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El ataque pirata que evitó que EEUU adoptase el sistema métrico decimal

En la Jungla. Estados Unidos es uno de los tres países del mundo que no ha adoptado el sistema métrico decimal. Sin embargo, estuvo a punto de ser de los primeros... si no llega a ser por un ataque pirata.

2 septiembre, 2018 12:35

El metro es una medida muy útil. Todas las demás medidas del sistema métrico -como el litro o el gramo- están calculadas a partir de él. Hoy parece algo normal, pero durante buena parte de la historia de la humanidad la estandarización fue un gran problema. No solo cada país tenía sus propias medidas, estas medidas podían variar de una ciudad a otra, lo cual dificultaba el comercio y facilitaba el engaño. No era algo bueno.

Ya desde el siglo XVII hubo intentos de crear un sistema universal buscando una referencia objetiva. Por ejemplo, John Wilkins propuso la distancia que oscilaba un péndulo simple en un segundo, pero esta distancia dependía de la gravedad y esta puede variar ligeramente según dónde te encuentres. Además, tampoco estaba muy claro cuánto era un segundo.

Y llegó la Revolución Francesa, con su pasión por los sistemas racionales, sencillos y universales. En 1793 la Asamblea Nacional eligió como referencia para el metro la la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre, concretamente del que pasaba por Francia, algo que no gustó en exceso ni a ingleses ni a americanos. Para ello, encargaron a dos científicos, Jean-Baptiste Delambre y Pierre Méchain medir tal distancia.

Cómo se decidió que un metro era un metro

Como no tenían una cinta métrica suficientemente grande, los científicos se dirigieron uno a Dunkerque y el otro a Barcelona -el trozo de tierra más grande del que disponían sin salir demasiado de Francia-, con el objetivo de encontrarse a medio camino. Llevaban un artilugio con dos telescopios que les permitía calcular el ángulo entre dos referencias, lo que con un poco de trigonometría les permitía calcular la distancia.

Después de estar a punto de perder su cabeza más de una vez al ser confundidos con espías -mientras trabajaba en España, Méchain tuvo una escolta del ejército español-, se encontraron con un segundo problema: la curvatura de la Tierra era demasiado irregular para servir como una referencia objetiva. Pero como no querían que su trabajo no sirviera para nada, siguieron con el plan. Para compensar, mezclaron sus cálculos con estimaciones anteriores y del resultado nació el metro que todos amamos.

El 13 de brumario del año IX (4 de noviembre de 1800, si prefieres un calendario menos revolucionario), Francia se convirtió en el primer país en adoptarlo oficialmente. Poco a poco, los demás se fueron sumando.

España, a pesar de haber colaborado en las mediciones, fue reticente de adoptar un producto de la revolución como algo oficial, así que hasta 1849 no se haría oficialmente. Incluso el Reino Unido lo abrazó en 1965, cuando se inició un proceso de implantación que todavía hoy no se ha completado.

Todo el mundo adopta el sistema métrico... ¿todo? ¡todo no!

Tres países en todo el mundo no han adoptado de forma oficial el sistema métrico: Birmania, Liberia y Estados Unidos. Y sin embargo, los americanos estuvieron a punto de ser el segundo país en hacerlo. ¿Qué ocurrió para que no lo fuera? Un ataque pirata.

En 1793, Estados Unidos llevaba 11 años de independencia efectiva y mucha gente estaba dispuesta a abrazar cualquier cosa que les distanciase del malvado rey de Inglaterra, y los pies, las yardas y las millas eran el llamado sistema imperial. El secretario de estado Thomas Jefferson era un apasionado de los sistemas métricos y además un gran francófilo, interesándose en el trabajo que estaban haciendo con el sistema métrico. Francia vio en este interés una gran opción para estrechar lazos con el también revolucionario Estados Unidos, facilitar el comercio con unidades comunes y, de paso, dar un sopapo a los ingleses.

El aristócrata y botánico Joseph Dombey fue el elegido para encabezar una delegación que presentaría el proyecto a Jefferson y lo ayudaría a convencer al congreso para adoptarlo de forma oficial. Zarpó del puerto de Le Havre, pero jamás llegó a Filadelfia.

En algún lugar del Atlántico, una tormenta golpeó su barco y lo desvió de su rumbo, haciendo que acabase en el Caribe, donde se dio de bruces con unos corsarios. Tras descubrir la misión que llevaban, fueron tomados prisioneros y llevados a la isla de Montserrat. Aunque el plan de los piratas era pedir un rescate, Dombey murió en 1794 y buena parte de la documentación que llevaba se perdió.

Los franceses enviaron una segunda delegación, pero Jefferson dejó su cargo en diciembre de 1793 y su sucesor, Edmund Randolf, no tenía el más mínimo interés en los sistemas de medida, por lo que aquella oportunidad se perdió y todavía hoy, más de dos siglos después, no lo ha adoptado a pesar de algunos intentos.

En 1906, Graham Bell -el inventor del teléfono, o al menos quien obtuvo su patente, que no necesariamente es lo mismo- defendió ante el Congreso la necesidad de realizar el cambio. En 1968 el Congreso realizó un estudio que recomendaba el cambio y estableció un plan de 10 años para realizarlo. Pero los defensores del sistema imperial ganaron la batalla en parte gracias a los grandes costes iniciales que tendría el cambio. Las encuestas mostraban que un 45% de los americanos se oponían a él. Y así, la mayor potencia económica del mundo sigue siendo uno de los pocos países que no recurre al metro cuando tiene que ver si ese mueble de Ikea les cabe en la habitación.