Antonio, este miércoles, llamando al 112 tras disparar a su yerno, el mosso Víctor.

Antonio, este miércoles, llamando al 112 tras disparar a su yerno, el mosso Víctor.

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Antonio 'era tirador olímpico' y disparó 'por la espalda a la cabeza' de su yerno, el mosso Víctor: 'Luego se fumó un pitillo'

"Tenía una licencia de armas deportivas, entendía el manejo de un arma, tenía experiencia, precisión y era buen tirador", subrayan fuentes próximas a la investigación. "No se ve ningún indicio de trastorno mental".

Más información: Antonio tiroteó a su yerno en Lleida, el 'mosso' Víctor, "por no dejarle ver a sus dos nietas" y llamó al 112: "Le he matado"

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Antonio sabía que su yerno, el mosso d'Esquadra Víctor, no iba a salir vivo de la emboscada que supuestamente le tendió este miércoles en la calle Doctora Castells de Lleida. "Le fue siguiendo por detrás y le disparó cuando se puso a su altura", tal y como desvelan fuentes cercanas a la investigación, sobre la presunta dinámica con la que este anciano, de 78 años, perpetró un asesinato como si fuera un sicario.

"La víctima no tuvo ninguna posibilidad de defenderse porque el ataque se produjo por la espalda y no lo vio venir". "Actuó con una frialdad total", según recalcan las citadas fuentes. "No se ve ningún indicio de trastorno mental".

A todo ello se suma la pericia que tenía Antonio con el manejo de armas de fuego, por su licencia F para uso deportivo. "Era tirador olímpico". De hecho, a veces acudía a una galería de tiro que imparte cursos de precisión para el manejo de pistolas, como la Glock; ofrecen prácticas de tiro a objetivos que están a 25 metros de distancia, incluso venden armamento o todo tipo de munición.

El pobre Víctor no pudo notar el aliento de su ejecutor, su suegro, Antonio, que le iba siguiendo de camino a su domicilio familiar, pasadas las tres de la tarde de este miércoles, después de dejar a sus dos hijas, de 9 y 14 años, en el Colegio Frederic Godàs. "Conocía las rutinas de su víctima, iba caminando detrás suya y el primer disparo se lo dio en la cabeza, para evitar que se pudiera defender con la formación que había recibido en los Mossos d'Esquadra".

La División de Investigación Criminal (DIC) quiere poner a Antonio delante de un juez, por un delito de asesinato, no por un homicidio, a tenor de estos factores: la "frialdad" con la que disparó por primera vez, buscando dañar una zona vital; la dinámica de la ejecución, "caminando por detrás de su víctima antes de acercarse a dispararle"; robando a Víctor cualquier posibilidad de defensa o escapatoria; así como el ensañamiento con el que actuó, al apretar el gatillo nueve veces.

Antonio, tras disparar a su yerno llamó al 112 para confesar el crimen.

A la hora de fijar el tipo de delito por el que será puesto a disposición judicial este sábado, para los investigadores pesa más la "premeditación total" con la que actuó, frente a la posibilidad de que Antonio padezca alguna patología mental, a pesar de que antes de tirotear a su yerno había acudido a una consulta del Hospital Santa María de Salut Mental de Lleida.

"Llamó al 112 después de disparar a la víctima, confesó lo que había hecho, detalló la dirección donde se encontraba y luego se fumó un cigarrillo para esperar la llegada de los Mossos d'Esquadra", según ejemplifican estas fuentes, sobre la aparente cordura con la que actuó este anciano, de 78 años.

Otro dato que evidencia la saña con la que actuó supuestamente Antonio es la cantidad de disparos que realizó y que era innecesaria, excepto para conseguir causar más dolor a su víctima tras detonar nueve veces el cargador de su pistola del calibre 22.

"Tenía una licencia de armas deportivas, entendía el manejo de un arma, tenía experiencia, precisión y era buen tirador". De hecho, el primer disparo fue un balazo certero en la cabeza del indefenso Víctor, por lo que el resto de disparos sobraban porque la víctima yacía sobre la acera desangrándose.

"Luego siguió disparando al cuerpo, lo remató con un segundo disparo a la cabeza y después se encendió un cigarrillo". El sonido de las cuatro balas que -como mínimo- perforaron la vida de este agente con 21 años de trayectoria en los Mossos d'Esquadra, quedó grabado en las cámaras de seguridad de un negocio de la zona.

En las imágenes, aparece Víctor, caminando despreocupado, y justo por detrás, a paso ligero, su suegro, blandiendo una pistola con su mano derecha, para ejecutarlo como un sicario. La escena también la captaron algunos vecinos a los que Antonio miró de forma desafiante. 

Antonio, tras disparar a su yerno llamó al 112 para confesar el crimen.

EL ESPAÑOL ha podido saber que Antonio se ha negado a responder a las preguntas de los agentes de la División de Investigación Criminal de los Mossos d'Esquadra. Este sábado, volverá a tener la oportunidad de hablar en sede judicial. Allí, un juez deberá decidir si lo envía a prisión por un delito de asesinato o de homicidio con agravantes como alevosía o parentesco.

Entretanto, la principal hipótesis del caso apunta a que Antonio mantenía una mala relación con su yerno, Víctor, de 47 años, debido a que le tenía prohibido ver a sus hijas. El abuelo llevaba mucho tiempo sin ver a sus nietas, de 9 y 14 años, lo que le empujó supuestamente a vengarse.

Los investigadores tratan de esclarecer el motivo por el que el anciano no podía ver a las menores, bien algún problema psiquiátrico o las desavenencias que mantenía con su yerno: Víctor. Incluso si Antonio mantenía alguna disputa con su hija, esposa de Víctor y a la que ha convertido en viuda. Lo que está claro es que la familia no quería saber nada del yayo porque ni pasaban por su calle, a pesar de que todos residían a unos 800 metros de distancia en el Barrio de Cappont.

La barriada está conmocionada por la muerte de este padre de familia y agente ejemplar en todos sus destinos, tanto en la Comisaría de Igualada como en la de Mollerussa. Víctor encontró la muerte de forma cobarde, por la espalda, cuando salía de comprar en una tienda, cerca de su casa. Allí le esperaba su suegro con una pistola del calibre 22, cargada de ira, para tirotearlo a quemarropa. "Con dos tiros de gracia en la cabeza".

"Le he matado"

A continuación, Antonio sacó una sábana blanca que llevaba en una bolsa de un supermercado donde también portaba "un cepillo de dientes" y "un peine". Cubrió el cadáver, metió el arma en la bolsa, sacó su móvil para llamar al 112 y se encendió un pitillo como el que acaba de disfrutar de una comilona. Cuando llegaron los agentes de los Mossos d'Esquadra, les enseñó el DNI y les espetó: "He sido yo. Le he matado".

El peine y el cepillo de dientes denotan que Antonio quería llevarse sus enseres de aseo personal a su próximo destino: la cárcel. El detalle de no cubrir las piernas del cadáver de su yerno, evidencia que quiso humillarlo, para que todo el mundo viera la 'pieza de caza' que se había cobrado en el seno de su propia familia.