Entrada a Anaheim Convention Center durante el Campeonato Mundial Pokémon 2025.

Entrada a Anaheim Convention Center durante el Campeonato Mundial Pokémon 2025.

Videojuegos

Un Pikachu gigante, muchos peluches y competitividad sana: así es la gran fiesta de Pokémon con gente de 60 países

El Mundial Pokémon 2025 reúne tiendas y experiencias que atraen a aficionados y competidores enfrentados por un total de 2 millones de dólares.

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Anaheim (EEUU)
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Hay lugares donde no hace falta compartir idioma para entenderse. Anaheim (EEUU) es uno de ellos durante este fin de semana: en el Campeonato Mundial Pokémon 2025 la pasión por estos monstruos de bolsillo une a gente de todo el mundo, formando una comunidad tan grande como diversa.

Y hay muchas maneras para celebrar su amor por esta saga: comprando figuras, intercambiando cartas, disfrazándose con 'cosplays', simplemente charlando o… compitiendo.

El Mundial de Pokémon es un campeonato, sí, pero también un parque temático. Todo en el evento en una clase magistral de márketing por parte de una de las marcas más importantes del mundo.

Los números ayudan a poner en perspectiva la magnitud. Según la organización, el torneo principal reúne cerca de 2.500 competidores procedentes de 48 países o regiones; en total, el Mundial espera a más de 25.000 asistentes de más de 60 países. Aunque según aseguró Chris Brown, director de eventos de la marca, en una mesa redonda a la que asistió EL ESPAÑOL su objetivo es que no esté tan lleno para que no puedas moverte por el recinto. 

Para que todo salga como debe, cuentan con un equipo humano que supera los 1.500 trabajadores. Y otro dato que facilita entender el fenómeno: entre todas las disciplinas se reparten alrededor de 2 millones de dólares en premios.

La lucha por ser el mejor

En la arena competitiva se ven varios frentes. Y en todos ellos los entrenadores calculan cada jugada al milímetro. En el videojuego principal, los combates convierten cada turno en lo que podría llamarse un piedra, papel y tijera multiplicado al infinito.

Cada entrenador saca dos Pokémon al mismo tiempo de su equipo formado por seis en total. Sus decisiones deben medir movimientos, estadísticas y un factor tan impredecible como la suerte. Pura estrategia.

El juego de cartas, que dio origen a estos mundiales oficiales, sigue siendo uno de los platos fuertes: competitivo, lucrativo y una exhibición constante del talento artístico en cada ilustración.

Entre las competiciones más recientes destaca Pokémon Unite, donde la destreza con las manos y la coordinación de equipo son clave. Y, por supuesto, no podía faltar la vertiente de Pokémon Go, que aunque no sea la más visible en lo puramente competitivo, fue el fenómeno que dio una nueva edad de oro a la saga y también tiene su espacio aquí.

Ver a cientos de personas sentadas en largas mesas, barajando o distribuyendo cartas, o a alguien inclinado sobre la pantalla pensando su próxima jugada, es una experiencia en sí misma: todos comparten la misma ilusión y, al mismo tiempo, reina la competitividad más sana.

Hay categorías para todas las edades y narradores que cuentan lo que sucede tanto dentro de la arena como para quien lo sigue en directo desde casa. Espectadores sentados vitorean, aplauden y saltan de emoción ante jugadas como un triple Protect que parecía imposible.

El universo Pokémon

El evento se siente en cada rincón desde el mismo inicio. En la ceremonia inaugural un Pikachu gigante cuelga sobre la sala principal, empleados a los lados forman un pasillo mientras aplauden a los competidores y la melodía que sale de los altavoces marca ritmos que mezclan ceremonia y festival.

Tras un espectáculo musical con baile incluido, el presidente de The Pokémon Company, Tsunekazu Ishihara, salió al escenario a dar el pistoletazo de salida y la fiesta arrancó con toda su parafernalia.

El gasto cultural y comercial es tan parte del evento como los torneos. Hay una tienda oficial creada ex profeso —con acceso por reserva— que convoca largas colas. Llaveros y mochilas conviven con artículos más llamativos: tablas de surf tematizadas, longboards, pokéballs, cojines, dioramas o cuadros en 3D y peluches... Muchos peluches. Parecen, de hecho, vigilar desde cada rincón.

Ya fuera de la tienda oficial, en los pabellones que rodean la arena, hay puestos de menor envergadura. Multitud de cartas se exhiben en mesas que parecen interminables y alcanzan precios que solo la lógica del coleccionismo puede justificar.

No todo es consumo: el Mundial ofrece exposiciones que repasan el nacimiento y la evolución de los juegos y de los torneos, espacios para compartir el arte creado por los fans y sesiones de firmas con personalidades del universo Pokémon.

Una de las actividades consiste en una colaboración con una ONG, y también hay rincones donde ver capítulos de la serie en compañía. Además de asistir a varias conferencias, los asistentes pueden probar una de las novedades del evento: Leyendas Pokémon: Z-A, título que sale a mediados de octubre y que aquí se ha incluido como actividad paralela para que cualquiera lo juegue y lo descubra.

Claro que la estrella es una moto de la marca Toyota con la forma de Miraidon, un Pokémon que sirve de montura en su forma de ciclomotor. Es un recordatorio de que Anaheim se había transformado por completo en la capital mundial de Pokémon. El evento ha tenido en cuenta dónde se celebra: tanto en las chaquetas al estilo baseball que lleva Pikachu en el material promocional como en las canciones oficiales del torneo.

En el fondo de todo está la historia: la idea de un talentoso joven que salía a atrapar insectos al parque y que acabó creando un universo que hoy reúne a miles en un mismo lugar y a cientos de miles frente a pantallas en todo el mundo. Hay mucho talento detrás de ello. Y también muchas casualidades por el camino que han hecho de esta obra un gigante comercial.

Aquí, en Anaheim, se intercambian pines como si fueran tesoros, se comparten experiencias, se compran recuerdos y se vive la sensación de pertenecer a algo mayor que un entretenimiento. En el Mundial de Pokémon, lo extraordinario es lo cotidiano.