Valentín junto a su pareja.

Valentín junto a su pareja. Cedida

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El semestre infernal de Valentín en Holanda: le prometieron 700 € a la semana y acabó explotado y viviendo en un albergue

Denuncia que una ETT le ha "engañado". Trabajó fines de semana y noches enteras descargando palés en el aeropuerto para acabar cobrando 400 euros. Como él ya hay cientos de españoles que "tienen miedo de hablar".

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Valentín Fuentes del Burgo atiende a EL ESPAÑOL en sus 20 minutos de descanso de la jornada laboral. Confiesa que ahora está "mejor", pero hace tan sólo unos meses sus condiciones eran "nefastas".

Llegó a Holanda atraído por una jugosa oferta que anunciaba una ETT: trabajo pagado a 650/700 euros la semana con alojamiento incluido. Este joven de 34 años y natural de Ciudad Real, con un trabajo en el sector de la metalurgia, donde no iba a ganar eso "en la vida", y con una hija que mantener, no pudo resistirse.

Hizo cuentas y, cuando efectivamente comprobó que le "compensaba", decidió dejarlo todo y probar suerte fuera de España en busca de un sueldo digno. Pero a su llegada se dio cuenta de que las cosas no iban a ser como le habían prometido.

Trabajaba descargando palés durante ocho horas al día en el aeropuerto, en turnos de mañana, tarde y noche, con fines de semana incluidos. Aun así, ya en su primera semana de trabajo, la nómina no le cuadraba.

"De los 600 o 700 euros que me habían prometido cobré 400, una cifra muy por debajo de lo que se suponía que debería de haber recibido", cuenta. Pasaron las semanas, y esa cifra como mucho subió hasta los 470, aun con pluses de nocturnidad y de fines de semana.

Empezaron a hablarlo entre compañeros y, con una diferencia de como mucho 50 euros, ninguno estaba percibiendo el salario que les habían ofertado. Además, el alojamiento no era otra cosa que una especie de "albergue para drogadictos sin terminar de restaurar" donde convivían 25 personas en "pésimas condiciones".

Valentín Fuentes del Burgo.

Valentín Fuentes del Burgo. Cedida

"El espacio no era el problema, sobre todo si tienes en cuenta que dos semanas al mes no había agua caliente y nos tocaba ducharnos en el gimnasio. Tampoco teníamos extractor en la cocina, ni salida de humos, por lo que nos saltaba la alarma de incendios cada dos por tres", relata Valentín.

Con la madre de su hija, su pareja y su hija en España, Valentín ni siquiera podía recibir visitas. "Si llevabas a alguien, te echaban automáticamente", asegura.

Intentaron hablar con la ETT, pero "se iban por las ramas, decían que las cosas aquí funcionan así o le echaban la culpa a los impuestos". Pero ya harto, Luis, uno de los compañeros de Valentín, decidió plantarse. "El coordinador comenzó a gritarle de muy malos modos y le dijo que si tenía algún problema, que se buscara un abogado".

Al día siguiente Luis estaba en la calle y, en solidaridad a su compañero, Valentín decidió seguirle. Ahora, ambos encabezan una cruzada legal contra esta ETT por los derechos laborales de los "800.000 trabajadores migrantes" que hay en el país, según estima el presidente de la federación sindical neerlandesa FNV, Dick Koerselman, y los cuales viven "situaciones de completo caos".

Proceden de países como Polonia, Bulgaria, Rumanía, Grecia, Portugal, pero también España, dejando como resultado cientos de jóvenes españoles en situación de dependencia y vulnerabilidad. "Muchos no quieren hablar por miedo. Porque si hablan, perderían el trabajo y todo lo que tienen aquí", sentencia Valentín.

ETT que controlan los derechos básicos

En un país tan pequeño como Holanda, son más de 20.000 las ETT que se encargan de captar a jóvenes inmigrantes como Valentín. Pero estas agencias no hacen solo las veces de 'jefes', sino que controlan la vida de estas personas mucho más allá de lo laboral.

El contrato de alquiler y de trabajo se firman en un mismo documento, por lo que si pierdes lo uno, pierdes lo otro. Además, la agencia controla horarios, seguro médico y hasta el acceso al doctor en caso de que se requiera asistencia sanitaria.

El presidente de FNV, Dick Koerselman, sostiene que esta dependencia que crean estas ETT con los trabajadores es "deliberada": salarios bajos, deducciones altas, viviendas precarias y contratos breves que impiden acumular derechos.

"Si se quejan, los sacan del trabajo, pierden la casa, y acaban en la calle", contó en una entrevista con la Agencia EFE.

Imágenes recopiladas por el FNV muestran piernas de un trabajador cubiertas de picaduras de chinches, colchones sucios tirados en el suelo, habitaciones que parecen garajes o naves industriales, humedades, cámaras de videovigilancia dentro del alojamiento y, en general, condiciones claramente insalubres.

Desde hace tiempo, la Inspección de Trabajo ha admitido su dificultad para gestionar adecuadamente el sistema, lo que explica por qué raramente se aplican castigos y las personas perjudicadas no reciben la protección que necesitan.

Simultáneamente, crece el número de migrantes trabajadores que viven en la calle, llegando a unos 10.000 individuos, que constituyen el 60% de toda la población sin hogar en el país, según los datos del Ejército de Salvación.

Ante este panorama, y con una batalla judicial entre manos que espera ganar, Valentín pide "cautela" a los jóvenes de España que se ven atraídos por este tipo de ofertas e insiste en "hay que chequear las cosas bien antes de venir". "La gente tiene que ser consciente de lo que de verdad ocurre aquí", finaliza.