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Si hay algo que caracteriza a los finlandeses es la cultura de la sauna que les rodea. Más que una afición, es una forma de vida. Solo en el país existen 3,3 millones de saunas para los poco más de cinco millones de personas que habitan en él.

La sauna es mucho más que un simple cubículo de madera que alcanza altas temperaturas donde te sientas y esperas que el reloj de arena derrame todos sus granos de una. Su profundo arraigo es incuestionable y hasta influye la elección del espacio que elijas para desconectar. Así lo considera Katja Pantzar, natural de Helsinki y experta en sauna, que asegura visitarlas mínimo tres veces por semana.

Es también una de las primeras pistas de que has llegado a Finlandia y has puesto pie en su capital y no hay nieve, pero sí el ir y venir de personas en el muelle, desvestidas, únicamente cubiertas por toallas, que se dan un breve chapuzón después de salir de humeantes cabinas. Así ocurre a primera vista, desde la Plaza del mercado, frente al a la casa presidencial, hasta donde se cuela el Báltico.

Un grupo de gente disfrutando de los beneficios de la sauna.

Un grupo de gente disfrutando de los beneficios de la sauna.

Están en casas familiares, apartamentos, universidades, cuarteles, empresas, ayuntamientos, y por supuesto en la residencia oficial del Primer Ministro o incluso en una de las cabinas de la noria que despunta en el skyline de la capital. En Finlandia, la sauna no es un lujo: es un derecho, pero ante todo un ritual social.

En sus bancos se firman acuerdos, se fraguan amistades, se cierran negocios y se fortalecen vínculos familiares. Durante siglos, fue lugar de nacimiento, de cura, de cocina —funcionando como el mejor ahumador—, incluso de despedida.

La costa de Helsinki vista desde el solarium de Löyly.

La costa de Helsinki vista desde el solarium de Löyly.

No es exagerado hablar de culto. La UNESCO lo reconoció en 2020 al declarar la sauna finlandesa Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. No se trata solo de lavarse el cuerpo: se trata de limpiar la mente. El löyly —el vapor que brota cuando el agua golpea las piedras ardientes— es considerado un espíritu, parte esencial de esta liturgia de calor y silencio.

La escena es tan simple como significativa: un cuarto de madera o cemento, una estufa alimentada por leña, un puñado de desconocidos sentados hombro con hombro. Y, sin embargo, pocas prácticas logran encapsular tan bien la esencia de un país.

"Se trata de escuchar al cuerpo, aprender a no forzarse y ser dueño de tus decisiones" reitera Pantzar, autora de libros como Helsinki by Sauna o The Power of Hot and Cold: From Sauna to Sea: the Finnish Way to a Happy, Healthy Life durante una, como diría Enrique Iglesias, una 'experiencia casi religiosa'.

La capital mundial del vapor

Aunque Helsinki es la capital de Finlandia, Tampere es la tercera ciudad más grande del país y presume de ser la capital mundial de la sauna, rodeada de lagos inmensos y bosques que en otoño explotan en rojos y ocres, allí se ubica la más antigua del país.

La tradición convive hoy con una nueva generación de saunas de diseño que reinterpretan el ritual con códigos modernos. En Helsinki, la más icónica es Löyly, un templo contemporáneo de madera en la costa sur de Helsinki. Allí, tras sudar en una de sus tres saunas —incluida una rara versión de humo— uno se lanza al Báltico helado antes de entregarse a un menú que rinde homenaje a la cocina nórdica: sopa de salmón, carnes de temporada, panes negros y mantequillas aromáticas.

Así es una experiencia en una sauna finlandesa, el secreto del país más feliz del mundo

Sueño y obra del actor hollywoodiense Jasper Pääkkönen, se trata de una de las mejores facilidades para disfrutar de este ritual donde las jerarquías se disuelven, donde todos sudan por igual. El edificio simula ser una montaña, con colores y formas en sintonía con el paisaje y su construcción y funcionamiento son ecológicos.

La experiencia sauna termina, inevitablemente, en una mesa. Sea en un restaurante de diseño junto al mar o en una modesta cabaña junto al lago, la cocina finlandesa aparece como una prolongación natural del bienestar: sopas humeantes, pescados ahumados, panes de centeno, bayas silvestres. Platos que reconfortan desde la sencillez y el sabor puro.

La cafetería de Löyly es un buen lugar donde poner fin a una sesión de sauna.

La cafetería de Löyly es un buen lugar donde poner fin a una sesión de sauna.

¿La sauna, origen de la felicidad?

Si la sauna es la religión finlandesa, el lago es su sacramento. Con 188.000 lagos repartidos por el país, es sencillo encontrar uno al salir del calor. Sumergirse en aguas de 12 grados no es un acto extremo para los finlandeses: es un gesto cotidiano. El chapuzón no siempre es en el lago, las que se ubiquen en la costa, como Löyly, tendrán el Mar Báltico a sus pies.

El choque térmico provoca una euforia difícil de describir. El pulso se acelera, la respiración se agita, el cuerpo se electrifica. Luego, al regresar a la sauna, la tensión se desinfla. La calma se instala como un bálsamo. Quizá ahí —en ese vaivén entre calor insoportable y frío brutal— repose el secreto de la felicidad finlandesa.

La entrada al mar Báltico desde el pantalán de la sauna Löyly.

La entrada al mar Báltico desde el pantalán de la sauna Löyly.

Desde 2018, Finlandia encabeza el World Happiness Report respaldado por Naciones Unidas. Nueve años consecutivos. La correlación no implica causalidad, pero muchos finlandeses no dudan en reivindicar la sauna como pieza clave de ese bienestar. Tanto es así que el gobierno creó itinerarios turísticos centrados en la felicidad, con paradas imprescindibles en saunas, bosques y lagos.

Investigaciones de la Clínica Mayo muestran que quienes acuden a la sauna varias veces por semana reducen en casi un 50% el riesgo de hipertensión. Otros estudios sugieren mejoras en la salud cardiovascular. La ciencia aún no ha medido su impacto en la salud mental, pero cualquiera que haya experimentado ese ciclo calor-frío-calor entiende que algo ocurre allí dentro.

Navidades al vapor: la joulusauna

En diciembre, la sauna adquiere un aroma especial. La joulusauna —la sauna navideña— es un ritual íntimo que precede a la cena familiar. Se enciende el fuego por la mañana, se guarda silencio, se purifica el cuerpo antes de recibir la paz navideña. Antiguamente se dejaba el espacio impecable para el saunatonttu, el duende guardián de la sauna.

En Helsinki, muchas saunas públicas mantienen esta tradición: Kotiharjun Sauna, Hermanni, Uusi Sauna o Lapinlahden Lähde ofrecen sesiones que permiten a locales y visitantes sumergirse en la Navidad más auténtica del norte.

La sauna es a Finlandia lo que el té es a Japón o el vino a Francia: un ritual identitario que articula la vida social, cultural y emocional del país. Su omnipresencia no responde a una moda nórdica ni a un truco turístico, sino a una forma de estar en el mundo. Un espacio donde el cuerpo se libera, la mente se aquieta y la comunidad se fortalece.

Quizá por eso, en el país más feliz del planeta, la puerta más sagrada no es la de una catedral, sino la de una sauna.