Sparkling Tea, el espumoso premium sin alcohol que compite con el champagne

Sparkling Tea, el espumoso premium sin alcohol que compite con el champagne

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Sparkling Tea, el espumoso premium sin alcohol que compite con el champagne

Copenhague encendió la mecha de algo revolucionario, el té espumoso, una alternativa no alcohólica para maridajes. Te contamos qué es esta bebida y qué la hace única.

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En un reciente viaje a Hong Kong hubo algo que llamó mi atención. En un restaurante, concretamente en el hotel Shangri-La, me sirvieron una copa de espumoso. Era de burbuja fina, con un ligero perfume a jazmín y una frescura que me sorprendió.

Champagne, pensarán. No lo era. Era sparkling tea, té espumoso embotellado de la misma forma que se hace con el rey de las burbujas.

Sin alcohol, sabroso y un comodín perfecto para menús de cocina asiática. Aunque su versatilidad hace que maride con muchas cosas más. ¿Estamos ante la nueva revolución 0,0 de los maridajes sin alcohol?

Qué es exactamente el sparkling tea

Primero veamos de qué se trata. El sparkling tea, también conocido como té espumoso o té con burbujas, es un té de gran calidad -blanco, verde, oolong, negro o florales como el jazmín- infusionado en frío y carbonatado para dar lugar a un producto delicado y con muchos matices, sin azúcares añadidos en muchas variedades.

No es kombucha, aunque muchas también se elaboren con té como base. Aquí no se busca esa acidez punzante ni notas avinagradas, sino una infusión pura, burbuja fina y una sensación seca que recuerda a un espumoso bien hecho.

¿Y cómo se consigue? Hay dos caminos. El primero se parece a una cuvée con mezclas de varios tés orgánicos, maceraciones en frío y carbonatación para integrar la espuma. El segundo tira de fermentaciones controladas para conseguir complejidad con muy baja graduación.

Por ello hay versiones 0,0% y otras de baja graduación (5%). Se sirve frío, en copa de flauta o de vino -esta siempre mejor para apreciar todos sus aromas-, y funciona en mesa con la misma naturalidad que cualquier otro espumoso. En definitiva, es una opción premium sin alcohol, con un bajo contenido calórico, a la que además se suman los beneficios antioxidantes del té.

En cuanto a con qué comerlo, la cantidad de maridajes posibles es maravillosa y muy similar a lo que podría acompañar un espumoso. Desde crudos y mariscos y cocina yodada hasta postres lácteos ligeros o cocina especiada, pasando por pescados curados, o incluso carnes, sushi o platos italianos.

Su creador, un sumiller detrás de la primera botella

Los orígenes del sparkling tea se remontan a tradiciones antiguas de té fermentado. Estas formas primitivas se consumían en el noroeste de China y en muchas prácticas ayurvédicas de India. ¿Las razones? Su sabor y sus propiedades refrescantes.

La historia moderna de esta bebida es otra cosa. Nació, como muchas otras revoluciones, en Copenhague. El sumiller Jacob Kocemba empezó a investigar el potencial del té como maridaje cuando, en un servicio del restaurante con estrella Michelin Herman -ahora conocido como Nimb, en el Tívoli-, no encontraba vino para un postre.

Concretamente eran unas fresas silvestres francesas. Empezó a coquetear con tés de lujo. Aquel “¿y si…?” acabó en un extracto de tés, en experimentación con la carbonatación de los mismos... Hasta que en 2017, junto a Bo Sten Hansen, lanzó Copenhagen Sparkling Tea Company, con tres versiones diferentes.

Desde entonces, sus creaciones viajan por más de cincuenta países, están presentes en decenas de restaurantes con estrella y han abierto una categoría que, poco a poco, se va haciendo un hueco en el panorama internacional.

Quiénes lo trabajan y dónde encontrarlo

Sabiendo todo esto, queda lo más importante, probarlo. Hay varias marcas que lo trabajan. La primera, claro, Copenhagen Sparkling Tea. Tienen varias referencias 0,0 como LYSERØD (rosa y frutos rojos) o LYSEGRØN (verde, cítrica y herbal), y versiones de 5% de alcohol, como GRØN, o ediciones de temporada, como VINTER con aromas de canela, cardamomo, clavo y pasas como resultado del té chai.

La segunda, en orden de importancia y la que probé en Hong Kong, Saicho. Esta marca nació de una forma diferente y de una escena muy real. Una cena de lujo, Charlie recibiendo historias de viñedos y Natalie -que no puede beber alcohol- con un vaso de agua.

Ella, nacida en Hong Kong, pensó en el té como respuesta y, junto a Charlie, pasó dos años probando cientos de variedades hasta dar con una fórmula que hoy triunfa, donde, sobre todo, dan importancia al origen.

El guiño del nombre mira al monje Saichō, quien llevó el té de China a Japón en el siglo IX. Con todo ello, tienen tres etiquetas con personalidad propia: Jasmine, floral y fresco, con base de té verde de Fuding; Hojicha, elaborado con el famoso té tostado de Kioto) y Darjeeling, con un té negro del Himalaya, que aporta más estructura

En el ecosistema aparecen además etiquetas británicas asociadas a grandes almacenes con versiones 0,0 y low-alc, y proyectos daneses más recientes como The Sparkling T, que juegan con uvas y tés en clave aperitivo. Señales de que esto ya no es una rareza, sino algo en expansión que ha venido para quedarse.

En España puede conseguirse con relativa facilidad. En El Corte Inglés (Club del Gourmet) suelen tener el Sparkling Tea de Fortnum & Mason, en Decántalo puedes comprar Saicho y en Tea Shop hay sparkling teas de distintas referencias pensados para consumo en casa.

Maridajes sin alcohol, una tendencia al alza

En España, la tendencia No/Low ya no es una anécdota. Ya son muchos los restaurantes que han diseñado maridajes sin alcohol como una experiencia completa. Ricard Camarena destila sus propias bebidas naturales caseras sin alcohol. DiverXO hace lo propio con otro maridaje con tragos y cócteles con notas umami, ácidas y efervescentes.

Disfrutar, La Salita, El Celler de Can Roca, Fierro, Nerua, El Invernadero... La lista es larga y suma muchos más. En la alta gastronomía española responde a una demanda creciente de opciones saludables que, a su vez, no pierdan sofisticación, impulsada por tendencias globales como el mindful drinking.

Hay muchas personas que no quieren o no pueden tomar bebidas alcohólicas y esta tendencia -sumada a otras tantas como el Dry January- demuestra que no beber alcohol no tiene por qué ser aburrido.

El siguiente paso es verlo por copas en los restaurantes españoles. Si sumilleres y jefes de sala incorporan una o dos referencias de sparkling tea con el mismo mimo que un champagne, el cliente que no bebe tendrá una copa de algo novedoso con lo que deleitarse. Y quien sí bebe, una alternativa que tiene mucho que decir. Versatilidad pura.