Vigo, Nigrán y Moaña: así es el universo que Domingo Villar dejó como legado

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Cultura

Vigo, Nigrán y Moaña: así es el universo que Domingo Villar dejó como legado

En sus tres obras, el escritor vigués fallecido hace dos años dejó marcados lugares, edificios y pueblos que hoy forman parte del imaginario popular de sus lectores, que abrazan al autor en cada huella que dejó marcada en las hojas de sus novelas

17 mayo, 2024 05:00

Mañana, sábado 18 de mayo, se cumplen dos años del fallecimiento del escritor vigués Domingo Villar. Fue un miércoles de 2022, después de dos días ingresado en el Hospital Álvaro Cunqueiro a causa de un ictus, cuando la literatura gallega y nacional se quedaba huérfana de uno de sus autores más destacados. Huérfano también se quedaba Leo Caldas, su personaje por excelencia, que ya no tendría quién le escribiese.

Desde el mismo día de su muerte, su nombre comenzó a sonar para múltiples acciones a modo de homenajes póstumos a un demasiado temprano adiós. Además, lugares vinculados a sus novelas quedaron señalados para la historia, adquiriendo una relevancia que antes pocos le habían dado. El rastro del inspector Leo Caldas ha dejado un reguero de caminos en Vigo, también en Nigrán y en Moaña, escenarios de las obras de Villar.

La marcha del escritor llegó acompañada de rutas preparadas para recorrer los pasos de sus personajes que han sido todo un éxito de convocatoria. Esos lugares han pasado al imaginario popular no sólo de los vigueses y gallegos, sino también de nacionales y extranjeros, gracias a la traducción de sus novelas a múltiples idiomas, que peregrinan a estos escenarios como el que lo hace a la catedral de Santiago; no buscan "La Compostela", que acredita al caminante hasta la capital gallega, sino abrazar al autor en cada huella que dejó marcada en las hojas de sus novelas.

Son lugares, edificios o pueblos que quedan señalados para la eternidad en Ojos de agua, La playa de los ahogados y El último barco gracias a la asombrosa capacidad descriptiva de Domingo Villar, que puso en los ojos del lector las fotografías mentales de Toralla, bares como el Eligio o el bar Puerto, las playas de Panxón y su puerto o la localidad moañesa de Tirán.

Toralla

Isla de Toralla, en la costa sur de Vigo.

Isla de Toralla, en la costa sur de Vigo. Shutterstock

En las primeras 15 páginas de Ojos de agua, queda marcado el personaje de Leo Caldas, el de su compañero Rafael Estévez y los primeros paisajes de Vigo, recorridos en coche por los dos personajes. El puerto de Vigo, el Berbés con los astilleros, Samil, el Vao y, finalmente, la isla de Toralla y la torre que se alza sobre el terreno.

Es en este edificio, concretamente en el Dúplex 17/18, ala norte, es donde aparece el cadáver del saxofonista Luis Reigosa, sobre el que girará la primera novela de Villar.

El Eligio y el Bar Puerto

El Eligio es, sin duda, el lugar de referencia para todo seguidor de Leo Caldas. Es, además de lugar fetiche para los admiradores de Domingo Villar, uno de esos espacios que conectan al autor con el personaje, ya que el escritor era un habitual y lo frecuentaba siempre que escapaba de Madrid a su ciudad.

Lo regenta Leopoldo Celard, y quiere la casualidad que comparta nombre con el inspector protagonista; es más, si el personaje es conocido como Leo, al hostelero lo llaman Poldo, como dos piezas de un mismo puzzle.

Como lugar de peregrinación por excelencia, el local recoge dos placas en honor a la mesa que ocupaba Domingo, aunque no era la misma en la que se sentaba Leo Caldas. En su próxima novela, comentaba Poldo a este medio hace un año, iba a actualizar el sitio del inspector.

También visitaba Caldas con Estévez el Bar Puerto, abarrotado a la hora de comer. Eso sí, lo hacían en su antigua ubicación, en el Arenal, a los pies de la rotonda de la Paellera. Hoy, el restaurante se encuentra a pocos metros del antiguo local, en República Argentina, 15.

Panxón

Templo Votivo de Panxón.

Templo Votivo de Panxón. Concello de Nigrán

En La playa de los ahogados, la segunda novela del vigués y la única que se llevó al cine, es el pueblo de Panxón, en Nigrán, el que centra la trama. Concretamente, en la playa de la Madorra es donde aparece el cadáver de Justo Castelo, el Rubio. A poca distancia, Leo Caldas comienza la investigación, en el puerto. En esa zona se encuentra O Refuxio do Pescador, nombrado también en la novela y que cerró en 2022 por jubilación, aunque ha reabierto este año con otros dueños.

En su investigación, el inspector también visita el Templo Votivo del Mar, obra de Antonio Palacios, para hablar con el párroco Don Fernando con la intención de conocer más datos sobre Castelo y los naufragios de la zona. El barco de el Rubio aparece bajo el faro de Punta Lameda, en Monteferro. Y es también en Monteferro donde visitan el Monumento a la Marina Universal, con un paisaje que a Estévez le hace soltar un "Joder, qué bonito es esto".

EMAO

La Escuela Municipal de Artes y Oficios, la EMAO, vivió un bum tras la publicación de El último barco, la tercera y última novela de Domingo Villar. La protagonista y víctima, Mónica Andrade, era profesora de cerámica de la EMAO, y este edificio neogótico de Pacewicz se convierte en uno de los escenarios icónicos de su obra.

En la biblioteca del edificio centra parte de la trama y fue el lugar elegido por el autor para presentar la novela en Vigo. Además, profesores del centro se convirtieron en personajes de la obra, como Miguel Vázquez, profesor de cerámica, y Carlos, Ramón y Xaime, lutieres de la EMAO.

Tirán

Pero El último barco cruza también la ría para desplazarse hasta el Morrazo a Moaña. En Tirán vive, en una casa azul, Mónica Andrade, la mujer en cuya búsqueda va Leo Caldas. El muelle de Tirán, el mirador de la playa de A Mona, la playa de A Videira o la iglesia de San Xoán de Tirán son localizaciones que aparecen en la novela. Además de otro local gastronómico, el restaurante Marusía.

Pero hay un personaje más, uno inerte, pero de gran importancia, en el libro y en la vida de los que viven a orillas de la ría de Vigo: el barco que hace la ruta une Vigo con Cangas y Moaña. Ese catamarán blanco que describe Villar es ese "último barco" y lleva grabadas las palabras "Pirata de Ons".

Homenajes hechos y por hacer

El Día das Letras Galegas de 2022 se desperezaba con la noticia del ingreso de gravedad de Domingo Villar en el Álvaro Cunqueiro. Aquel día, en los actos que rememoraban la figura de Florencio Delgado Gurriarán, hubo palabras para el escritor vigués. "Un abrazo muy fuerte", le mandaba el alcalde de Vigo, Abel Caballero, "de parte de toda la ciudad". Villar había sido nombrado menos de dos meses antes Vigués Distinguido.

Ese honor lo recibió en vida, el que le hacía tanta ilusión a su madre, como confesaba a este medio en una entrevista con motivo del galardón que le hacía entrega el Concello. El mismo día de su fallecimiento, se registró una petición en la plataforma change.org destinada a los alcaldes de Vigo y Nigrán, Abel Caballero y Juan González, y a la alcaldesa de Moaña, Leticia Santos, para poner el nombre de Domingo Villar a una calle con vistas al mar.

Butacas de Domingo Villar en el estadio de Balaídos.

Butacas de Domingo Villar en el estadio de Balaídos.

Una semana después, el Celta anunciaba que las butacas de las que disponía como socio del club, del que era un gran aficionado, en el estadio de Balaídos llevarían a partir de ese día unas placas con el nombre del autor y su personaje. Homenaje literario fue el del escritor Lorenzo Silva, que en su novela La llama de Focea, que estaba escribiendo cuando Villar falleció, tituló al capítulo 6 Ojos de agua; en él, el subteniente de la Guardia Civil Rubén Bevilacqua lee la primera novela del vigués mientras viaja en avión hasta la ciudad olívica. La Feria del Libro de 2022 en Vigo también homenajeó su figura, y Nadia Calviño hizo lo propio en el discurso por el Día de Galicia en el Pazo Quiñones de León.

Tres promesas quedan, por el momento, por cumplirse. La propuesta del nombre de Domingo Villar para la futura Biblioteca del Estado de Vigo; el anuncio de la Xunta de que el instituto que se construirá en Navia llevará también su nombre; y la estatua que prometió el Concello, que se situará en la Alameda, con la figura de Domingo Villar sentado en un banco enfrente del que fue el domicilio familiar, a modo del Valle-Inclán de la de Santiago de Compostela.

Dos años después del fallecimiento del escritor vigués que elevó la categoría de la novela negra en Galicia, el rastro de sus obras es perenne en la memoria y en el paisaje vigués, de Nigrán y de Moaña.