Felipe Hernández, detenido por el homicidio a su padre, en su puesta a disposición de los juzgados de Molina de Segura, el lunes 21 de julio.
La confesión de Felipe tras propinarle a su padre una paliza mortal: "No pretendía matarle, no sé si le di 2 ó 3 puñetazos"
EL ESPAÑOL accede a la declaración del supuesto parricida que apunta al móvil económico, por los bienes de una sociedad: "Mi padre gestionaba los bienes, percibiendo los ingresos y dejando que nosotros pagásemos los gastos".
Más información: El vídeo de la paliza en la que Felipe murió a manos de su hijo y "no sólo" de un puñetazo: él "temía" a sus cuatro vástagos
Algunos compañeros que opositaron a funcionario de Hacienda, junto a Felipe, recuerdan tres cosas de este opositor de 35 años: “estudiaba mucho”, a pesar de que “le gustaba salir de fiesta” y “solía contar que su padre le había dado mala vida a él y a sus tres hermanos”. Pero lo cierto es que esos mismos compañeros no salen ahora de su “asombro”, tras ver el vídeo de Felipe entrando aparentemente furioso a la tienda de su progenitor, Felipe Hernández Medina, acompañado de su hermana pequeña, Rosario, para apalear sin piedad al hombre que los crio durante su infancia.
EL ESPAÑOL ha accedido a la declaración prestada por Felipe Hernández Ramos (1990) en el Juzgado de Instrucción número 1 de Molina de Segura donde afirma no recordar que golpease a su padre, como un saco de boxeo, a pesar de la brutalidad de las imágenes. “No recuerdo si le di dos o tres puñetazos”, tal y como asegura Felipe junior, investigado por un homicidio, tras puntualizar en sede judicial que solo responderá a las preguntas de su abogado defensor, Pablo Martínez.
“El otro día fui a la tienda y agredí a mi padre", según confiesa Felipe junior. "No pretendía causar la muerte de mi padre. Fue un arrebato e involucré a mi hermana”, tal y como prosigue relatando, para evitar una agravante de ensañamiento o premeditación en la paliza que supuestamente propinó contra su padre este treintañero que recibió premios nacionales como estudiante, por sus excelentes notas en las carreras de Derecho y Administración y Dirección de Empresas (ADE), antes de aprobar hace un mes la oposición al cuerpo superior de inspectores de Hacienda.
“Cuando le estaba pegando no pretendía matarle”, insiste el supuesto autor de este parricidio que ha conmocionado a Molina de Segura, debido a que el gerente de Tejidos Hernández era muy querido y conocido entre los vecinos. Felipe deja caer que ni él ni su hermana, Rosario, médico de profesión, omitieron el deber de socorro a su propio padre porque estaba consciente y no creyeron que su vida corriera peligro en el momento en el que huyeron de la tienda: “Cuando nos marchamos, le escuchamos llamar a una vecina”.
Es verdad que el pobre Felipe Hernández Medina, de 65 años, salió caminando como pudo hasta la calle Mayor, echándose la mano a la nariz porque se la había reventado su primogénito tras propinarle -al menos- media docena de ganchos de derecha. Pero no es menos cierto que la violencia de la secuencia, captada por las cámaras de seguridad de Tejidos Hernández, deja en entredicho la versión ofrecida por Felipe junior de que no quería matar a su padre porque murió tras desplomarse en el estanco que hay enfrente de su tienda.
El vídeo de la paliza en la que Felipe murió a golpes a manos de su hijo: él "temía" a sus cuatro vástagos y a su exmujer
“No recuerdo bien si mi padre me empujó o yo le empujé a él. No lo recuerdo bien”, según reitera a preguntas de su abogado, Pablo Martínez, tras admitir que “sabía” de la existencia de cámaras en la tienda que grabaron lo sucedido en la oficina de Tejidos Hernández donde abordó a su progenitor, aquel trágico sábado 19 de julio. “Nunca pensé que con esa acción podría ocasionar la muerte de mi padre”.
A lo largo de su declaración, llega a justificar su decisión de huir del local a la carrera, junto a su hermana, Rosario, debido a que se dieron cuenta del “lío” legal que se les venía encima. “Pensamos que le había causado lesiones y nos habíamos metido en un lío, pero ya está. Lo último que podía pensar era eso [que había muerto su progenitor]". “Cuando llamaron a mi hermano para avisarle de que mi padre había muerto y yo me enteré: me quería morir”.
El testimonio de Felipe junior deja entrever su estrategia de defensa, consistente en darle un giro de 180 grados a la versión de la familia del difunto comerciante que sostiene que se veía venir su muerte a manos de sus propios descendientes. Todo ello, debido a que había presentado una decena de denuncias contra sus cuatro hijos, por supuestos episodios de violencia familiar y robos, a raíz de separarse de su mujer, Rosario, subinspectora de Hacienda, a cuyo nombre y de sus vástagos dejó todas sus propiedades dentro de una sociedad llamada: Jopichusa.
En esa sociedad hay un edificio de dos plantas en pleno cogollo de Molina de Segura, cuyo bajo alberga la tienda Tejidos Hernández, fundada en 1948 por el padre de Felipe. También incluye dos locales en la calle San Vicente; un solar urbanizable; un local en la calle Mayor y otro en la calle Triunfo; dos plazas de aparcamiento en el garaje del Edificio Royca…
El supuesto autor de este parricidio afirma en su declaración que su padre era el que disfrutaba del usufructo de todos esos bienes, a pesar de que tuvo que terminar viviendo en el domicilio de su actual pareja, Toñi, debido a que su piso con garaje en el paseo de los Rosales acabó en manos de su prole y se instalaron allí junto a su exmujer: Rosario. Tal dato avala la teoría de la Policía Nacional de que el presunto móvil de la muerte de Felipe fue económico.
Toñi, este martes, contemplando desolada el retrato de su difunta pareja, Felipe.
“Mis padres se casaron en gananciales y después hicieron una separación de bienes. Se constituyó una sociedad, se aportaron bienes privativos suyos y otros que se adquirieron en el matrimonio”, tal y como desgrana Felipe junior, antes de culpar a su progenitor de lucrarse con los "13 o 14 inmuebles" que había en Jopichusa: el supuesto desencadenante de la visita que le realizó a su progenitor, junto a su hermana, cuando estaba trabajando en su tienda el sábado por la mañana.
"Mi padre se quedó con el dinero", tal y como expone al juez. "Mi padre gestionaba los bienes, percibiendo los ingresos que producían los alquileres y dejando que nosotros pagásemos los gastos porque éramos los propietarios”. “Esta situación nos produjo un ahogamiento financiero. Vivíamos en condiciones penosas. Mi madre sufría muchísimo. Eso lo denunciamos”.
La demanda que Jopichusa presentó por estafa contra Felipe fue archivada por la Fiscalía, aplicando la excusa absolutoria de parentesco del artículo 268 del Código Penal, para no criminalizar actos en el seno familiar que puedan perjudicar una reconciliación. “El asunto se archivó porque se apreció la excusa absolutoria entre parientes y mi familia recurrió. Me informé y hace poco me enteré de que el recurso estaba enviado, pero no se había recibido en la Audiencia Provincial”.
De modo que la declaración de Felipe evidencia que el ataque a su padre estaba supuestamente motivado por el dinero, ya que la familia del comerciante fallecido ha reconocido que cobraba los alquileres de dos aparcamientos en el Edificio Royca. Tales plazas les heredó de su madre y las arrendaba por 50 euros al mes, a pesar de que estaban dentro de la sociedad gestionada por sus hijos y ellos debían abonar el Impuesto de Bienes Inmuebles.
“Intenté hablar con los inquilinos de mi padre para que nos pagasen a nosotros el alquiler, pero ellos me decían que no le pagaban nada a mi padre. En este último mes, era imposible hablar con él. Enseguida me empujaba o se iba”.
Felipe (c), junto a su hijo Felipe, detenido por la Policía Nacional por la muerte de su padre, en una foto cedida por sus familiares.
Una estrategia habitual del Derecho Penal es culpar al que no está entre los vivos y Felipe junior acusa a su difunto padre de haber protagonizado episodios de violencia familiar, puede que para justificar la conducta agresiva con la que entró en su tienda. Pero se da la circunstancia de que eso era justo lo que relataba su progenitor en algunas de sus denuncias y donde llegó a pedir una orden de alejamiento contra sus propios hijos -incluido su primogénito-. Prueba de ello es esta denuncia que Felipe padre formuló el 22 de junio de 2021 ante la Policía Nacional:
"Se han presentado en mi tienda mis dos hijos: Felipe y Rosario”. “Han comenzado a chillarme para que abriera la puerta porque la tenía cerrada con el pestillo. Han empezado a gritarme que saliera fuera que me iban a pegar. Han empujado la puerta, la han golpeado y me han amenazado en todo momento con agredirme: ‘Te vamos a reventar la cara’”.
El lunes 21 de julio, tres días después del presunto parricidio, Felipe junior argumentó al juez que el difunto cabeza de familia era agresivo con sus propios vástagos: “En un principio, yo quería estudiar para el Registro de la Propiedad, pero no fui capaz porque estudiaba en la tienda de mi padre y él me tiró todo el material que había ido recopilando para estudiar aquella oposición". "Mi padre ha sido muy violento, sobre todo con mi hermana".
Precisamente, la pequeña de la casa, Rosario, de 29 años, acusada de una omisión del deber de socorro porque en el vídeo que recoge la paliza mortal, esta médico de familia no agarra a su hermano para frenar los puñetazos sobre su padre: un sexagenario enfermo del corazón. Tampoco le presta auxilio, contraviniendo el juramento hipocrático de un facultativo.
El mayor de los cuatro hermanos llega acusar a Felipe de apalearlos durante su infancia, cuando convivía bajo el mismo techo con su entonces esposa, Rosario: “A mi hermano Jesús le pegaba unas palizas tremendas, sobre todo con el cinturón. También utilizó la violencia sobre mi madre. Mi madre le tenía tanto miedo que no fue capaz de pedirle una pensión de alimentos para nosotros”.
Felipe H. R., con camiseta blanca, ha ingresado en prisión por el homicidio de su padre.
Pablo Martínez, abogado defensor de Felipe, ya ha pedido su puesta en libertad. La familia del gerente de Tejidos Hernández y su viuda, Toñi, se opondrán mediante un escrito que está preparando su letrado: Eduardo Muñoz Simó. Los familiares de Felipe Hernández Medina se muestran "indignados" y "sorprendidos" tras conocer el contenido de la declaración del primogénito de este comerciante, enterrado con 65 años, a unos meses de jubilarse.
"Felipe no maltrató a sus hijos", según desmienten sus familiares. "No fue feliz en su matrimonio porque convivió con su suegra y su mujer fue la inductora de poner a sus hijos en contra de su propio marido. Durante doce años sufrió muchísimo tras separarse y acabó sin un euro por cedérselo todo a ellos en la Sociedad Jopichusa, incluidas las propiedades que él heredó, mientras que sus hijos se preparaban sus oposiciones sin faltarles de nada porque su madre tiene fincas con cítricos en Archena".
"Si Felipe llega a ser una mujer, le habrían concedido alguna de las tres órdenes de alejamiento que pidió y sus hijos habrían terminado en la cárcel", tal y como sostienen los familiares de este comerciante que se definía como creador de contenido digital en sus perfiles de X y Facebook, los cuales siguen activos como el legado de su tienda. "La agresión de Felipe sobre su padre no se la merece ni un perro".