Manolo Galán, en su viñedo, mostrando los estragos que 18 días de temperaturas extremas han hecho con sus uvas. Jerez de la Frontera
No sólo el fuego, la ola de calor funde también cultivos como el del viticultor Manolo Torres en Jerez: "He perdido 200.000 €"
Primero fue el mildiu, y ahora, 18 días de temperaturas extremas que se han cebado en el Marco de Jerez en plena vendimia para sus famosos caldos: literalmente, hay uvas pasas en las viñas.
"Yo esto no lo he vivido en la vida". Manuel Galán Torre, 73 años, propietario de la Finca La Torre, ha acabado tomándose la tragedia con cierto humor, para sobrellevarla, y con él salpimenta su conversación con EL ESPAÑOL. Se refiere a los 18 días seguidos de una ola de calor inédita en España. "Un día ahí suelto de mucho calor en verano, vale. Dos, pues también. ¿Pero tantos seguidos?".
El último día de altísimas temperaturas, la ola de calor se despidió de Jerez de la Frontera a lo grande. Le regaló la más alta de España: 45,8 grados centígrados. Y en esas dos semanas, en Jerez, contó con el viento de levante como aliado para llevarse la humedad que necesitan los viñedos. "Ni rocío de la mañana ni nada. Un secarral".
Así, como una plaga de Egipto, un manto ardiente y seco asoló las viñas que alumbran ahora las uvas para los famosos vinos de Jerez. Lo ha hecho en plena vendimia, que da inicio a primeros de agosto. Los vendimiadores, por el calor, han trabajado de noche. "Aquí, de 5 de la mañana a 12 del mediodía como muchísimo. A partir de esa hora era incompatible".
Pasando los días, y en función del tipo de uva, como palomino, o tintilla y moscatel, que son las más tardías, la cosecha ha ido mermando. Sobre todo las dos últimas, que son las más afectadas porque no han sido recogidas todavía.
Manuel tiene una pequeña bodega y 41 hectáreas de viñas. El grueso de su producción lo vende a otras bodegas, potentes, de Sanlúcar de Barrameda, "por ejemplo, La Gitana" y de Jerez de la Frontera.
Manuel Galán sostiene un racimo de uvas secas recién vendimiadas.
El fortísimo calor ha secado el caldo de la uva, "porque la viña, cuando se seca, tira del caldo", precisa el viticultor, y de ahí que se haya pasificado en la planta, sin vendimiar. Una catástrofe, teniendo en cuenta que los viticultores del marco venden las uvas al peso, y las pasas, sin caldo, no pesan. "De lo que hemos recogido ya, pues si el año anterior en una determinada zona se vendimiaron 12.000 kilos, la misma zona ahora pesa entre 7.000 y 8.000".
El año no está siendo demasiado generoso con el Marco de Jerez. Porque primero, las viñas se vieron afectadas por el mildiu, el hongo que prolifera debido a la humedad tras una época de fuertes lluvias, como las de la pasada primavera. Lo que en principio se vio como agua de mayo se transformó en la temida plaga.
“El mildiu provocó ya pérdidas en torno al 30 y 50% de la producción de este año", explican desde ASAJA-Cádiz. Los viticultores que salvaron toda o gran parte de sus cosechas tuvieron que asumir los sobrecostes de los tratamientos fitosanitarios para preservar las viñas. "En circunstancias normales, basta con dos tratamientos". Manuel, como todos, los tuvo que poner cada 8 o 9 días, hasta ocho costosos tratamientos.
Así, a la merma que provocó el mildiu se le une ahora la de la pasificación. "Al final calculamos que en el Marco va a haber pérdidas en torno al 70 u 80%, entre el mildiu y el calor", precisa un técnico de la Finca las Torres.
Manuel observa varias espuertas de uvas vendimiadas, inservibles para elaborar el mosto.
Manuel Galán recorre con su todoterreno las viñas y EL ESPAÑOL le acompaña. "En la zona alta, donde tengo las viñas nuevas, han resistido mejor que las viejas. También influye que aquí el terreno". La albariza, que así se llama la tierra en la que arraigan, es de origen calcáreo, rica en carbonato cálcico y arcillas.
Ha observado Manuel que las uvas que crecen en albariza de color claro han resistido mejor ese calor inmisericorde. Cuando la albariza es casi gris oscuro o negra, "la catástrofe. Porque la viña ha padecido temperaturas más altas".
“Han sido dos semanas de elevadísimas temperaturas, insólitas, que se han unido al viento de levante, contribuyendo a que no haya habido la humedad necesaria y a una pasificación acelerada”, precisan desde ASAJA-Cádiz. La asociación agroganadera se encuentra haciendo los primeros cálculos de las pérdidas, que cifra, por el momento, "en reducciones de cosecha en torno al 50%".
El responsable de la Finca Las Torres ya tiene hechas sus cuentas. "Iniciales. Creo que voy por los 200.000 euros perdidos. Vamos, he parado hasta de contar para retrasar el disgusto".
Ayudas económicas
ASAJA-Cádiz ya ha dado la voz de alarma y han pedido “sensibilidad” a la Consejería y al Ministerio de Agricultura para que habiliten “ayudas específicas para el viñedo por la dramática situación sufrida en esta campaña en el Marco de Jerez, que viene precedida ya de por sí por años de producciones muy bajas por motivos climatológicos”.
Porque el Consejo Regulador del Vino ha confirmado ya que la reducción de la vendimia de este 2025 con respecto a la de 2024. "Aunque todavía no tenemos datos definitivos, sí estamos viendo que la merma será superior al 30%. Aún es pronto para dar cifras, pero el consenso general es que estará entre el 40 y el 50%", ha asegurado César Saldaña, presidente del Consejo Regulador del Vino y el Brandy, a Diario de Jerez.
Justo al lado de la Finca La Torre se encuentra otra, El Calderín del Obispo, que perteneció a unos monjes dominicos, data del siglo XVII y pertenece a la familia Guerrero desde hace casi cien años. Su propietario actual se llama Paco. Él y su hijo reciben a EL ESPAÑOL mientras los tractores entran y salen de las naves transportando la uva recolectada horas antes.
Paco Guerrero y su hijo Paco, supervisando las viñas en su finca, El Calderín del Obispo.
"Nosotros no tenemos bodega. Solo vendemos la uva". Como la de Manuel, también han visto afectada su cosecha. Paco Guerrero (80 años) sostiene que lo ocurrido no solo va a afectar a las viñas del Marco de Jerez. "También afectará a otras zonas, como Chiclana o Chipiona, cuya vendimia aun no ha empezado", augura. Lo sabe "porque soy viticultor, pero también soy ingeniero técnico agrícola. Lo estudié en Montpellier (Francia). Y esto ha sido demoledor".