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Las claves

En España, la hostelería no es solo una industria, es una auténtica pieza del ADN social.

Cada día, el menú del día alimenta a unos 4 millones de personas, según datos del sector, con una comida completa y a precios populares.

Este ritual cotidiano se repite en barrios, pueblos y ciudades, donde bares y restaurantes funcionan como puntos de encuentro, espacios de conversación y rincones en los que se comparten momentos inolvidables.

Miguel es dueño de un restaurante y para poder ofrecer calidad a precios competitivos, ha desarrollado una rutina que requiere esfuerzo y una buena planificación.

Su destino es Mercamadrid, el mayor mercado mayorista de España y uno de los más grandes de Europa, donde cada día se negocian toneladas de fruta, verdura, pescado y carne fresca procedentes de productores locales.

Según los últimos datos, en 2024 el recinto movió más de 3 millones de toneladas de alimentos y recibió la visita de cientos de compradores diarios.

Madrugar para comer mejor

Los hosteleros, como Miguel, madrugan para conseguir productos frescos y precios imbatibles antes de que abran los pequeños comercios.

Algunos días a la semana suele llegar al mercado a las cuatro de la madrugada para escoger los mejores productos para su negocio.

"Suelo ir dos o tres veces a la semana, depende de las ofertas que me vayan diciendo por teléfono", explica a Antena 3 Noticias.

Debido a la calidad y variedad de alimentos que encuentra, consigue "jugar" con su menú y "que tenga siempre tanta variedad de pescado". Además, confiesa que comprar en el mercado "hay un ahorro de un 50%". 

Menú del día en España

El menú del día, instaurado oficialmente en los años sesenta como parte de la modernización gastronómica española, se ha mantenido como alternativa principal para trabajadores y estudiantes, quienes buscan una comida completa a precio cerrado.

De hecho, según el Observatorio de la Alimentación, el 48% de los españoles come fuera de casa al menos una vez por semana, consolidando al menú del día como columna vertebral de la hostelería.

Pero detrás de esta cultura hay mucho trabajo invisible. Los hosteleros deben optimizar cada minuto y euro para que la ecuación cierre.

Los datos lo confirman. Ser cocinero o trabajar en un restaurante es sacrificado debido al esfuerzo físico y largas jornadas ante la demanda de los comensales.

Aunque la jornada semanal suele estar en 40 horas, muchas veces suelen aumentar a varias horas más para poder atender a cada cliente.