
La premiada escritora, en un retrato para Magas.
Espido Freire, Premio Anaya y autora de la Gen Z: "No puedo dar la espalda a la maldad, hay que mirarla a la cara"
La escritora comparte reflexiones en torno a su nueva obra, 'El diario de la peste', por la que el 6 de mayo recibe un nuevo reconocimiento de la editorial.
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El céntrico barrio de Lista, en Madrid, empieza a despertarse un martes de abril que podría definirse con muchas palabras a excepción de 'cualquiera'. Las tiendas abriendo, los cláxones y el caminar de la gente crean un paisaje sonoro marcado por la actividad de una ciudad que horas antes había quedado sumida en el silencio eléctrico de un apagón sin precedentes.
Espido Freire (Bilbao, 1974) sortea el bullicio y llega con esa templanza propia de quienes aprecian el silencio, precisamente por el respeto profundo que confieren al valor de las palabras. La escritora lleva más de 25 años jugando con ellas, acostumbrada a desenvolverse en la ficción histórica —especialmente dirigida a los adolescentes—.
Este año, su diversión le ha valido un Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil, una suerte de Nobel a las obras que educan en castellano. Esta noche se alzará con él en la Casa del Lector, acompañada por su último retoño literario: El diario de la peste (Anaya, 2025), obra que encuentra su contexto en el Toledo del año 1598, cuando la enfermedad entró por los puertos del norte y se extendió a Castilla.
"La historia se me ocurrió de pequeña. La contaba cada verano a mis primos", recuerda. La protagonista de su cuento, Elena, entonces una niña como ella, narra en primera persona su huida de unos criados que planean matarla a ella y a su hermano pequeño, ante la ausencia de unos padres que puedan protegerla, el pulso asfixiante de la epidemia y la obligación de "hacerse mayor" de manera repentina.

Espido Freire posa para Magas.
Freire, caracterizada por no titubear a la hora de poner a sus pequeños personajes en situaciones complejas, dibuja un escenario marcado por el paso a la madurez, con los temores, los aprendizajes y la superación que en él quedan implícitos.
Asegura haber ido perfeccionando esta historia a lo largo de los "últimos 40 años". Como resultado, hoy palpa sonriente la portada de una aventura de 120 páginas que busca conectar, enseñar y emocionar "tanto a los chavales como a sus padres y profesores".
La literata de los jóvenes
Escribir para adolescentes exige cierto criterio. "Hay que tomárselo tan en serio como se hace con la narrativa adulta", reivindica, adelantándose a cualquier pregunta sobre la consideración de su género como literatura menor. "Como ocurre en esta obra, muchos chicos viven con miedo a que un día sus padres no estén; yo nunca rehuyo de temas complicados".
La bilbaína se delata poco convencida del culto al escapismo que emana de la oferta literaria actual, "quizá marcado por una tendencia de censura que nos llega de Estados Unidos". No es que esté en contra de las "historias amables que buscan entretener y hacer cosquillas", ni de las que "luego se convierten en grandes franquicias audiovisuales", pero su mirada apunta a otro foco.

Freire y su libro frente al objetivo.
"En El diario de la peste no solo aparecen las ideas del valor y la superación, importantísimas de transmitir en todas las generaciones. También está la realidad de que es posible que haya cosas que fallen en el mundo. No se puede dar la espalda a la oscuridad o a la maldad, hay que mirarla a la cara. Ese es el verdadero valor de la literatura".
Los adolescentes "tienen las mismas incertidumbres que los adultos, solo que nosotros las disfrazamos bien y ellos se las plantean de una forma mucho más aguda", plantea. Por eso, los libros ayudan "resolviendo en abstracto problemas que en un futuro se encontrarán en concreto". La literatura es "práctica" y "aspiracional", en la medida en que "enseña modos de comportamiento".
Lo dice con autoridad. No solo porque, en 1999, se hizo con un Premio Planeta a los 25 años —convirtiéndose en la premiada más joven hasta entonces— o porque ha publicado más de 20 obras, sino porque ha pasado años hablando con adolescentes en institutos, escuchándoles, inspirando a nuevos talentos y atendiendo a quienes se sienten fuera de lugar.
Sobrevivir y sobreproteger
A la pregunta "¿cree que los niños están sobreprotegidos por la literatura contemporánea?" responde tajante: "En Occidente vivimos sobreprotegidos niños y adultos. Damos por hecho cosas como la electricidad, o que todo funciona porque siempre ha sido así", hasta que un día deja de hacerlo.
La novela de Freire, cuya campaña promocional ha venido acompañada curiosamente de la entrega de kits de supervivencia a bookstagrammers y demás prescriptores de lectura en redes sociales, habla justamente de eso: de lo que pasa cuando cae aquello que se da por sentado. El apagón del pasado abril lo demostró a todo un país en apenas cuestión de minutos.
"Hay pueblos que viven sometidos a este tipo de tensiones a diario; no nos viene mal mirar alrededor de vez en cuando y ser conscientes de lo que tenemos", reflexiona, "aunque yo, de todo lo que ha pasado recientemente, me quedo con la solidaridad, las experiencias positivas y la reafirmación de que los seres humanos somos supervivientes natos".

La autora de 'El diario de la peste' en la entrevista.
Cuando la vasca concibe sus historias, lo hace con la evidente influencia de su formación como filóloga por delante, y priorizando la permanencia a la inmediatez. Asegura estar "muy satisfecha" con su literatura, honesta si bien "menos estruendosa o atractiva en el corto plazo, que conecta a un nivel menos epidérmico", pero cala mejor en los recuerdos del lector.
Esta filosofía la enlaza a su forma de estar presente en redes sociales: "TikTok es la única entre las principales en la que no genero contenido", revela, pese a que el fenómeno #BookTok cuenta con más de 165.300 millones de visualizaciones. "La presencia física ahí es imprescindible, y yo lo que quiero es que la obra esté delante. No me siento tan cómoda con el personalismo", confiesa.

Retrato en blanco y negro de la escritora.
En su carrera, también ha encontrado inspiración en autoras como Jane Austen, a quien ha dedicado su nuevo ensayo, Dos tardes con Jane Austen (Alianza Editorial, 2025): "En mi obra hay una reivindicación personal marcada por figuras que han sido mal entendidas durante años. Con ella, lo que ha existido es una dulcificación excesiva en torno a su vida, sus novelas y sus traumas. A mí me interesaba ofrecer una visión más realista", y así lo ha hecho en su texto.
En el caso de El diario de la peste, es una obra escrita durante el confinamiento que ahora queda reconocida por Anaya. "Cuando me lo comunicaron, no me lo creía. Fue el alegrón del año. Recibir la recomendación de críticos, profesores, etc., es para mí algo esencial" que lleva obteniendo desde que debutó con su Irlanda (Planeta, 1998). "El día en que no ocurra, porque en algún momento pasará, no sabré cómo afrontarlo", concluye con su característica media sonrisa.