Iratxe Sánchez, durante el mundial de lucha de brazos en Bulgaria.

Iratxe Sánchez, durante el mundial de lucha de brazos en Bulgaria. Cedida

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Iratxe es de Cuenca, tiene 16 años y es la primera española subcampeona del mundo en 'pulso': "Es otro deporte más"

A pesar de que la lucha de brazos no es un deporte reconocido en España, la conquense ya cuenta con una medalla de oro como campeona de Europa.

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Cuando se habla de 'echar un pulso', cualquiera diría que se trata de una disciplina de barra de bar o de patio de colegio, donde entre unos y otros luchan por demostrar quién puede más que el resto. Pero, para Iratxe Sánchez, no se trata de un mero pasatiempo.

Esta adolescente encontró a los 13 años el que para ella es el deporte de su vida. Y sí, "aunque no lo parezca, es un deporte" porque esta conquense, que ahora tiene 16, se acaba de convertir en la primera mujer española en ser subcampeona del mundo en lucha de brazos.

Tuvo que ser en Bulgaria, donde el mal llamado 'pulso' sí se considera un deporte profesional y, además, fue después de conseguir un primer puesto en el europeo que se disputaba tan sólo tres meses antes en Rumanía. Por eso, a Iratxe esta plata le sabe mucho a oro.

El secreto, dice, está en la "constancia", en el "sacrificio" y en "mucha fuerza de voluntad", sobre todo si el panorama se dibuja siempre en contra. La falta de medios hace que tenga que entrenar desde su casa "con neumáticos, rocas, mancuernas" e, incluso, "con sacos llenos de arena". Además, si quiere competir, no le queda otra que pagarse ella misma los viajes.

"Trabajé todo el verano para poder pagarme el desplazamiento hasta el mundial", recuerda en conversación con EL ESPAÑOL. Lo mismo le sucede si el campeonato es nacional. Aunque cuenta con la ayuda incondicional de sus padres, a veces se hace cuesta arriba, pero todos los males se le pasan cuando habla de su "gran pasión".

Ahora, con la mirada puesta hacia el futuro, está en busca de sponsors que la ayuden a seguir creciendo. Piensa sí o sí llevarse a casa "esta vez la medalla dorada", aunque esta pequeña promesa ya ha hecho historia llevando al podio la bandera española y una lucha incansable a favor de la profesionalización de este deporte del que, algún día, le gustaría poder vivir.

Una premonición de su entrenador

La historia de amor de Iratxe Sánchez con la lucha de brazos comenzó "por casualidad". Ella tenía tan sólo 13 años y el que es ahora su entrenador, Iván Marco, llegó hasta su natal Valdemeca –un municipio conquense que apenas llega a los 82 habitantes– en busca de promocionar el Club de Lucha de Brazos de Cuenca.

"Vino con una especie de exhibición y decidí ir con mis amigos a probar. Hicimos como pequeños combates entre nosotros y gané a todos", afirma la joven. Esto no pasó inadvertido para Marco que, como si de una premonición se tratara, no dudó en acercarse a ella para decirle: "Deberías apuntarte. Tienes potencial y, trabajándolo, creo que puedes ganar cosas".

Y dicho y hecho. Poco tiempo después, Iratxe ya formaba parte del club. Los inicios, dice, fueron "duros". "Te das cuenta de la competencia real que hay y que, igual que tú entrenas bien, hay otros que también lo hacen" pero es que, en su cabeza, siempre estuvo el ser la mejor.

Iratxe se proclamó ganadora en el europeo de Rumanía.

Iratxe se proclamó ganadora en el europeo de Rumanía. Cedida

Bajo esa premisa, no tardaron en llegar los primeros campeonatos. No llevaba ni un año en el equipo, pero el talento de Iratxe la hizo erigirse como ganadora en el campeonato nacional de Navas del Marqués. "Me presenté en categoría cadete y ahí los combates todavía son mixtos. Competía contra chicos y, aun así, volví a ganar a todos", cuenta orgullosa.

Pero hubo que esperar hasta mayo de 2024, cuando tenía ya 14 años, para que llegaran sus primeras medallas internacionales. Fue en el XXXIII Campeonato Europeo de Lucha de Brazos celebrado en Bratislava, Eslovaquia, donde obtuvo un segundo puesto con la mano izquierda y un tercer lugar con la derecha.

Se quedó a las puertas de saborear el oro pero, tan sólo un año después, Iratxe haría historia proclamándose, en junio de 2025, campeona de Europa en Rumanía en categoría junior con el brazo izquierdo, convirtiéndose en la primera mujer española en conseguirlo.

Iratxe celebrando su medalla de plata en el mundial.

Iratxe celebrando su medalla de plata en el mundial. Cedida

Pero como lo suyo parece algo de empezar y no acabar, tres meses después, en septiembre de 2025 y ya con 16 años, la conquense volvería a escribir una página en el libro de los récords, llevándose el título de subcampeona del mundo en categoría junior -70 kg con brazo izquierdo en el Campeonato Mundial celebrado en Bulgaria, algo que ninguna mujer española había conseguido antes.

A lo Rocky Balboa

Sin embargo, a pesar de todos sus éxitos, este deporte le cuesta a Iratxe mucho más de lo que gana. Aunque lo compensa "con pasión", admite que no sólo tiene que trabajar duro en los entrenamientos, sino también fuera de ellos.

Al no ser un deporte reconocido en España, no le queda más remedio que costearse todos los desplazamientos a las competiciones. "Cuando es nacional es algo asequible, pero para el mundial... estuve trabajando todo el verano en un restaurante para pagarme el billete a Bulgaria. Una parte la puse yo y la otra, mis padres", revela la joven.

Iratxe entrenando en su gimnasio improvisado en casa.

Iratxe entrenando en su gimnasio improvisado en casa. Cedida

Además, pertenecer al entorno rural no la ha puesto las cosas fáciles. Tres días a la semana entrenaba en su casa del pueblo, donde ella y su familia improvisaron un pequeño gimnasio con mancuernas y barras sujetas a una pared de ladrillo. Además, ante la "falta de material", sube los pesos como puede, utilizando "rocas, neumáticos o sacos llenos de arena".

Para el cuarto y último entrenamiento de la semana se veía obligada a desplazarse hasta la capital, viaje para el cual siempre dependía de sus padres. Pero se organizaban. Así, compaginaba en su vida el deporte y el estudio, "aprovechando los trayectos para hacer deberes o estudiar".

Por eso, su lucha ya no es sólo por el oro, sino por un futuro en el que España reconozca este deporte. "En los países del este los deportistas son capaces de vivir de ello pero yo aquí, de momento, lo veo imposible", reconoce algo resignada.

Como plan B, actualmente se encuentra estudiando un grado superior de emergencias sanitarias, pero asegura que sigue "entrenando a muerte" con la vista puesta en la próxima competición. "Y en esa sí que voy a por el oro", dice convencida.

Ahora está en busca de sponsor que le permitan costearse los campeonatos. A la pregunta de si se marcharía de España por amor a lo que hace, admite que lo ve "muy precipitado", pero espera no tener que hacerlo y que, algún día, la lucha de brazos sea un deporte como cualquier otro.

A pesar de que confía en que se logre, actualmente en nuestro país los clubes de lucha de brazos sobrepasan por poco la treintena. Según la deportista, "se trata de un deporte en crecimiento" y, a esperas de que su visibilidad ayude, se necesitan al menos 65 para lograr el estatus de disciplina federada.

"Me gustaría que desde los estamentos más altos del deporte nos consideraran como lo que es, otro deporte más. Creo que España está dejando perder muchas medallas y reconocimiento a nivel internacional, porque no soy sólo yo, hay muchos compañeros que tienen mucho nivel y podrían dejar a España en lo más alto. Por eso, me gustaría que se federase y así poder tener las mismas oportunidades que tienen en otros países", sentencia.