Blanco acumuló numerosos antecedentes penales desde 2019. Entre ellos, violación, violencia de género, malos tratos físicos, hurto y atentado contra la autoridad.

Blanco acumuló numerosos antecedentes penales desde 2019. Entre ellos, violación, violencia de género, malos tratos físicos, hurto y atentado contra la autoridad. Diseño: Arte E. E.

Reportajes INVESTIGACIÓN

Santi B., el "depredador sexual" argentino que violó a 7 mujeres en Valencia: tenía dos órdenes de expulsión y 12 antecedentes

En su historial policial, al que ha podido acceder EL ESPAÑOL en exclusiva, consta la indicación por parte de la Policía Nacional en 2024 de que el varón se trataba de "una amenaza para la seguridad pública".

Más información: Detenido un violador en serie en Valencia: agredió a seis mujeres en cuatro días y salía a hacer su 'ronda' en patinete.

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La madrugada en Valencia tiene un pulso particular. Entre las doce y las siete, cuando la ciudad apenas respira y los tranvías aún no han echado a andar, hay un silencio espeso en el que cabe todo: la resaca de los bares, la vuelta a casa de los trabajadores de turno, el eco de las avenidas que se vacían.

En esas horas se movía Santiago Luis Blanco (Buenos Aires, junio de 1992), montado en un patinete eléctrico y con un casco negro colgado del brazo. No era un vecino cualquiera que volvía de trabajar o de una fiesta tardía. Era, según explican investigadores de la Policía Nacional a EL ESPAÑOL, "un depredador sexual que aprovechaba la penumbra para cazar".

Se presentaba, de hecho, como policía secreta o Guardia Civil; exigía la documentación de mujeres con las que se cruzaba, les hablaba de "una redada", de "un control rutinario", de "un cacheo inevitable". Lo decía con un tono aprendido, con palabras exactas, con la seguridad de quien ha escuchado esas órdenes decenas de veces. Y, entonces, bajo esa falsa máscara de autoridad, cometía agresiones sexuales.

Santiago Luis Blanco, en su foto de perfil de Instagram.

Santiago Luis Blanco, en su foto de perfil de Instagram. E. E.

'El violador del patinete'

La prensa local le ha denominado "el violador del patinete". Pero su nombre real es Santiago Luis. Argentino, de treinta y tres años, contaba con un historial penal extenso y dos órdenes de expulsión de España que nunca se ejecutaron.

Hoy duerme en prisión provisional —según han confirmado a este medio fuentes judiciales— tras ser detenido el 22 de agosto como presunto autor de seis agresiones, dos de ellas con penetración; además de robos y usurpación de funciones públicas.

Su nombre se suma a una lista oscura que en Valencia no termina de cicatrizar, apenas unos meses después de la detención de Iván Colóm, el llamado violador del portal. Dos depredadores distintos, dos trayectorias paralelas, una misma conclusión inquietante: el monstruo no estaba lejos ni se escondía en la sombra de un bosque lejano. Estaba cerca, en las calles, en los portales y en las madrugadas.

La historia de Blanco no empieza en agosto ni termina en la celda en la que ahora permanece. En su ficha policial, a la que ha podido acceder en exclusiva EL ESPAÑOL, su nombre aparece mucho antes. El último registro data de julio de 2024, cuando la Policía Nacional lo detuvo en Avenida de las Acacias, Benidorm. El motivo: quebrantamiento de condena.

"Estaba en situación irregular, no llevaba documentación encima, carecía de un domicilio acreditado, tenía un par de requisitorias judiciales y ya arrastraba un incumplimiento de una orden de salida obligatoria dictada en 2021", resumen desde la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de la ciudad alicantina.

Ese día se le abrió un nuevo expediente de expulsión. En él se menciona que constituye "una amenaza para la seguridad pública" y que su expulsión debía tramitarse con carácter preferente, incluso con detención preventiva para asegurar que no hubiera una fuga.

Recorte extraído del último procedimiento administrativo de expulsión del territorio nacional de Santiago Luis. Entre los motivos, la Policía Nacional señalaba hace un año la amenaza real para la seguridad ciudadana en España del ahora detenido.

Recorte extraído del último procedimiento administrativo de expulsión del territorio nacional de Santiago Luis. Entre los motivos, la Policía Nacional señalaba hace un año "la amenaza real para la seguridad ciudadana en España" del ahora detenido. E. E.

También se proponía prohibirle la entrada en España durante cinco años. Pero nada de eso ocurrió. Blanco permaneció en el país, y siguió viviendo en varios puntos de Valencia, donde se movía sin restricciones.

Un viejo conocido

Su vida ya estaba marcada por la violencia. Había sido condenado por violencia de género tras maltratar a una de sus parejas, con la que tuvo una hija —en España— en 2020. Aquella denuncia lo incorporó al sistema VioGen, la base policial de protección de víctimas con violencia machista.

"Es un hombre controlador, celoso, violento", resume Andrea Gutiérrez, una persona cercana a Santiago que prefiere utilizar un pseudónimo para hablar con EL ESPAÑOL. "Si hablamos es porque hay muchas más víctimas que no se han atrevido a denunciar", explica.

Los arranques de ira, la dependencia de las drogas —"consumía cocaína, crack y marihuana", dice Gutiérrez— y las discusiones por nada eran parte de su rutina diaria. "Con el cerebro quemado por la cocaína desde joven, siempre estaba colocado, siempre al límite", sentencia. La violencia no era una excepción en su vida, era el centro, y eso lo sabían varios agentes de la Policía Nacional.

En febrero de este mismo año volvió a aparecer en los partes policiales. Contactó con una mujer en situación de prostitución, la citó en un portal, se presentó como policía, la puso contra la pared y la violó. Fue detenido, pero la causa no prosperó más allá de esa denuncia concreta. Quedó en libertad. Seis meses después, en agosto, repetiría el mismo guion, esta vez en serie, contra seis mujeres más.

Extracto de los antecedentes penales de Santiago Luis Blanco, consultados en la Dirección General de la Policía Nacional. De 2019 a 2025 acumuló 10. Otros dos constan en el registro de la Guardia Civil.

Extracto de los antecedentes penales de Santiago Luis Blanco, consultados en la Dirección General de la Policía Nacional. De 2019 a 2025 acumuló 10. Otros dos constan en el registro de la Guardia Civil.

Investigadores de la Policía Nacional aseguran también que podría haber otras víctimas que aún no han dado el paso de denunciar. "Es el momento", sostienen. "Este hombre se movía por círculos donde reina la marginalidad, con drogas y mujeres inmigrantes que, en situación de calle, ejercían la prostitución. Este tipo de víctimas no suelen denunciar, por eso son especialmente vulnerables", puntualiza una inspectora de la UFAMUnidades de Atención a la Familia y Mujer de la Policía Nacional— en Valencia.

Argot policial

Su modus operandi era casi teatral. "Era un argentino con mucha labia. Te engañaba con las palabras", cuenta Andrea Gutiérrez. Según la investigación, usaba la jerga de los agentes, pedía con naturalidad que mostraran el DNI, explicaba que formaba parte de un operativo, ordenaba cacheos en un tono convincente. Lo que empezaba como un trámite terminaba como un asalto.

"Era muy creíble porque imitaba perfectamente el lenguaje policial, pero no tenía ninguna relación con los cuerpos de seguridad", confirman otras fuentes de la investigación. Paradójicamente, lo aprendió a base de haber sido identificado tantas veces en la calle.

Santiago Luis Blanco, en una foto de archivo.

Santiago Luis Blanco, en una foto de archivo. E. E.

Las víctimas lo describen con precisión: un hombre que actuaba con calma, que no dudaba en amenazar de muerte si gritaban, que en el caso más brutal llegó a pedir la ropa interior como trofeo tras consumar la violación. Los investigadores encontraron en su casa —un piso en el barrio de La Luz, en el oeste de la ciudad, que subarrendaba ilegalmente— objetos personales de varias de las mujeres.

Esa fue la prueba definitiva. El 22 de agosto, cuando la UFAM lo citó para identificarlo, la trampa se cerró. Fue detenido y enviado a prisión provisional, comunicada y sin fianza ese mismo día por orden del Juzgado de Instrucción número 15 de Valencia.

"Un farsante de época"

Más allá de las comisarías, Blanco era un personaje conocido en la exclusión. Otras fuentes cercanas a él, las pocas que han decidido participar en este reportaje, aseguran que vivía de trapichear droga a poca escala y también de gestionar pisos turísticos en Valencia.

"Alquilaba pisos falsificando documentos, entregaba nóminas de varios miles de euros, y después los ponía de manera ilegal en plataformas como Airbnb. Era un farsante de época, pero lo tenía todo controlado", explican.

Tenía, al menos, cuatro pisos, que dividía en habitaciones y rentaba desde al menos hace dos años. Alguno sigue disponible en la plataforma, según ha podido corroborar EL ESPAÑOL. El primero, ubicado en el barrio de La Luz, es donde la Policía Nacional ubicó su residencia al no poder demostrar otra.

El segundo, en Torres de Cuart, fue cerrado porque el propietario se dio cuenta de que estaba siendo subarrendado. El tercero, en la Ciudad Vieja, fue también cerrado porque al propietario le llegó una notificación del Ayuntamiento con un preaviso de sanción.

Extracto del perfil de Airbnb de Santiago Blanco, que sigue activo.

Extracto del perfil de Airbnb de Santiago Blanco, que sigue activo. E. E.

Y, el cuarto, aún disponible, está en Onteniente, una comarca del sur de Valencia donde el detenido también residió temporalmente.

Ahora mismo siguen siendo gestionados por parte su hermano, I. Blanco, quienes las mismas fuentes cercanas aseguran que llegó hace poco de Buenos Aires para convertirse en "su testaferro" ante la imposibilidad de abrir cuentas bancarias.

Sus vecinos lo describen como un hombre que vivía al margen de todo, imprevisible, hostil. "Muy peligroso", repiten quienes lo trataron. Para la Policía, era un delincuente de manual. Para la Justicia, hasta ahora, apenas una suma de delitos menores que no justificaban su ingreso en prisión.

Siete víctimas

La ficha de antecedentes lo confirma: hurtos, daños, conducción bajo los efectos del alcohol y sin el permiso necesario para ello —por esto último fue denunciado hasta en dos ocasiones por parte de la Guardia Civil—, atentado contra la autoridad, malos tratos y violación. Un recorrido que muestra una espiral en aumento, un camino que nunca fue interrumpido.

Los documentos de expulsión a los que ha accedido EL ESPAÑOL revelan la crudeza de la situación: un sujeto sin documentación para permanecer en España, reincidente, con violencia de género a sus espaldas, incumplimientos de salida, con riesgo de fuga y amenaza para la seguridad pública.

La Policía Nacional lo señaló, lo intentó apartar, pero nunca lo consiguió. "No siempre depende de nosotros", explican. Hoy, Blanco es el protagonista de un caso que revela tanto su brutalidad como las grietas de las instituciones.

Valencia lidia con esa doble herida. La de las siete mujeres que lo denunciaron y la de un sistema que, a pesar de que sonaron todas las alarmas, no actuó a tiempo.