Imagen generada por IA de un empresario haciendo cuentas y Dámaso Curto.

Imagen generada por IA de un empresario haciendo cuentas y Dámaso Curto. ChatGPT

Sociedad

Dámaso Curto, un empresario español: "Montar una S.L. sigue siendo un proceso costoso y lleno de trámites"

Dámaso es el CEO de la empresa Grupo Billingham y fue muy claro a la hora de explicar lo que supone ser empresario con la carga fiscal en España.

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Desde que tomó las riendas de su empresa familiar hace 30 años, Dámaso Curto siempre ha tratado de reinventar su negocio, producto y objetivo de negocio. Sin embargo, hay algo que no ha cambiado: Hacienda.

El empresario ha hecho crecer y evolucionar a su empresa de la mano del que considera su mayor socio, la Agencia Tributaria.

Así, en su entrevista a EL ESPAÑOL, Curto fue muy sincero a la hora de contar cómo ha vivido su labor dentro de Grupo Billingham y qué opina de la relación de Hacienda y las empresas españolas.

Hacienda y los empresarios

La Agencia Tributaria es mucho más que un ente recaudador: es el motor que permite financiar servicios esenciales como educación, sanidad e infraestructuras. Su papel en la sociedad española impacta directamente en la vida cotidiana de ciudadanos y empresas.

Sin embargo, para los empresarios, la presión fiscal se percibe a menudo como un desafío constante. Entre impuestos, cotizaciones y obligaciones formales, muchas compañías sienten que una parte significativa de sus ingresos se desvanece antes de poder reconvertir o crecer.

Este escenario genera un debate recurrente: ¿hasta qué punto la carga impositiva es justa y necesaria para sostener el Estado, y cuándo empieza a frenar la inversión, la creación de empleo y la competitividad de España en el mercado global?

Por ello, nadie mejor que explique esto que un empresario. Para eso EL ESPAÑOL ha podido hablar con Dámaso Curto, el CEO de Grupo Billingham.

"Todo empezó en 1975, somos una empresa familiar fundada por mi padre. Comenzó con un taller de marroquinería. En los 80s el taller creció, empezó a fabricar sus propias marcas de bolsas, mochilas, etc. También producía para marcas como Nike o Speedo", rememora Curto.

Con el auge de la economía china, los negocios de barrio perdieron su liderazgo y muchas de esas compañías abandonaron a sus socios españoles.

"Entramos en los 90 y fueron unos años duros. La crisis en España nos afectó mucho y se sumó la pérdida de esos clientes importantes. Ahí empezamos a redirigir el negocio", señala el empresario. Es ahí que entró él a la empresa.

Curto explicó cómo con su llegada y la de su hermano, la empresa dio un giro de 180 grados: Nos fuimos a China, empezamos a importar y transformamos el negocio en lo que es hoy. Actualmente nos dedicamos al merchandising y a los regalos de empresa".

Con el paso de los años, la empresa fue creciendo hasta su gran momento hoy en día. "En 2002 empezamos a apostar por el e-commerce. Fuimos pioneros en nuestro sector. Eso nos dio una ventaja competitiva y nos hizo crecer", indica el empresario.

A día de hoy Grupo Billingham se enfoca al 100% en el comercio electrónico y cuenta con más de 100.000 clientes. ¿Pero cómo les ha afectado la carga fiscal en este crecimiento escalonado?

"En España tenemos uno de los impuestos de sociedades más elevados de la zona euro, creo que está en torno al 25%", apuntaba Curto.

El CEO fue claro: "Siempre digo que Hacienda es como un socio perfecto: cuando las cosas van bien te pide dinero, y cuando van mal no te ayuda".

Esto se traduce en que actualmente "montar una S.L. sigue siendo un proceso costoso y lleno de trámites" y por eso en comparación a otros países, España se considera como uno que apenas incentiva al emprendimiento.

"Y con los autónomos pasa igual: aunque no factures, tienes que seguir pagando la cuota, y eso no es sostenible", aseguraba Curto.

La elevada carga fiscal sobre los empresarios no solo afecta directamente su capacidad de inversión y crecimiento, sino que también repercute en la generación de empleo y en la innovación dentro del país.

Al ver reducidos sus márgenes de beneficio, muchos emprendedores se ven obligados a ajustar sus planes o incluso a limitar la expansión de sus negocios.

Para la sociedad, esto significa un doble impacto: por un lado, menores oportunidades laborales y desarrollo económico; por otro, la posibilidad de que se reduzca la competitividad de los productos y servicios locales.

Encontrar un equilibrio fiscal que permita sostener al Estado sin asfixiar a los empresarios es clave para un crecimiento sostenible y equitativo.