Juan, en la habitación que tiene en su casa donde guarda todo el material que fabrica él mismo.

Juan, en la habitación que tiene en su casa donde guarda todo el material que fabrica él mismo.

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Juan Mesa, el maestro del sadomaso que imparte talleres y diseña maquinaria: "El dominio de la mujer es absoluto"

Lleva más de 40 años siendo Amo Sur, su apodo para practicar y enseñar por toda España técnicas en las que prima la seguridad dentro de un ámbito que hoy tiene adeptos tanto masculinos como femeninos.

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Tiene 63 años y lleva más de 40 años en el tema. El tema es el BDSM (bondage, dominación, sado y masoquismo), que es "un término acuñado en los años 90. Lo de delimitar en qué consiste cada cosa sí que es nuevo". Juan Mesa imparte talleres por toda España y fabrica artesanalmente material como palas, fustas, látigos, vergajos, máscaras, artículos de cuero...

También diseñó y fabricó muebles y maquinaria, pero lo dejó "porque con esto pasa como con el que tiene un gimnasio en su casa: que no lo usa". Habla con EL ESPAÑOL a tumba abierta, porque a su edad, dice, no tiene nada que ocultar. "Yo no pongo un luminoso, pero tampoco me escondo".

Su afición la descubrió siendo joven, y la simultaneó con su trabajo en Telefónica, hasta que se jubiló. Le costó el matrimonio: su mujer acabó divorciándose de él, incapaz de seguirlo. Su sobrenombre en el ámbito es AmoSur. Porque él, advierte, es sádico: "Un término devaluado por el uso. Aquí el principio básico del sado es el consentimiento, porque hay una entrega de poder".

Es experto en el arte del Shibari, el término japonés del que bebe el bondage, y que consiste en "el arte de atar". "Nosotros [los sadomasoquistas] nos movemos en un mundillo paralelo al swinger, (intercambio de parejas y práctica del sexo en espacios compartidos) pero en realidad no tenemos nada que ver". Porque un practicante del sadomasoquismo "no tiene por qué mantener relaciones sexuales".

Cuando empezó "no había ni internet ni nada. Había revistas, principalmente, y tú veías los anuncios y no lo entendía nadie si no se estaba dentro". Él se adentró aprovechando viajes de trabajo a Madrid o Barcelona, "porque en otros lugares de España se era mucho más discreto. Nos relacionábamos por carta. La verdad es que era tirarte al vacío".

La llegada de Internet supuso un boom, porque "empieza a haber grupos de sadomaso por todas las provincias. Hoy está expandidísimo. Es un mundo muy amplio. Y ya te digo que no se parece en nada a 50 Sombras de Grey. Es la antítesis. Lo único en común es cierta parte romántica y la visibilidad que le ha dado al tema. Pero en realidad lo que esconde es un abuso de poder económico que nada tiene que ver con el consentimiento".

Los materiales

Mesa es muy crítico con los axiomas. "Toda la teoría está en manos de los norteamericanos, cuando en la práctica no es así. Porque para empezar, porque no hace falta gastarse mucho dinero. Mucha gente que empieza lo quiere todo de cuero, empiezan muy puristas, y hay materiales sintéticos hoy día que parecen piel. Otra cosa es que ahora haya sadomasoquistas veganos, que quieren hasta las palas sintéticas".

"Los buenos látigos son de piel de canguro, pero son muy caros. Yo los hago de paracor, que es un cordón muy fuerte". Juan hace palas, pero también varas. "Las hay de muchos tipos: de abedul, de olivo, que son más duras y pertenecen a la escuela victoriana inglesa".

Juan, con una fusta hecha por él, en una habitación de su casa.

Juan, con una fusta hecha por él, en una habitación de su casa. Cedida

También las hay de ratán, "y en España usamos la caña, que es barata. Aunque las tengo de nylon, de PVC, de goma... cada una de ellas tienen una dureza y una flexibilidad distintas, y el resultado es también diferente".

Además de la vara de caña, el sadomasoquista español también cuenta con un artilugio cañí: el vergajo. "Fuera no saben ni lo que es".

Incide Juan que en las prácticas sadomasoquistas no tiene por qué aparecer las relaciones sexuales. "Es una mezcla de dolor y placer. Hay gente con umbrales de dolor altos que no sienten placer, solo dolor, y les gusta. Y hay gente sin ese umbral alto de dolor que sienten placer sexual".

Eso sí, "todas las prácticas deben tener consentimiento y también un conocimiento mínimo de seguridad. Cuando imparto talleres soy muy pesado con eso. Porque todo el mundo te dice, bah, eso se sabe. Y no, no se sabe".

-¿Qué es lo que no se sabe?

-Por ejemplo, en las prácticas con fuego (un guante ignífugo con alcohol de 70 que se pasa por el cuerpo) no se puede haber usado ni lacas de pelo ni cremas corporales. Y siempre debe haber al lado un cubo de agua y una toalla. Y al acabar hay que hidratar la piel.

Tras detallar innumerables prácticas (electrodos, látex, etcétera) Juan se detiene en analizar la práctica en la actualidad. Porque, explica, "hoy día el dominio de la mujer es absoluto. Te digo como mujer dominante. Ellas pueden decir cosas que un hombre no puede decir. Y puede hacerlo porque una mujer dominante tiene detrás a mil hombres dispuestos a ser dominados".

Hoy explica, "el 80% de lo que se practica hoy es solo con cuerdas, o solo spank (golpeo). También hay mucho fetichismo de pies. Y se practica en locales o casas alquiladas. Nadie tiene una habitación con una cruz de San Andrés o un cepo".

El daño del cine

Lleva tanto tiempo en el sector que es capaz de enumerar las películas que han producido un desembarco masivo de practicantes sadomasoquistas. "La primera fue 'Historia de O', sobre una mujer sumisa. Luego vino 'Nueve semanas y media', que puso de moda aquello de 'espérame en una habitación de hotel".

Porque, incide, "somos animales de modas. Con '50 sombras de Grey' llegaron muchísimas mujeres, atraídas por esa mezcla de enamoramiento con el amo. La cosa es que para practicar esto es cierto que tiene que haber afinidad, y muchas no la han encontrado. Así que lo mismo que han entrado, se han ido. Aunque muchas se han quedado".

Pone como ejemplo que "esto es como jugar a las siete y media: no te puedes pasar. El cine ha hecho mucho daño. Pero claro, es como todo. Recuerdo haber visto a dos americanas que practicaban juntas el sadomasoquismo a puñetazos, pero no admitían tirones del pelo".

-Con esto de las modas, ¿Han notado cómo ha llegado gente, digamos, perversa?

-Bueno, es que esto es una perversión. ¿Te refieres al abuso?

-Sí.

-Claro. En nuestro mundillo del BDSM circula mucho abuso. Para nosotros '50 sombras de Grey' es abuso. Es un abuso de poder. Porque ella lo hace todo obligada por el amor que siente por él, que lo que le pasaba es que tenía un plomillazo desde niño.

"Hay también mucho misógino y machista. Y mujeres que también buscan eso y quieren que eso sea así, por desgracia. Que justifican esas acciones. 'Tráeme un café porque soy el amo' y coge ella y va por el café. Una cosa es ser amo y otra es buscar una chacha. ¿Maltratadores? Los hay. Y de los dos sexos".

Juan Mesa acaba de regresar de Bilbao de impartir un taller. Ha sido AmoSur en Lisboa, Oporto, Roma, Austria... pero sobre todo recuerda dos eventos: uno en Córdoba y otro, en Marbella. "En Córdoba nos citamos en una casa unos 40-50 personas de toda Europa en una casa de campo. Vino un atador, Alberto, que es de Barcelona, y comenzó a hacer una demostración a ritmo de rumba. Fue algo espontáneo".

A raíz de ahí, "mi amigo Curro de Málaga, que también imparte talleres, me invita a que haga una demostración de spank (golpeo con las palmas de las manos) a ritmo de flamenco. Luego lo repetimos en la World Spank, que fue en Marbella en un chalet en una colina. Se bajó un autobús de guiris de 70 años para asistir. A los 10 minutos aquello fue un jolgorio".