
Javier Gallego, creador del programa radiofónico Carne Cruda.
Javier Gallego, el genio de Carne Cruda: “Hay que tener una idea, una voz y una ambición propia”
El famoso podcaster es un ejemplo de emprendimiento con éxito. No quería estar sometido a espurios intereses empresariales, pidió ayuda a sus oyentes y creó su medio con un crowdfunding.
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Javier Gallego (Madrid, 1975) ha encontrado su lugar. Entre el convento de Santa Isabel y el Museo Reina Sofía, un ventanal esquinado de la capital de España se ha convertido en su trinchera desde la que disecciona la actualidad sin pedir permiso.
Con activismo social, humor y música, 'Carne Cruda' se emite cada día desde la república independiente de la radio, un espacio que ha crecido al ritmo de los cambios en el modelo informativo, desdibujando las fronteras entre la radio y el pódcast y desafiando las paredes de los despachos de las plantas nobles que decidían por encima de las audiencias, que decidieron que no querían a alguien tan libre.
Su nueva casa está en una calle en cuesta y el camino no ha sido fácil. Durante once años, el ‘carnicero multiorquesta’ y ganador de un Premio Ondas sangró las heridas que le hizo la radio convencional. Después, se apoyó en el crowdfunding, se impulsó con el tirón de las redes sociales y la audiencia que heredó de RNE y de la SER le respaldó. Gracias a ella, 'Carne Cruda' ha encadenado más de seis temporadas financiadas íntegramente por los oyentes. Ahora, ha dado un paso más allá con publicidad y sponsors, sin perder su esencia.
Su periodismo indomable convive con la nueva rebeldía de algunos creadores de contenido que creen que la libertad es irse de bares. Lidera un equipo compuesto en su mayoría por mujeres y se nota. El empresario de hoy quizá incurra en algunos errores que criticó en el pasado, pero enseguida te invita a pasar, te enseña su casa con la misma mirada despierta, impulsiva y de genio con la que un día trabajaste.
—Pregunta.- Llévenos a ese momento en el que pasa de ser un locutor de radio a un podcaster. ¿Cómo es pasar de 'carnicero' a intentar ser empresario?
—Respuesta.- Bueno, ha sido todo un proceso en el que todavía sigo. El momento de pasar de programa de radio a podcast sucedió cuando yo pasé de Radio 3, que era un programa de radio, a un programa de radio online, en la SER. Tienes que hacer un producto distinto porque la escucha es diferente: más especializada y específica.
A lo largo de estos años ha ido derivando de lo que sería un magacín clásico a un programa que tiene muchas temáticas, pero en el que cada capítulo se refiere a una cuestión concreta. Nos hemos dado cuenta de que la gente en el podcast quiere escuchar algo concreto en profundidad.
Entrevista a Javier Gallego
—P.- Una vez se deja de emitir el programa también en la cadena SER, ¿cómo empieza ese crowdfunding?
—R.- Fue una idea que surgió de los oyentes. Nos comentaron que lo hiciéramos por nuestra cuenta y ellos lo pagaban. Yo pensé en ese primer momento que no se iba a sostener en el tiempo. Estaba colaborando ya por aquel entonces con elDiario.es y ellos me dijeron que con la comunidad y la historia de persecución política y periodística que tenía, era muy fácil que hubiera una buena respuesta del público. Y la verdad es que salió sorprendentemente bien.
Pedimos una primera cantidad para hacer un programa semanal entre dos: unos 40.000 euros. Y se consiguieron en unos días. Después hemos seguido trabajando en esa fórmula durante estos once años. Algo muy particular en el caso de 'Carne Cruda', porque tú no pagas para tener el programa en exclusiva, sino para que se pueda producir y sea de libre acceso. Hay un compromiso de quienes lo escuchan, porque quieren que exista ese producto.
—P.- ¿En su caso es importante, no solamente el número de oyentes, sino también esa audiencia cualitativa, implicada, exigente…?
—R.- Para mí es mucho más importante la calidad que la cantidad. Nosotros tenemos una cantidad importante de oyentes para ser un podcast. Llevamos once temporadas sostenidos por esa audiencia, lo cual quiere decir que es una base muy sólida. Pero precisamente lo es porque les escuchamos, participan, proponen muchos de los temas... Es un oyente muy exigente. Cuando no está de acuerdo con algo te lo dice. Yo he tenido acalorados debates con algunos a través de las redes sociales. Y creo que eso también nos ha hecho crecer.
—P.- En el caso de 'Carne Cruda', dónde existe una implicación de contenido, ¿cómo es la relación con la publicidad?
—R.- Nosotros tenemos distintos patrocinadores. Tanto de secciones como de algunos programas monográficos que hacemos sobre temáticas generalmente sociales, feministas o ecologistas. Como bien decías, el contenido del podcast no permite casi ningún tipo de anunciante. Tiene que tener un compromiso social o una visión política muy determinada, porque nosotros no lo queremos y porque las marcas no suelen querer anunciarse en programas tan marcados políticamente.
Es cierto que el modelo de negocio de 'Carne Cruda' ya no se sostiene sólo en los oyentes. Hemos querido ir creciendo hasta tener un estudio y una productora que hace otros proyectos. Eso ha obligado a buscar otras vías de financiación: los patrocinios, los eventos, el merchandising…
—P.- Ahora que es el jefe, ¿se reconoce en algunos patrones que antes ha criticado?
—R.- Seguro que yo he caído en alguno de los patrones, pero aquí hay un diálogo constante. Es un equipo muy pequeño y muy familiar. Ha sufrido muchos cambios y hemos tenido, como decía, que aprender en directo y adaptarnos al discurso político al que representamos. Ha habido mucha terapia y mucha autoterapia por mi parte. Yo creo que aquí es importante que haya una autoridad compartida. Hay una decisión muy asamblearia de los temas que se hacen y de la dirección que toma el equipo. Siempre hay un constante análisis.

Javier Gallego, el podcaster creador de Carne Cruda.
—P.- Son ya once años de trabajo y transformación. También ha cambiado mucho el periodismo en este tiempo. ¿Hacer periodismo desde un medio no convencional en la actualidad es más fácil o es más difícil?
—R.- Ambos lugares tienen sus dificultades. La de un medio independiente siempre es hacerse ver, ser sostenible, subsistir en el tiempo en condiciones adecuadas...
—P.- ¿Un consejo para aquellos que digan 'voy a empezar de cero a ser creador de contenido', empezar con su propia plataforma...?
—R.- Yo siempre he sido muy defensor del tesón y de la constancia. Creo que en la comunicación, además, es fundamental porque hay mucha gente que se va quedando por el camino, por la precariedad que tiene la profesión. Yo pienso que hay que tener una idea propia, una voz propia y una ambición propia. Esas tres cosas son fundamentales.
—P.- ¿Qué hay de cierto sobre esa leyenda urbana que dice que Javier Gallego estuvo a punto de vender su Premio Ondas en el Rastro?
—R.- Bueno, quizá es un bulo interesado para generar una cierta leyenda en torno al personaje. El Ondas es uno de los premios que me hace sentir más satisfecho de la carrera ha tenido el programa. No lo intento vender por el momento.
—P.- El programa siempre ha tenido un espíritu rebelde. Ahora hay algunos creadores de contenido que dicen que son rebeldes, pero desde las antípodas de lo que ideológicamente representa este podcast. ¿Qué piensa de esa libertad que ahora llaman algunos creadores de corte más conservador?
—R.- Son, digamos, anarcocapitalistas, neoliberales o ultraliberales en lo económico. Muy poco liberales en lo social: en el respeto a la diferencia, la diversidad y la disidencia de opiniones. Lo estamos viendo en gobiernos de ultraderecha que se dicen muy libertarios, pero no les gusta nada que se opine diferente.
A mí me preocupa mucho que vivamos en un mundo en el que el respeto a los derechos y la diversidad de pensamiento, sexual, racial o de credo esté en tela de juicio. Y que algunos de los más jóvenes, precisamente, hayan vuelto a los valores más antiguos de los más viejos. Vender eso como rebeldía o desobediencia... Bueno, si estás copiando lo que hacía tu bisabuelo, no has inventado nada nuevo. Hace un siglo exactamente estábamos en un punto ideológico muy similar y lo que ha hecho el mundo, después de grandes traspiés generados por esos discursos de odio, ha sido avanzar hacia el progreso.
—P.- Este año es el 80ª aniversario de la liberalización de Auschwitz. Sobre esto, hay un texto de Primo Levi que dice que "no empezó con las cámaras de gas, no empezó con los hornos crematorios, no empezó con los campos de concentración y exterminio. Comenzó con los políticos diciéndole a la gente 'entre nosotros y ellos'. Empezó con discursos de odio e intolerancia en las plazas y a través de los medios de comunicación. Comenzó cuando la gente dejó de preocuparse por eso. Cuando la gente se volvió insensible, obediente y ciega, con la creencia de que todo era normal". Es decir, cuando empieza la deshumanización es cuando hay que empezar a temer lo que puede llegar a pasar. ¿Cree que estamos llegando a ese punto?
—R.- Creo que ya estamos en el camino. Y lo decían los supervivientes de Auschwitz, que están recordando los discursos de odio que les llevaron a las cámaras de gas y a los campos de concentración a los que ellos sobrevivieron. Se puede volver a repetir: vemos las imágenes de un éxodo de palestinos volviendo a lo que queda de sus casas, como los refugiados de la Segunda Guerra Mundial. También cuando se persigue a los migrantes, como está sucediendo ahora en Estados Unidos, que se alardea de la mayor deportación de la historia.
Estamos viviendo un momento muy distópico, que desgraciadamente se parece muchísimo a los años 30 del siglo pasado. De hecho, nosotros hicimos hace muy poco un programa sobre un libro que se llama Síndrome 1933, por el año en el que Hitler llega al poder en Alemania a través de las urnas. Le comparamos con Trump, que no es todavía Hitler, pero empieza a tener muchas maneras. Y ahí está en el poder con un discurso homófobo, transfóbico y xenófobo. Así que sí, estoy asustado. Si no tomamos conciencia de que todas estas radiografías retrógradas reaccionarias que están copiando el siglo XX nos pueden llevar a repetirlo, desgraciadamente, lo repetiremos.
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