Julián López 'El Juli' en su despedida en la Maestranza de Sevilla.

Julián López 'El Juli' en su despedida en la Maestranza de Sevilla. Arjona- Empresa Pagés

Toros

Se va don Julián, niño de amaranto y oro, entre Suspiros de España y con la dignidad de un torero

Daniel Luque cortó dos orejas, pero pagó el precio de la Puerta del Príncipe menor que abrió Castella el sábado y el palco se la denegó.

1 octubre, 2023 21:11

Era la tarde de JuliánLa última de su carrera tras 25 años de matador y otros tantos de novillero en el más alto de los podios. Pero esta vez el destino, que tantas veces le agració en Sevilla, quiso que fuera una despedida agridulce, pero muy digna como toda su carrera.

Agria porque su lote Garcigrande, una de sus ganaderías predilectas, no sirvió; dulce porque escuchar los sones de Suspiros de España mientras un torero se va es una delicia para los sentidos, y digna porque ese niño prodigio, ese niño de amaranto y oro en su vestido, como dijera Alberti de Joselito, se fue a pie, sin aspavientos.

La banda comenzó a tocar nada más El Juli desplegó su muleta ante el último toro de su vida, tras sonar en el capote cuando se fue a portagayola. Todo un detalle, pero un plus de presión para redondear esa faena, algo que no pudo ser.

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El Juli lo intentó por tierra, mar y aire y su trasteo fue de figura sin toro. Sus gritos de ‘vamos, vamos’ denotaban sus ansias de triunfo, pero sólo le robó algunos derechazos y unos naturales a pies juntos en una faena de un maestro, lo que es.

Paseó una oreja cargada de simbolismo y aunque el run, run de sacarlo por la Puerta del Príncipe por octava vez en su carrera sobrevoló toda la tarde, él se negó en rotundo.

Había un buen número de toreros en el tendido dispuestos a sacarlo en volandas, pero Julián no quiso e hizo bien. Hubo una intentona de un señor que corrió tras él cuando ya alcanzaba la puerta del patio de caballos, pero también se negó. Ahí lo hizo mejor. 

Los chavales que estaban en el asiento de al lado no han conocido la tauromaquia sin El Juli, un torero que ha sido capaz de salir siete veces por la Puerta del Príncipe, tres por la Puerta Grande de las Ventas, de indultar a ‘Orgullito’ en esta misma plaza y aunar tantos valores de la tauromaquia… y de la vida.

Entre su despedida y el fin anticipado de temporada de Morante es imposible no tener un sentimiento de orfandad, la verdad. 

Dos orejas para Luque

Pero esta vez los reglones de Dios estaban escritos torcidos para El Juli. Era su tarde, aunque fue Daniel Luque el que cortó las orejas y pagó el precio de la Puerta del Príncipe menor que abrió Sebastián Castella el sábado. El palco le negó la oreja del sexto.

Daniel Luque no pudo lucirse con el capote, pero con la muleta desplegó todo su potencial. 'Tiritero' fue bueno, pero el de Gerena estuvo por encima sobre todo en las tandas en las que tiró de él, a media altura y aguantando miradas de las que lo gustan.

El comienzo fue sublime, en la trincherilla y en el cambio de mano se le durmieron las muñecas y con las luquesinas terminó de despachar al percal. Dos orejas, aunque con división de opiniones.

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Con el último tenía una hoja de la Puerta del Príncipe abierta, pero al menos en esta tarde no pudo ser. El animal rompió a embestir, pero hubo muchos altibajos y la petición no fue mayoritaria porque era la llave del ansiado umbral y hubiera sido menor.

Castella sustituyó a Morante como premio por su tarde de ayer, aunque un cartel como el de hoy le cabía también otro tipo de remates. Con la inercia, nada más desplegar el capote el público comenzó a jalearlo. Un capotazo largo enloqueció a los tendidos, que después con el quite de Daniel Luque vieron torear de otra manera con un capote en las manos. Simplemente sensacional.

Con la muleta todo fue tan rápido que apenas daba tiempo de saborear el muletazo. Se amontonaban uno tras otros al de Garcigrande que tuvo clase en sus embestidas. Hubo lío con la música porque empezó a sonar casi al final y el propio torero mandó a callar a la banda. Todo se quedó en una ovación, ayer ya tuvo bastante. Con el sexto, que no tenía nada, tampoco él la necesidad de aburrir tanto al personal. 

Este es el resumen de una tarde en la que se ha ido un torero señores, sin aspavientos, con dignidad, vestido de amaranto y oro y entre Suspiros de España. Eso sí, pero sin corte de coleta oficial, lo que deja abierto su destino. En culquier caso, gracias por todo, don Julián.