La Jungla / Social

Vivían con dos cadáveres en su casa por si resucitaban

En la Jungla. Todo lo que envuelve la muerte se nos antoja un tanto siniestro, pero al parecer hay personas que no tienen ningún problema por convivir con ella en la habitación de al lado. Y por partida doble.

1 febrero, 2018 21:53

Hay casi tantos ritos funerarios como culturas en el mundo. La manera de procesar el duelo de la muerte de un ser querido cambia según el contexto social y religioso de cada quien y, a veces, nos deja historias de lo más surrealistas y siniestras.

Es el caso de la que protagoniza esta familia de Indonesia que convivía con dos cadáveres en su casa con la esperanza de que algún día pudiesen “volver a la vida”. Así se lo explicaba la matriarca, Neneng Hatidjah, de 77 años, a la Policía.

El descubrimiento se produjo la pasada semana cuando un médico se disponía a realizar una visita rutinaria en su hogar y la mujer le impidió el paso. El facultativo percibió además que un extraño olor emanaba de la vivienda, así que llamó a la policía.

Su esposo y su hija

Cuando las autoridades accedieron por la fuerza a la casa se encontraron los cuerpos sin vida del marido de Neneng y de su hija cubiertos con paños y tendidos en un dormitorio.

Ella misma los había rociado con café y había repartido botes de perfume por todos los rincones, para paliar el fuerte olor. El hombre llevaba muerto desde diciembre y la mujer había fallecido hacía dos años.

Esperando la resurrección

La septuagenaria vivía en la casa, situada a unas tres horas en coche de Yakarta, con otros dos hijos. Ella confesó a la policía que tanto su marido como su hija habían muerto por enfermedad, aunque la investigación está abierta, según France Press.

Ella dijo que había escuchado que si se ocupaba de los cadáveres podrían volver a la vida”, aseguró el portavoz de la policía local, Hari Suprapto.

Una tierra plagada de supersticiones

Los pueblos indonesios siguen fielmente sus tradiciones y una de ellas se celebra cada tres años en el pueblo de Toraja, en la isla de Célebes. Allí llegan a desenterrar a sus muertos, los lavan y los visten con ropa limpia para sacarse fotos con ellos.