
Jota Vallenilla, @jota.redpill en redes sociales.
Jota Vallenilla, empresario y divulgador en redes sociales: "Si tú vives del Estado, no deberías poder votar"
Jota Vallenilla arremete contra el servilismo al Estado y propone excluir del voto a quienes viven de ayudas públicas.
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Jota Vallenilla, conocido en redes sociales como @jota.redpill, ha generado una fuerte polémica con unas declaraciones que apuntan directamente al papel del Estado y al derecho al voto de quienes dependen económicamente de él.
Con un estilo directo y desafiante, el empresario y divulgador plantea una reforma radical del sistema democrático: limitar el derecho al sufragio a quienes reciben ayudas estatales.
"Si tú vives del Estado, no deberías poder votar. Estoy totalmente de acuerdo con eso. Si tú cobras subvenciones, tú no deberías poder votar. Porque yo te pago el sueldo", afirma sin ambages.
Un nuevo modelo
Para Vallenilla, la estructura actual de representación democrática permite que personas sin aportación económica directa al sistema tengan el mismo poder de decisión que quienes, según él, lo sostienen: los trabajadores del sector privado.
Su argumento se basa en una concepción liberal clásica de la economía, en la que el Estado debería desempeñar un papel mínimo, subsidiario a la actividad privada.
"Las personas que están ahí currando, como los autónomos, son las que se están matando a trabajar. La empresa privada sostiene al Estado, no el Estado el que nos sostiene a nosotros", sostiene.
Desde esta visión, quienes emprenden, generan empleo y pagan impuestos no solo sostienen el aparato público, sino que son los verdaderos motores de la sociedad. "El Estado no podría vivir sin nosotros", afirma.
Este discurso, que apela a la meritocracia y a la autonomía individual, se distancia radicalmente de modelos sociales más inclusivos, en los que el Estado actúa como redistribuidor de riqueza para garantizar mínimos de bienestar a toda la población.
Vallenilla, sin embargo, considera que esa redistribución, lejos de solucionar problemas, crea dependencia y distorsiona el sistema democrático al convertir el voto en un instrumento de chantaje institucional.
"A nosotros nos quitas el Estado y nos quitas un peso de encima. Volaríamos libres y felices. Y podríamos ayudar a muchísimas más personas", afirma.
De esta forma, el empresario sugiere que la iniciativa privada sería capaz no solo de sostenerse sola, sino también de aportar a la sociedad de forma más eficiente que el aparato público.
Ahora bien, sus palabras también incluyen una importante matización, posiblemente para evitar que su mensaje se interprete como un ataque indiscriminado a todo trabajador vinculado al Estado.
En este punto insiste: "No hablo de funcionarios que son necesarios. ¿Cómo voy a decir que un policía no pueda votar?".
La propuesta de Vallenilla se inscribe dentro de una corriente crítica con el Estado del Bienestar, que gana fuerza en ciertos sectores empresariales y de pensamiento libertario.
No es nueva, pero sí polémica: establecer condiciones para el derecho al voto con base en la relación económica con el Estado implica una redefinición profunda del concepto de ciudadanía.
Para sus detractores, limitar el voto según ingresos o dependencia estatal es una forma de exclusión social que rompe con principios fundamentales de igualdad democrática. Para sus defensores, es una vía para evitar el clientelismo político.
Lo cierto es que, al margen de su viabilidad jurídica o constitucional, las declaraciones de Vallenilla abren un debate profundo sobre el papel del Estado, el valor del trabajo privado y los límites de la democracia representativa.