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La Jungla / Social

La maligna broma de una hija con demasiado tiempo libre

En la Jungla. Sustituir unos bombones por coles de Bruselas ya es una broma demasiado cruel que bordea los límites del humor. Pero encima hacerlo así es ya demasiado.

27 diciembre, 2018 14:04

En estos días en los que tenemos que soportar a la familia hay que buscar formas de aligerar el trago, y nada mejor que una buena broma. En España el día es el 28 de diciembre, pero no en Escocia, donde hay que esperar hasta el 1 de abril para celebrar el Fool's Day. Pero Judy Brown, una cantante, no ha querido esperar tanto y boicoteó el día de Navidad a su padre.

Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, pero Judy no estaba seguro de ello. Por eso ha querido hacer que su trampa diese un salto evolutivo natural. O no tan natural.

Hace dos años ya fue extremadamente cruel, al regalar a su padre una caja de deliciosos Ferrero Roche pero sustituyendo su dulce contenido por... coles de Bruselas.

Tras un año de barbecho, ha contraatacado. Pero no se ha limitado a repetir la broma, no. Ha hecho lo que un villano de opereta con demasiado tiempo libre haría.

Lo sé. Al ver la fotografía un escalofrío ha recorrido tu espina dorsal a la velocidad que Pedro Sánchez coge el Falcon. "¿No habrá...?" has pensado.

Sí. Judy se dedicó a rebozar en chocolate y avellanas las coles de Bruselas, luego las envolvió en el papelito y las volvió a poner en la caja. Incluso se esforzó para sellar la caja exactamente igual que si fuese nueva, incluso con el pequeño papel transparente alrededor de la caja.

A pesar de que el año pasado no realizó ninguna broma con los bombones, su padre los miraba con sospecha. De hecho no los tocó durante la Nochebuena, dejándolos toda la noche en la cocina. Tensión.

Al día siguiente, después de abrir los regalos, el padre ya no pudo más con la tentación. Judy lo siguió y lo observó desde la distancia para no espantarle. "Lo abrió. Lo EXAMINÓ. Lo desenvolvió. Lo examinó MÁS. Con los miedos disipados, se lo metió en la boca. Su cara tocó una sinfonía de emociones: satisfacción, triunfo, petulancia, consternación, confusión, comprensión, horror, asco".

Aquí el cuerpo del delito:

"Nunca me habían llamado genio del mal", explicó después, aunque la verdad es que no entendemos por qué no. A partir de ahora nadie podrá disfrutar de unos Ferrero Rocher tranquilamente.