predice acontecimientos concretos; pero su anatomía —castas inmovilizadas, corrupción institucional, instrumentalización de creencias y los jóvenes sin horizonte— describe patrones que, en 2025, se sienten alarmantemente familiares.

Lo nuevo

La edición oficial, titulada Final Fantasy Tactics: The Ivalice Chronicles, aterriza el 30 de septiembre de 2025 en las grandes plataformas: PS5 y PS4, Nintendo Switch (incluyendo Switch 2), Xbox Series X|S y PC/Steam.

Square Enix ofrece dos modos de experiencia: una versión Enhanced —con diálogo totalmente doblado, diálogos ampliados, interfaz renovada y mejoras de accesibilidad— y una versión Classic pensada para puristas que quieren sentir la versión más fiel posible del original.

Entre las mejoras anunciadas aparecen opciones de dificultad nuevas (desde el modo más accesible "Squire" hasta modos más exigentes), auto-guardado y una enciclopedia del lore para seguir la trama con menos fricción.

No todas las decisiones de diseño han sido bien recibidas por la comunidad. Esta reedición prescinde de algunos contenidos introducidos en la versión PSP 'War of the Lions', prioridades del pasado que hoy han sido descartadas en favor de una revisión distinta de la narrativa y la experiencia. Ese recorte ha generado debate entre quienes quieren todo lo que el juego fue y quienes aceptan una limpieza creativa para actualizar el tono.

La renovación gráfica apuesta por una reinterpretación del pixel art —texturas más nítidas, escenarios con profundidad y retratos animados—.

Las reescrituras de los diálogos y la mejora en la localización buscan afinar matices que en el pasado se habían perdido, con voz en off y subtítulos adaptados para audiencias modernas.

El gran pero

Es importante señalar que el remake llega sin traducción al español, un problema grave para un título cuya fuerza narrativa depende de matices y giros lingüísticos.

Esto no es un detalle menor: Final Fantasy Tactics construye buena parte de su impacto en un lenguaje denso y tematizado; una localización al español cuidada no sería cosmética, sino condición de acceso intelectual al juego. Es paradójico: en un juego sobre exclusión y acceso, la falta de traducción es otro ejemplo de barrera cultural

Suena a actualidad

Son varios los paralelismos que se pueden extraer —y por los que merece leerse como una obra casi profética, no por prever hechos ni predecir el futuro sino por describir mecanismos recurrentes. El juego disecciona cómo el poder se disfraza y se transmite, ayer y hoy. Jugar a Tactics es repensar sobre todos estos conceptos:

Precariedad juvenil y pérdida de futuro. La juventud de Ivalice se encuentra atrapada entre herencias que no pidió y un mercado que no promete futuro. Ramza —joven, idealista, abrumado por la estructura— funciona como espejo de generaciones que ven la emancipación como un proyecto lejano.

Corrupción y manipulación institucional. El tejido de clientelismo y adjudicaciones opacas que mueve a los poderosos en Ivalice tiene equivalentes articulados en la actualidad: investigaciones como las abiertas en torno al llamado “Caso Koldo” y la Operación Delorme muestran cómo la intermediación y las adjudicaciones públicas pueden alimentar redes de favor que degradan la confianza en las instituciones. Parece que en los castillos de Ivalice también tienen ‘puertas giratorias’.

Ese ecosistema de influencias convierte la ficción en una radiografía de prácticas que, cuando emergen a la luz, alteran la vida cotidiana de la ciudadanía.

Desigualdad heredada y movilidad bloqueada: En Ivalice la cuna determina el puesto; en la España real de 2025 esa constatación no suena a metáfora: así lo señalan, por ejemplo, el VIII Informe FOESSA (2024) o el VI Informe sobre la Desigualdad de Fundación Alternativas (2024)

Ambos subrayan que la desigualdad de oportunidades está muy marcada por el origen familiar y territorial, con la movilidad intergeneracional debilitada y territorios que actúan como trampas de baja movilidad. Ese diagnóstico convierte en literal la sensación de “ascensor social averiado” que sufre buena parte de la juventud española.

Manipulación religiosa y nacionalismo. La instrumentalización de mitos y dogmas en Ivalice funciona igual que la conversión de símbolos religiosos en armas políticas: un caso reciente fue el de Murcia, donde se han limitado celebraciones de comunidades musulmanas en espacios públicos

Una muestra de cómo la retórica identitaria se traduce en decisiones que excluyen y marcan fronteras sociales reales. Es la misma técnica narrativa: reescribir lo sagrado para legitimar exclusiones.

Guerra, refugiados y los perdedores del conflicto. Tras cada conflicto quedan huérfanos, desplazados y comunidades que pagan por las decisiones de unos pocos.

La posguerra de FFT —exilios, mendigos, víctimas anónimas— habla directamente de la crisis de desplazados globales que vemos en 2025.

El viejo sistema

El SRPG clásico —movimiento por casillas, sistema de trabajos, gestión de habilidades y posicionamiento— se mantiene como núcleo, pero con ajustes pensados para que la estrategia siga siendo exigente sin ser excluyente: nuevos niveles de dificultad, mejor cámara, cursor más preciso y opciones de accesibilidad.

Todo ello pensado para que tanto veteranos como recién llegados se enfrenten a las mismas preguntas morales que el juego siempre planteó: ¿hasta dónde llega la obediencia? ¿qué sacrifica quien busca justicia en un sistema corrupto?

Final Fantasy Tactics: The Ivalice Chronicles regresa, no solo con gráficos pulidos y profesiones renovadas, sino —sobre todo— como un espejo cultural donde se reflejan las crisis y paradojas del presente.

Este remake recuerda, sin moralina explícita, que los patrones de poder se repiten. Si el remake tiene éxito, quizás su mérito sea dejar claro que la ficción también funciona como medicina: duele al administrarla, pero permite ver con claridad lo que conviene cambiar.

Quizás esa sea la mayor virtud del remake: hacer constar con la elegancia amarga de una táctica bien jugada que hay historias escritas para perdurar porque nunca dejan de hablar a quien está a los mandos. ¿Seguirán estos problemas dentro de otros 28 años? Quizás Ivalice tenga ya una respuesta