Retrato del autor uruguayo.

Retrato del autor uruguayo. Isabel Muñoz

Sociedad

Gervasio Posadas publica una novela sobre el lado oscuro de la fama: “En España, el que se mata a trabajar no es exitoso”

El escritor y gestor cultural de origen uruguayo comparte reflexiones en torno a su nueva obra literaria, 'El fracaso de mi éxito' (Espasa, 2025).

Más información: Eduardo López-Collazo, científico y escritor: "En esta sociedad del autobombo, todos somos un poco narcisistas"

Publicada

Mis circunstancias al escribir este libro eran un poco peculiares”, comienza esta conversación el escritor y gestor cultural Gervasio Posadas (Montevideo, 1962), mientras da un sorbo a una taza de té verde en el zaguán de un conocido hotel madrileño. “Mientras lo escribía, acababa de tener una niña pequeña, porque he sido padre con 60 años, y además tengo mi trabajo por cuenta ajena", cuenta el autor.

Por eso, explica, "quería más que nunca pasarlo bien, crear una novela que reflejara de forma satírica un día a día que conozco bien del mundo editorial y de los escritores, la fama y la impostura”. Un grupo de personas cruza el lobby donde nos encontramos, tomando fotos con sus móviles.

Posadas, amante de la gastronomía, autor de novelas históricas y director de Ámbito Cultural en España y de la escuela de escritura yoquieroescribir.com, continúa explicando: “Quería también que esta novela me permitiera hacer una reflexión sobre temas que me interesan, como hacia dónde va la literatura, su futuro como tal, la relación entre la lectura y las nuevas realidades que estamos viviendo”.

¿Cómo surgió la idea de escribir sobre el lado opuesto de la fama?

Me encontraba atascado tratando de terminar mi novela anterior, El Mercader de la Muerte —sobre un traficante de armas en la década de los 30—. Se me ocurrió la idea al ver el auge de personas que escribían poesía en Instagram, un fenómeno insólito porque hasta entonces la poesía había estado relegada a las estanterías más polvorientas y a los bares en donde se recitaba.

De repente, los poetas de Instagram llenaban estadios, así que pensé que podía escribir muy bien sobre el fenómeno de la suplantación y la impostura. En cierto modo, la mayoría de los escritores tenemos un tema al que volvemos de forma recurrente y creo que la impostura es uno de los míos.

Mi primera novela trataba sobre un redactor publicitario, cansado de su trabajo, que decidía hacerse pasar por un escritor de autoayuda; la segunda trataba sobre un hombre con una carrera mediocre que entraba en una escuela de negocios para hacerse pasar por un ejecutivo con buenos contactos; luego escribí sobre un mentalista en los años 30 que se hacía pasar por el hijo de un príncipe… sin pretenderlo, la impostura es un tema que me interesa especialmente.

¿Qué razón encuentra para ese interés literario por la impostura y los impostores?

En primer lugar, creo que la literatura ya es en sí misma una forma de impostura. Luego pienso que de alguna forma a todos nos atrae el caradura, ese tipo de personas que viven muy al límite son personajes literariamente muy atractivos. Y todo esto entronca muy bien con el tema de las redes, en las que vivimos mucha impostura.

Todos los que estamos en redes somos un poco impostores, no enseñamos nuestras miserias ni lo mal que nos va, sino que enseñamos fotos de un viaje maravilloso, un chuletón en un restaurante estupendo o una exposición para que se vea lo cultos que somos. Hay un ejercicio de postureo y se crea una personalidad de nosotros mismos en redes. Esta novela lleva esa idea un poco más allá.

Posadas, entrevistado con motivo de la publicación de 'El fracaso de mi éxito' (Espasa, 2025).

Posadas, entrevistado con motivo de la publicación de 'El fracaso de mi éxito' (Espasa, 2025). Isabel Muñoz

En la literatura y en el teatro probablemente la impostura tiene la función de ampliar las posibilidades de quiénes somos realmente… ¿cuál es su opinión?

Hay una tendencia a pensar que las novelas pueden darte soluciones a tu vida, pero en realidad son un espejo que te hace verte a ti mismo. Es como ir a un psiquiatra que te pide tumbarte en un diván. Él no dice nada, tú solo te pones a hablar, a hacerte preguntas en alto, y acabas llegando a conclusiones tú mismo.

Esa es quizás la función de la literatura: ponerse delante de una realidad y hacerse preguntas sobre cómo te explicas aquello que estás leyendo.

En un momento, uno de sus personajes afirma que el 95% de los libros no deberían estar en las librerías. “No te dije que dejaras de escribir sino de publicar”, añade…

En esta novela el protagonista y su mejor amigo creen más en el valor literario de los libros que en el del puro entretenimiento y creen que solamente se deberían publicar aquellas novelas que van a perdurar en el tiempo, lo cual es muy difícil, lógicamente, porque nunca sabemos cuáles serán.

En realidad, los editores muchas veces tienen la sensación de que se publican muchos libros, novelas en España nuevas tenemos unas 45.000 al año. También el protagonista, Gonzalo Montenegro, cree que por muy bueno que sea algo publicado, es muy difícil que alguien lo lea porque estamos inundados, hay más escritores que lectores prácticamente.

¿Habla usted de un conflicto generacional, de un cambio en el modo de consumir la ficción hacia el audiovisual?

Más allá del conflicto generacional, que ha existido siempre, yo creo que estamos en un momento en el que los padres analógicos tienen hijos digitales con los que ni siquiera se entienden. Antes, cuando llegabas a casa, tus padres pensaban que ya estabas a salvo, y que nada malo te podía pasar dentro de casa.

Ahora, el chico está delante de una pantalla en un cuarto encerrado y no sabes qué le está pasando, quizás llegue el peligro al entrar en su cuarto.

¡Se ha vuelto más peligroso el cuarto que el portal!

Exactamente. Es una situación peligrosa y muchas veces no lo entendemos porque no lo hemos vivido. Por otro lado, está esa relación de las nuevas generaciones con el éxito, porque el éxito se ha convertido en una obligación, tanto en la esfera privada, donde se espera que seas considerado un triunfador en tu entorno social, como el hecho de tener éxito real y que puedas vivir de él.

Según determinados estudios, la profesión preferida de muchos de los escolares españoles hoy es ya la de youtuber, para la cual lo único que necesitas aparentemente es un teléfono… La fama antes era un fenómeno muy restringido relacionado con lo que determinaban los medios de comunicación, ahora no necesitas ningún intermediario y a lo mejor te ves viviendo en Andorra ganando millones de euros al año.

El laberinto de Teseo

¿Se ha escrito mucho o poco sobre el tema del éxito?

Me sorprendió muchísimo que, teniendo la importancia que tiene el éxito en este momento, no haya más novelas sobre este tema. Es curioso porque cuando escribes un libro siempre buscas documentarte, y es un tema quizás más importante en la literatura americana. Ahí están La Hoguera de las Vanidades de Tom Wolfe o Dinero de Martin Amis…

Lo que de alguna forma yo quería era contemplar los distintos tipos de éxito que existen, y los distintos tipos de fracaso. El protagonista es un escritor fracasado, o así se siente él, lo cual supone que la vocación, a lo que ha dedicado toda su vida, ya no tiene ningún sentido. De alguna forma el protagonista lo vive con especial dolor por esa sensación de que hay mucha gente que triunfa siendo mediocre o colgando chorradas en las redes sociales.

El protagonista cree que vivimos en la sociedad de la mediocridad porque esas personas tienen un altavoz que les permite crear contenido de forma fácil, cuando son idioteces, mientras que lo que él crea es algo mucho más profundo pero sin espacio.

El éxito y el fracaso, sin embargo, son términos profundamente subjetivos…

Estos términos están en la raíz de cómo nos percibe la gente. Hay pocas personas que digan que han tenido mucho éxito porque han sido grandes padres o porque se han ganado la vida honradamente. Vivimos en un entorno social, es difícil no compararte.

Lo habitual es que se transmita la frustración porque tu cuñada tiene más éxito o porque tu hermano tiene más dinero, pero quizás en España tenemos un baremo un poco distinto. A lo mejor una persona que tiene mucho dinero pero se mata a trabajar no nos parece exitosa, frente a Estados Unidos, donde da igual que alguien no tenga vida privada, se le considera un ganador en cualquier caso.

El escritor y gestor cultural, en blanco y negro.

El escritor y gestor cultural, en blanco y negro. Isabel Muñoz

Exit etimológicamente significa irse, no estar…

Éxito es sobresalir, destacar de alguna forma. Incluso la persona que se va a vivir al campo y se sale de la carrera de ratas, y consigue llevar una vida bucólica, puede ser percibido como un ganador, porque ha logrado hacer lo que quiere, o un fracasado. Pero sigue estando dentro de la rueda de valoraciones.

En algún momento usted describe en su novela que “la fama es como el laberinto de Teseo”: hay quien rápidamente encuentra los códigos sociales que le permiten orientarse y luego está quien se queda dando vueltas…

Muchas veces la gente que tiene éxito de forma muy rápida tiende a pensar que quien no lo tiene es tonto, aunque quizás en su caso fue determinante el factor suerte. De alguna forma la gente que se ha trabajado el éxito y finalmente lo consigue no cree tanto que ha encontrado una fórmula.

El éxito que llega desde el principio crea la falsa apariencia de que sabes algo de lo que los demás no se han dado cuenta. El nuevo gobierno de plutócratas de Estados Unidos, por ejemplo, yo creo que da a entender que el común de las personas que no tienen millones de dólares no merece la menor consideración.

¿La calidad puede ir unida al éxito de ventas?

Es un fenómeno más limitado ahora que antes. Los best sellers de los años 80 eran obras de García Márquez, o muchos otros, mira El nombre de la Rosa o El tambor de hojalata, había obras muy vendidas y de auténtica literatura. Ahora sucede menos pero aún hay casos como Patria, uno de esos libros que seguirá leyéndose dentro de 50 años o El Infinito en un junco, que es un libro que ha vendido un millón de libros y es un fenómeno internacional.

Aún hay editores valientes que apuestan por cosas que van a contra pelo. Mira el caso de Uclés con La Península de las casas vacías. Hace poco he leído Orbital de Samantha Harvey, también premiado, que describe un día en una estación espacial, en el que no hay un argumento como tal.

Del gatopardo a la IA

¿Cómo describiría su proceso de escritura?

Como un ejercicio fuerte, contrastado. Me gusta el momento de justo antes de empezar a escribir, cuando tengo la novela más o menos bocetada en la cabeza y también cuando estoy llegando al final. Pero me cuesta el ejercicio de una página en blanco.

La ventaja de una novela es que no es una carrera de 100 metros, es un proceso muy largo en el que lo que escribes al principio da igual porque lo puedes cambiar 100 veces si te da la gana. Ese primer momento de ‘voy a poner las primeras frases’ da mucho vértigo, como cuando estás delante de una montaña y vas a subirla. Luego vas subiéndola poco a poco.

Cita a muchos escritores en su novela. En un momento se puede leer que el mejor retrato de personajes lo hacía Cela en La colmena y que una forma de aprender la sobriedad en la escritura es con El Camino, ¿son opiniones suyas o de su personaje?

Esas dos en concreto sí son mías. Admiro mucho la capacidad de síntesis y de decir mucho con pocas palabras, y en ese sentido Cela en la primera parte de su vida especialmente tiene esa capacidad. Y muchas veces lo que me pone nervioso de las novelas actuales es que te dicen cómo debes sentirte tú. Para mí, el escritor es el que consigue hacer que sientas sin decirte cómo tienes que hacerlo.

Delibes es tremendo, me pasa con él algo que me pasa con muy pocos escritores, y es que su mundo no me interesa, la caza, la vida de los pueblos en los años cincuenta, pero le leo y me quedo fascinado, lo ingiero en dos minutos por cómo está escrito. Tan sintético y tan preciso.

¿Y El Gatopardo? ¿Cómo le ha inspirado para su novela?

Es la obra de un escritor mayor, que fue rechazado por todos, tiene un paralelismo con mi protagonista, Gonzalo Montenegro. Y tiene ese aroma del final de los tiempos, de alguna forma el Príncipe de Salina es ese representante de una estirpe noble que está acabándose, que tiene que caer a lo más bajo apuntando a lo más alto y acaba adaptándose a los nuevos tiempos de una forma que no le gusta.

Al fin y al cabo es también un retrato de la crisis del hombre de mediana edad. Creo que las novelas que he releído son pocas, serán unas veinte, pero en El Gatopardo de Lampedusa siempre encuentro algo que me gusta.

¿Estamos en un final de época? ¿Cómo afecta eso a la literatura?

Sí, en varios sentidos. La llegada del entorno digital ha sido un cambio extraordinario y la inteligencia artificial va a cambiarlo todo. Estamos en ese momento en que no sabemos qué va a pasar. Seguramente el trabajo literario dentro de unos años lo hará una inteligencia artificial antes que un escritor.

Quizás las novelas de más calidad se harán a mano, pero mucha literatura de consumo es muy probable que la acabe haciendo una IA, de hecho ya hay muchos escritores de thrillers que tienen un equipo grande para investigar y hacer ciertas tareas.

¿Ha utilizado la inteligencia artificial en este libro?

Si te digo la verdad, la he utilizado para una cosa: Gonzalo escribe poesía mala en Internet, así que le he pedido a ChatGPT que escribiera poesías, pero eran tan malas que le he tenido que pedir a un amigo poeta que me ayudara a arreglarlas. Lo cual no quita que me parece sorprendente cómo va desarrollándose.

Finalmente, ¿cuál cree que es la función de la literatura y la ficción?

Hay dos necesidades fundamentales. Primera, como medio de expresión, tal como hay personas que necesitan pintar o esculpir, hay otras que necesitan escribir. Es una forma de expresión inherente a nuestra capacidad.

Y luego la escritura, más allá de su calidad literaria, permite que cualquier persona que la lea ejercite su cabeza, activando su mente y llevando su imaginación a otro nivel de una forma única que no puede activarse de ninguna otra manera... delante de una pantalla, menos aún.

A pesar de que las estadísticas dicen que leemos más que nunca, no me acabo de fiar mucho de eso. Si no lees libros desde una edad temprana, luego es muy difícil, porque te acostumbras a las redes sociales y las pantallas. Es importante recordar que la lectura y el libro son la base de un pensamiento crítico.

Todo eso he querido tocarlo en tono de sátira, un tono que en otros países está más aceptado, en Inglaterra, Estados Unidos o incluso Francia, pero creo que a todos nos apetece pasar un buen rato y al mismo tiempo leer un libro que nos haga pensar en algunas cosas.

Gervasio Posadas, frente al objetivo.

Gervasio Posadas, frente al objetivo. Isabel Muñoz

Hay personas que rápidamente encuentran los mecanismos del éxito.

Ellos son personas exitosas, que están en el objeto.

Las personas de las que uno se rodea…

Tengo una relación con gente muy determinada, llevo siendo amigo cincuenta años. Trabajo en un entorno en el que coincido con mucha gente creativa y eso estimula la creatividad, permite pensar de alguna forma, estar en una cierta sintonía. Por otro lado, tengo la suerte de tener una hermana que, como bien sabes, también escribe y con la que hablo todo el rato de esto. Es un brainstorming permanente.