La Jungla / Social

75 años después recupera el reloj que los nazis le robaron a su padre

En la Jungla. La historia del reloj de los Duret bien podría ser el hilo conductor de una película o una novela. Después de 75 años la reliquia ha vuelto a la familia.

2 abril, 2018 21:02

En diciembre de 1943 un joven perteneciente a la Resistencia francesa, Jean Duret, escapaba de su pueblo, Habère-Lullin, una pequeña localidad de la Alta Saboya, próxima a la frontera con Suiza. En su huida de la invasión nazi quedaron requisados por los soldados varios de sus objetos, entre ellos un reloj de bolsillo que había heredado de su padre y este, a su vez, del suyo.

Ahora, como si se tratase de la historia del reloj de oro que recibe Butch Coolidge en Pulp Fiction, el objeto ha vuelto a manos de los Duret en un inesperado giro de guión. Jean-Michel Duret, su hijo, recibía el pasado mes de enero una carta desde Berlín firmada por una mujer llamada Sabine Konitzer.

Ella explicaba que había heredado el reloj y este tenía una inscripción que citaba el nombre de Duret, Jean y el lugar de Habère-Lullin. "¿Le interesaría a usted recuperar ese reloj?”, terminaba la misiva. Por supuesto, Jean-Michel dijo que sí. "Solo hace falta darle cuerda", explicó el hombre al diario regional Le Dauphine Liberé antes de que su historia llegase a la prensa nacional.

Una herencia inesperada

Sin gran valor material, pero sí sentimental, la pieza también se ha convertido en un símbolo más de la reconciliación. El padre de Jean-Michel se había salvado de acabar en un campo de concentración de Leipzig saltando en un tren en marcha. Murió hace ocho años y ahora su hijo, un agricultor que sigue viviendo en la localidad, asegura que el reloj "tiene un gran valor sentimental para mí", dijo en Le Parisien

Sabine Konitzer le explicó al hombre que heredó el reloj de una tía suya, así que no podía averiguar cómo había llegado hasta su familia. Su pretensión era venderlo, pero al limpiarlo pudo ver la inscripción y decidió buscar por Internet hasta dar con el heredero. "Es un gesto extraordinario", sentenció un agradecido Duret.