Cartel del sendero.

Cartel del sendero. E. E.

Reportajes

El hijo de Isak Andic fue a "ver el sendero" de Montserrat dos días antes de la caída que mató a su padre: "Él organizó la ruta"

Jonathan Andic reconoció ante los Mossos que inspeccionó la zona antes del paseo con su padre. Los Mossos analizan si fue una previsión inocente o un elemento más en un caso marcado por las dudas y el silencio de la montaña.

Más información: Anatomía de una caída: en el desfiladero donde murió Isak Andic con su hijo como único testigo el día que iban a reconciliarse.

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Las escaleras del aparcamiento de las Cuevas de Collbató están gastadas en el centro, como si miles de pies hubieran elegido siempre la misma pisada. Desde allí se sube, a través de 207 escalones semihúmedos por las recientes lluvias, hacia el principio del camino de Les Feixades; una senda de piedra antigua que atraviesa Montserrat con la naturalidad de lo que lleva más de un siglo en el mismo sitio.

A primera hora de la tarde, la luz entra oblicua entre los árboles. El sol pega fuerte. El aire no tiene olor a ciudad. Se oye el roce de la grava bajo las suelas y, a ratos, nada más. En este mismo lugar, el 14 de diciembre de 2024 —hace justo un año y una semana— murió Isak Andic, fundador de Mango. Cayó al vacío desde uno de los tramos estrechos del sendero. Lo acompañaba su hijo mayor, Jonathan, el único testigo directo.

La versión inicial fue la más sencilla. "Un accidente, un resbalón, un mal paso en un camino sin barandilla", se incide en las primeras diligencias policiales. La autopsia preliminar confirmó la causa de la muerte: politraumatismos por caída. Doce meses después, el caso sigue abierto. No porque haya aparecido una prueba concluyente de un homicidio, sino porque la historia no termina de cerrarse.

En el lugar, al que ha vuelto a desplazarse EL ESPAÑOL, no hay cámaras, tampoco hay buena cobertura, ni testigos externos. En la caída del hombre más rico de Cataluña lo que hay es una sucesión de detalles que, superpuestos, han obligado a los Mossos d'Esquadra a mantener la investigación activa.

A la izquierda, Isak Andic, el fundador de Mango; a la derecha, su hijo Jonathan.

A la izquierda, Isak Andic, el fundador de Mango; a la derecha, su hijo Jonathan. E. E.

Según fuentes del cuerpo policial, hay un elemento nuevo que añade profundidad —y ambigüedad— al conjunto: Jonathan Andic estuvo en Montserrat dos días antes de la excursión con su padre, "viendo el sendero" y "preparando la ruta". Él mismo lo reconoció ante los investigadores cuando fue preguntado por su conocimiento preciso del terreno, del aparcamiento y del recorrido.

"Ese dato no prueba nada por sí solo. Pero en un caso construido sobre dudas, ningún detalle es neutro", afirma una investigadora del cuerpo policial autonómico a este periódico. La defensa legal del primogénito de Andic sostiene que este hecho sólo demuestra la preocupación del hijo para que el padre pudiera tener "un camino cómodo".

El camino transitado

Les Feixades no es un sendero extremo. Es un camino histórico, excavado a comienzos del siglo XX para el paso de caballerías, que hoy recorren excursionistas habituales, grupos de escolares y turistas que suben sin demasiada preparación. Es estrecho en algunos tramos, irregular, con piedra suelta especialmente después de las lluvias. Y tiene, en puntos concretos, un vacío que no admite errores.

Sin embargo, para quienes conocen Montserrat desde dentro, la muerte de Andic resulta difícil de encajar. Una pareja de franceses recorre el sendero junto a su perro, un golden retriever, mientras esta crónica se escribe. "Muy bonita, muy tranquila. No hemos tenido ninguna dificultad", expresan.

A raíz del fallecimiento de Isak Andic, el Patronato de la Montaña de Montserrat ha añadido justo al inicio del camino cartelería con "consejos de seguridad". En ella recomiendan utilizar "equipo adecuado", "planificar la ruta", "no ir solo y comunicar el itinerario a alguien", así como otras sugerencias en caso de emergencia.

"La montaña es un espacio de naturaleza, aventura y tranquilidad, pero también requiere prudencia y respeto", reza el mensaje. Estas señalizaciones no se encontraban presentes hace un año, cuando Andic, provisto de ropa de deporte y con experiencia en montaña, sufrió una caída que derivó en su muerte.

Un guarda jubilado del Patronato, que pidió no ser identificado, lo explicó a este periódico con una mezcla de serenidad y desconcierto. Durante más de treinta años se ocupó del mantenimiento de senderos y de la seguridad de las rutas más transitadas. "Por ese camino pasan más de 100.000 personas al año", dice. "Nunca se ha caído nadie. Donde cayó ese señor no ha habido accidentes en 60 años".

A. T., a su paso por el sendero donde el empresario catalán perdió su vida: He visto cómo caen piedras de la montaña pero jamás a alguien caerse.

A. T., a su paso por el sendero donde el empresario catalán perdió su vida: "He visto cómo caen piedras de la montaña pero jamás a alguien caerse". Julio César R. A.

No lo presenta como una teoría ni como una acusación. Es una constatación profesional. Durante su etapa activa vio rescates en otros puntos del macizo, algunos realmente peligrosos. Pero no allí. "Les Feixades es un camino seguro. Solo hay que tener sentido común. No entiendo cómo alguien puede despeñarse ahí. A no ser que tropiece justo en el borde y nadie pueda reaccionar".

Ese "justo en el borde" es clave. El punto de caída es uno de los pocos del recorrido donde un traspié puede volverse definitivo: no hay vegetación que frene, no hay talud intermedio, no hay margen para corregir. Un paso mal dado basta. Todavía, la montaña no explica lo ocurrido. Sólo ofrece condiciones.

La 'preexcursión'

Según fuentes de los Mossos, Jonathan Andic acudió a Montserrat dos días antes de la caminata con su padre. Fue solo, con su coche. Reconoció la zona. "Vio que el camino fuese apto, que estuviera bien". Esa expresión, tal y como aparece en las diligencias, describe una acción concreta y, al mismo tiempo, abierta a interpretación: recorrer una ruta, medirla, anticiparla.

Para la defensa, la explicación es directa: Jonathan organizó la excursión y quiso asegurarse de que el camino era adecuado para su padre, de 71 años, que no iba a completar un recorrido largo porque tenía compromisos más tarde. De hecho, según fuentes policiales, el propio Jonathan explicó en su declaración: "Lo organicé yo y también elegí yo la ruta".

El 14 de diciembre, padre e hijo caminaron por Les Feixades. Era momento de reencontrarse después de unos meses intensos de discusiones y alejamientos familiares. Los motivos son diversos. En cualquier caso, la reconstrucción del suceso se sostiene sobre el testimonio del hijo, los datos técnicos del rescate y los informes forenses.

El aparcamiento donde Jonathan Andic dejó su vehículo el día del trágico accidente, vacío este miércoles.

El aparcamiento donde Jonathan Andic dejó su vehículo el día del trágico accidente, vacío este miércoles. Julio César R. A.

Según el relato de Jonathan, él iba unos pasos por delante. Isak caminaba detrás. Habían pasado muy pocos minutos. Escuchó un sonido seco, piedras rodando. Al girarse, su padre ya no estaba. La caída fue rápida. Imposible de detener.

Los equipos de rescate descendieron con cuerdas hasta el punto donde yacía el cuerpo. Recuperaron objetos personales. El móvil de Isak quedó severamente dañado por el impacto. La cartera y otros efectos seguían intactos. El sendero se cerró de forma temporal y volvió a abrirse al día siguiente. No quedó señal alguna en el lugar.

Durante las primeras semanas, la investigación apuntó a un accidente de montaña. El terreno estaba "moderadamente húmedo", según el informe técnico de los bomberos. La visibilidad era buena. El viento, leve. No se encontraron signos de forcejeo ni indicios de la presencia de terceros en el punto de caída. Pero la ausencia de pruebas no resolvió todas las dudas.

Dos declaraciones

Jonathan Andic declaró en dos ocasiones. La primera, el mismo día del suceso, fue breve y marcada por el impacto emocional. La segunda se produjo semanas después, ya con abogado, y se prolongó durante más de tres horas.

Fue en esa segunda declaración cuando, según fuentes de los Mossos, aparecieron incongruencias. No contradicciones radicales, sino imprecisiones persistentes: la posición exacta de Jonathan en el momento de la caída, la posición exacta de su padre, la ubicación del coche en el aparcamiento.

Hubo un punto que llamó especialmente la atención de los investigadores: las fotografías. En su primera declaración, Jonathan aseguró no haber tomado ninguna imagen durante la caminata. El análisis posterior de su teléfono mostró que sí había hecho fotos. Con ellas aparecían los metadatos: hora, localización aproximada, altitud.

En un caso sin testigos ni cámaras, esos datos se convierten en una herramienta fundamental. No explican lo ocurrido, pero ayudan a reconstruir dónde estaba un dispositivo en determinados momentos. Las incongruencias, subrayan fuentes policiales, no equivalen a culpabilidad. Pueden explicarse por nervios, lapsus o confusión. Pero obligan a seguir investigando.

Tres mujeres caminan delante de la comisaría de los Mossos en Martorell, donde se realiza la investigación policial.

Tres mujeres caminan delante de la comisaría de los Mossos en Martorell, donde se realiza la investigación policial. Julio César R. A.

El teléfono y el tiempo

En una muerte sin testigos, los minutos importan más que las palabras. Uno de los detalles que los Mossos han analizado con mayor atención es el orden de las llamadas tras la caída. Jonathan no llamó primero al 112. Llamó antes a Estefanía Knuth, pareja de su padre. Sólo después avisó a emergencias.

Según fuentes del caso, los Mossos solicitaron registros de antenas y datos de geolocalización de los teléfonos de padre e hijo. La jueza autorizó parcialmente esas diligencias y el volcado del terminal de Jonathan. El móvil de Isak, muy dañado, ofrecía menos posibilidades de análisis.

Con la información disponible, la policía elaboró un informe técnico entregado en junio que incluía la cronología de llamadas, los movimientos registrados y entrevistas al entorno personal y familiar. Ese informe no aportó pruebas directas de criminalidad. Pero tampoco permitió cerrar el caso con certeza.

Desde el punto de vista procesal, la causa permanece bajo secreto. Fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña han reiterado que "la investigación está residenciada en el cuerpo policial" y que, en este momento, "no se dirige contra ninguna persona concreta".

Esa situación crea una zona incómoda: una investigación activa en sede policial y una ausencia de imputación formal en sede judicial. En términos prácticos, significa que los Mossos siguen analizando hipótesis mientras el juzgado mantiene el procedimiento en segundo plano.

Para la familia Andic, esa indefinición se traduce en un duelo prolongado. Para Jonathan, en una sospecha que no termina de cristalizar ni de disiparse. Para la investigación, en la obligación de agotar todas las vías antes de cerrar el expediente.

Jonathan Andic, a la llegada del entierro de su padre, Isak.

Jonathan Andic, a la llegada del entierro de su padre, Isak. GTRES.

El caso abierto

En ese contexto, la visita del 12 de diciembre adquiere un peso específico. No porque cambie por sí sola la naturaleza del caso, sino porque se suma a un conjunto de elementos que ya habían generado dudas.

La policía analiza ahora cómo encaja ese desplazamiento previo con los tiempos de la excursión, con el conocimiento del terreno y con la elección del recorrido. Si fue una previsión razonable o un reconocimiento previo es una cuestión que no se resuelve con una sola prueba, sino con la coherencia —o incoherencia— del conjunto.

Para los investigadores, el reto es evitar dos errores opuestos: ver intencionalidad donde solo hay planificación, o pasar por alto un elemento que podría ser relevante.

Montserrat es un lugar transitado y, al mismo tiempo, profundamente solitario. Basta con que dos personas no coincidan en el mismo tramo a la misma hora para que no haya nadie más. Por eso, la investigación se apoya en dispositivos, tiempos y relatos. Y por eso cada nuevo dato —una foto, una llamada, una visita previa— adquiere una dimensión que en otro contexto no tendría.

En el punto exacto donde cayó Isak Andic no hay hoy ningún indicio que recuerde que allí perdió la vida una de las figuras empresariales más relevantes de Cataluña. Las flores que aparecieron los primeros días desaparecieron pronto y no regresaron. Tampoco se colocó en él ninguna señal de advertencia. El sendero sigue abierto, intacto, como si el lugar no hubiera registrado nunca el suceso.

El punto exacto por el que cayó Isak Andic antes de fallecer, este miércoles.

El punto exacto por el que cayó Isak Andic antes de fallecer, este miércoles. Julio César R. A.

Isak Andic era un empresario acostumbrado a cerrar ciclos. Fundó Mango, la convirtió en un imperio global y se retiró de la gestión diaria años antes de morir. En los últimos tiempos, encontraba en el mar y en la montaña un espacio de calma. Montserrat había sido desde hace años uno de esos refugios.

El 14 de diciembre subió para caminar con su hijo. Un año después, esa caminata sigue siendo un rompecabezas. Los Mossos continúan trabajando con discreción a muy pocos kilómetros, en Martorell. La jueza mantiene el secreto. La familia espera. Y la montaña, como siempre, no dice nada. En esa ausencia de palabras se juega el desenlace de una historia que todavía no ha encontrado su última frase.