Jordi Pujol Ferrusola, hijo de Jordi Pujol i Soley, es el hermano mayor del clan familiar: la Fiscalía Anticorrupción pide 29 años de cárcel para él.

Jordi Pujol Ferrusola, hijo de Jordi Pujol i Soley, es el hermano mayor del clan familiar: la Fiscalía Anticorrupción pide 29 años de cárcel para él. Arte / E. E.

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"Adicto al sexo y a los coches de lujo", "encantador de serpientes" y "bipolar": los excesos de Jordi Jr., el líder del clan de los Pujol

Tras una década de espera, el juicio a los Pujol comenzó el pasado 24 de noviembre en la Audiencia Nacional de Madrid.

La expareja de Jordi Pujol Ferrusola, Victoria Álvarez, analiza junto a un psicólogo la figura del primogénito de los siete hermanos.

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Blanqueo, asociación ilícita, delitos contra la Hacienda pública, tráfico de influencias, falsedad documental, delito de frustración de la ejecución. Si la película de Stanley Donen presentaba el rapto de siete novias para siete hermanos, el caso Pujol trataría más bien de siete hijos y un padre secuestrados en el banquillo bajo la sospecha de haber cometido algunos de los siete grandes pecados capitales de la picaresca fiscal y financiera.

Han pasado 11 años desde aquel 25 de julio de 2014 en el que Jordi Pujol padre reconoció que su familia mantuvo durante décadas dinero oculto en el extranjero. Por ello, el 24 de noviembre de 2025 se siente como un evento histórico: en la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares (Madrid), el patriarca, a sus 95 años, se conecta al juicio por videoconferencia; en la sala están sus siete hijos, alineados como una selección de fútbol.

En el centro de esa imagen se sienta Jordi Pujol Ferrusola, o Jordi Pujol Jr., el primogénito. Viste un traje oscuro y luce un semblante serio. Para él la Fiscalía Anticorrupción pide la mayor condena: 29 años de prisión.

Jordi Pujol Ferrusola a su llegada a la Audiencia Nacional el pasado 24 de noviembre.

Jordi Pujol Ferrusola a su llegada a la Audiencia Nacional el pasado 24 de noviembre.

Quien más de cerca vive el día a día del juicio es Victoria Álvarez, expareja de Jordi Pujol Ferrusola. "Tengo una sonrisa de oreja a oreja, como creo que debería tener cualquier español de bien. Siento enorme sensación de satisfacción", asegura en conversación con EL ESPAÑOL. "Es como ver a una mafia entera sentada en el banquillo".

Álvarez fue una pieza fundamental en el puzle judicial de los Pujol. Fue ella quien, en 2012, rompió el silencio ante la Policía y la justicia, detallando los presuntos viajes a Andorra de su pareja con bolsas llenas de billetes de 500 euros. Su testimonio, a menudo calificado como el detonante que hizo saltar por los aires la omertà alrededor del clan, permitió tirar del hilo de una trama que hasta entonces parecía intocable.

"Algún que otro abogado ya se está vistiendo con la bandera y empieza a hablar de la Operación Cataluña. El de Oriol, por ejemplo, menciona ya 'nación' y 'terrorismo'. El otro día dio un discurso independentista y lo politizó todo. Creo que eso va a jugar en su contra. Los jueces están cansados de los follones políticos y esto no va de banderas sino de corrupción. Sin embargo, hay cosas que no van a salir. Hay mucho en el extranjero".

La tesis de la Fiscalía es clara: durante décadas, la familia Pujol habría cobrado comisiones de empresarios afines a cambio de adjudicaciones públicas de la Generalitat, amasando una fortuna que ocultaron y blanquearon a través de cuentas en Andorra y una maraña de sociedades pantalla.

Lo que se juzga ahora no es una simple evasión fiscal, sino la existencia de una "organización criminal" de tipo familiar, estructurada y persistente en el tiempo. Según un informe de la UDEF, la familia habría amasado 290 millones de euros mediante plusvalías ilícitas, comisiones y prácticas corruptas sistemáticas.

La defensa intenta vestir el caso de conspiración política y apela a la Operación Cataluña, al intento del estado español de perseguir y destruir al independentismo. Sin embargo, en la mesa del tribunal lo que se juzga son los movimientos bancarios, los correos de los testaferros, las anotaciones de las cuentas opacas, los informes de concesiones portuarias en Argentina o las recalificaciones urbanísticas de la Costa Brava.

Si bien hay cargos compartidos por toda la familia, en el caso de Jordi Pujol Ferrusola la acusación es todavía más grave. Además de participar en la trama general, se le considera el principal gestor de los fondos familiares. Fue él quien multiplicó, presuntamente, el capital que la familia tenía en Andorra mediante inversiones en puertos, inmobiliarias y grandes operaciones financieras internacionales.

El encantador de serpientes

Jordi Pujol Ferrusola nació en 1958 y fue el primero de los siete hijos del matrimonio entre Jordi Pujol i Soley y Marta Ferrusola. Dentro de la familia, su papel era mucho más que el del primogénito. Los informes policiales y judiciales lo definen como un "eslabón trascendente" en el devenir económico de Convergencia Democrática de Catalunya (CDC), una especie de tesorero informal en la sombra.

También sostienen que fue él quien asumió la dirección del patrimonio oculto, especialmente desde que los hijos de Jordi Pujol padre comenzaron a recibir en Andorra lo que al principio se llamó "la herencia del abuelo Florenci".

Se sabe que Jordi Pujol Jr. viajó a Andorra a recoger bolsas de dinero en metálico, a Londres para reunirse con un intermediario que lo iba a ayudar a presuntamente blanquear capitales y que, después, el joven Pujol invirtió millones de dinero negro en el puerto de Rosario (Argentina) procedentes de Suiza, Andorra y Panamá.

Según señala la UDEF, en todo ese tiempo actuó como tesorero de facto de Convergència, recaudando comisiones del famoso 3% a empresarios que luego lograban adjudicaciones (un modus operandi similar al del caso de Servinabar de Santos Cerdán); asumió la "dirección de toda la estrategia" de ocultación y gestión del patrimonio familiar; movió dinero de Andorra a Panamá usando testaferros vinculados a la Banca Privada d’Andorra.

"Jordi no tenía plata blanca, lo metió todo en negro", resumió un exsocio argentino de Pujol, que lo describió como un "loco con mucha plata", más preocupado por las mujeres, los coches de lujo y "la vida loca" que por trabajar.

Más allá de los tejemanejes fiscales, su "vida loca" tenía una escenografía muy definida: coches de alta gama, mansiones en los mejores barrios de Barcelona, reformas millonarias, fines de semana en la Cerdanya y viajes constantes. "Yo empecé a sospechar de todo en un viaje a Londres. Oí conversaciones en las que Ferrusola llamaba a Jordi preguntándole dónde estaba el dinero", explica Victoria Álvarez.

"Allí, en Londres, había un indio [Herbert Rainford Towning] que era quien les movía todo el dinero. Pero a mí lo que me cabreó de verdad fue que me utilizara para llevar el dinero sin yo saberlo".

Se refiere a que, al menos en un viaje de regreso a España desde Andorra, ella vio fajos de billetes de 500 € en una mochila de Pujol Jr. Él la habría metido en su coche para cruzar la frontera sin advertirle de las posibles consecuencias legales.

"Ese fue uno de los principales motivos por los que dejé a Jordi. Él siempre decía eso de 'a mí no me va a pasar nunca nada'. Es una persona que se creía por encima del bien y del mal. Cuando le dije que le quería dejar... me dio un puñetazo. Me dejó dos días sin poder moverme de la cama. Era una persona agresiva".

Episodios así encajan con el retrato de un poder vivido sin frenos ni contrapesos, casi como una especie de licencia para hacer y deshacer a gusto propio. No eran sólo arrebatos de carácter, sino el resultado de años de moverse en un entorno donde todo se le perdonaba, todo se le tapaba, todo se le aplaudía.

Su actitud, por tanto, es común, según el psicólogo Jorge López Vallejo, experto en el análisis de perfiles de grandes compañías. Él asegura que un poder como el que ostentaba Jordi Pujol, "cuando se experimenta desde el privilegio heredado o la impunidad percibida, actúa como una droga especialmente peligrosa, y no sólo porque desinhibe, sino porque construye una ilusión de invulnerabilidad".

Es la profecía que se cumple sola, un sujeto que "se siente por encima de las reglas, que actúa como si lo estuviera". Si a eso se le suma que "el entorno confirma o tolera ese comportamiento, el sistema psicológico se consolida: 'Nada me puede tocar'".

Victoria 'Vicky' Álvarez, expareja de Jordi Pujol Ferrusola.

Victoria 'Vicky' Álvarez, expareja de Jordi Pujol Ferrusola. Toni Garriga EFE

Victoria Álvarez recuerda que Jordi Pujol, además, "tenía problemas de bipolaridad, para los que se medicaba" y que, además, "sufría problemas de adicción al sexo, por lo que estuvo ingresado". En general, señala ella, [los Pujol] "son bastante promiscuos". Asimismo, describe su personalidad como la de "un encantador de serpientes", algo que también se traslada a gran parte de sus hermanos.

"Al principio los Pujol son simpáticos, divertidos, muy rápidos al hilar ideas. Pero luego rascas y encuentras la foto de verdad. La madre los crió sin dejarlos jugar con niños en español. Les metieron el odio a España desde pequeños. Siempre han sido unos radicales que han querido que Cataluña fuese su cortijo. Es difícil que sean normales. Entre ellos hacen una piña gorda. Los hermanos, los padres, las mujeres: todo en ellos es exagerado. No hay nada tranquilo. Lo bueno es muy bueno y lo malo, malísimo".

En psicología, este tipo de perfiles suelen caer en lo que se denomina la espiral del más. "Aquellos que están expuestos desde jóvenes al dinero fácil y al poder heredado caen en un fenómeno psicológico claro: la construcción del yo a partir del estímulo", añade López Vallejo.

"Cuando la validación no proviene del esfuerzo sino del acceso, la forma de sentir intensifica los estímulos: más dinero, más riesgo, más lujo, más impacto, más notoriedad. El problema es que la tolerancia al estímulo crece, igual que con cualquier ciclo adictivo".

En este tipo de perfiles son frecuentes "las conductas impulsivas, la búsqueda de riesgo financiero, las relaciones superficiales y utilitarias con necesidad constante de excitación externa". Compras compulsivas, compulsiones vinculadas al juego o adicciones relacionadas con la sexualidad son típicas de perfiles como los de Jordi Pujol Ferrusola.

Por ello, su paso en prisión desde abril de 2017 hasta diciembre de 2017 –ingresó en Soto del Real por una resolución del juez de la Audiencia Nacional José de la Mata– fue un golpe muy duro para él. De hecho, en las imágenes de su liberación se le veía extremadamente delgado, con el semblante descompuesto.

"Cuando el sistema de excesos se derrumba mediante investigaciones, la pérdida de prestigio, la limitación de movimientos o la exposición judicial, emerge la fase más dura: la descompresión del yo. La persona se enfrenta por primera vez a sus límites reales, a las consecuencias externas, a la pérdida de privilegios y, sobre todo, a un silencio interior para el que no está preparada".

Jordi Pujol Ferrusola antes de entrar a la cárcel; a la derecha, después de su paso por prisión.

Jordi Pujol Ferrusola antes de entrar a la cárcel; a la derecha, después de su paso por prisión. EFE

Coches de lujo y casas en el Pirineo

El poder, la influencia y el dinero de los Pujol también se tradujo en una vida de excesos. Un Ferrari F40, un Lamborghini Diablo, un Ferrari Testarossa, un Mercedes SLR McLaren: la lista de los coches de alta gama de Pujol Jr. llegó a alcanzar los 2 millones de euros.

Victoria Álvarez recuerda algunos detalles cotidianos. "A él le encantaba dejarlos ver, exhibirlos por la Cerdanya. Recuerdo que el Ferrari le gustaba especialmente. También un Jaguar antiguo, azul, descapotable, muy bonito. Aunque, de normal, él siempre conducía un Audi y cogía una pick-up de su madre".

La joya de la corona de su colección era un Lamborghini Miura P400 tasado en hasta 959.000 € en la última valoración de la Oficina de Recuperación y Gestión de Activos. Le seguía el Ferrari F40, valorado en 678.000 €, uno de los modelos más codiciados del mundo. El Testarrosa llegó a estar tasado en 120.000 euros; el Diablo, en 250.000 €; el Jaguar E-Type 3.8 Roadster, en casi 150.000 €. "Yo llegué a contar más de veinte coches", asegura Victoria Álvarez.

Pujol Ferrusola declaró ante el Parlament catalán en 2015 que había pagado por todos ellos apenas 100.000 euros en total, unos 10.000 de media por unidad. Argumentó que sabía "comprar coches antiguos" y que los había adquirido "a gente con problemas". Hacienda y la Audiencia Nacional, sin embargo, no se lo creyeron. Anticorrupción, de hecho, sostiene que usó esa colección como fórmula para blanquear dinero de origen ilícito.

Además de coleccionar vehículos deportivos de lujo, Pujol Jr. también competía. En su época más activa llegó a inscribirse en carreras de clásicos con un Porsche 906, valorado en casi 1 millón de euros. Con ese participó en las 12 Horas del Jarama.

En el plano inmobiliario, el gran símbolo era su mansión de Pedralbes. En 2003, Jordi Pujol Jr. y su entonces esposa, Mercè Gironès, compraron un chalé unifamiliar en una de las calles más caras de Barcelona por unos 2,1 millones de euros. Entre 2005 y 2007, invirtieron más de 730.000 euros en reformas: 51.000 para el jardín, más de 31.000 en iluminación, 25.450 en una nueva cocina, miles más en puertas automáticas de garaje. En 2014 vendió este inmueble, valorado en 6 millones de euros.

Además, Pujol Jr. tiene una casa en Bolvir, Cerdanya, en el prepirineo, un pueblo que, en palabras de Álvarez, "es una monada". La vivienda, de estilo casa de pueblo reformada, dispone de varias plantas, porches, soportales, jardín y una gran piscina. Está situada en una de las zonas más caras de la comarca, cerca del Real Club de Golf Cerdanya, uno de los más exclusivos de España.

Álvarez asegura que, además de este, Pujol conserva otro domicilio en la calle Muntaner, en Barcelona capital, su ciudad de residencia habitual (la de Cerdanya sólo la usa para vacaciones o fines de semana).

Jordi Pujol Ferrusola, en una imagen de archivo.

Jordi Pujol Ferrusola, en una imagen de archivo.

El psicólogo Jorge López Vallejo explica que Jordi Pujol Jr. se ha convertido en un símbolo de un tipo de personaje "que vive instalado en la frontera entre el poder económico, la ostentación sin freno y la búsqueda permanente de estímulos". Eso hace que su figura pública, "rodeada de coches de lujo, operaciones financieras opacas y un modo de vida de intensidad constante encaja en un patrón psicológico que la Terapia Breve Estratégica ha descrito repetidamente: la trampa del exceso como forma de identidad".

Pese a los embargos de parte de sus bienes, las ventas forzadas y la caída en desgracia en el escenario mediático del clan Pujol, Álvarez asegura que, por lo que ve y sabe, su alto tren de vida no ha cesado. "Yo ya comenté ante juez que había mucho dinero en efectivo y que si se hubiese hecho un registro en su momento otro gallo cantaría. Hasta donde sé, Jordi sigue hasta yendo al mismo gimnasio de antes, el más caro de Barcelona".