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Lleva ya dos años a pleno rendimiento, y se consolida cada vez más como un centro de investigación de referencia de la península ibérica, pues Portugal también está integrado. Lo hace hasta el punto de que atrae las miradas de científicos de todo el planeta: hasta 22 nacionalidades distintas se congregan en sus plantas. Hablamos del Centro Ibérico de Investigación en Almacenamiento Energético (CIIAE), que por el momento funciona provisionalmente en la Escuela Politécnica de Cáceres, pero abrirá como complejo independiente en 2027.

EL ESPAÑOL habla con Javier Gallego Hernández, director de las Plantas Piloto de CIIAE y uno de sus cuatro responsables principales, que desembarcó en el proyecto cuando no había apenas nada, en enero del año 22: "Entre los cuatro directores empezamos a perfilar el centro y diseñar la estructura. Teníamos la financiación de Next Generation, del Mecanismo de Recuperación, Transformación y Resiliencia, y con esos fondos empezamos a licitar los distintos proyectos". Después, se pusieron manos a la obra con la otra gran tarea: atraer personal.

Configurar los equipos de investigación para las diferentes actividades del centro era un gran desafío, y lo pasaron con nota. "Han venido a Extremadura investigadores de hasta 22 nacionalidades, además de mucha gente de distintas regiones de España, que ha encontrado el proyecto muy oportuno y atractivo".

Porque, asegura, "meternos a esta velocidad en la transición energética para no depender del sistema de combustibles fósiles que hemos desarrollado a lo largo de un montón de décadas, tal y como nos hemos comprometido en la UE, es un reto muy importante en el que el almacenamiento resulta clave. Y estamos muy orgullosos del equipo científico que se ha formado en el centro", dice el director de área.

Misión: acelerar la transición energética

¿Y cómo trabajan en el centro para acelerar esa transición energética? Lo cuenta Claudia Gómez Aguirre, investigadora en el Departamento de Almacenamiento de Energía Térmica. "Tenemos diferentes líneas de almacenamiento de calor, en mi caso trabajo con unos materiales que almacenan calor cuando cambian de fase. Los que más se conocen son los que cambian de fase sólida a líquida, pero en mi caso es una transición entre fases sólidas".

Lo ilustra con un ejemplo fácil. Los calentadores de manos presentes en supermercados o tiendas de regalos están en estado líquido y, cuando se quiere recuperar el calor que tienen almacenado, hay que pasarlos a la fase sólida. "Es aprovechamiento, produces y lo usas cuando lo necesitas. ¿Y para qué sirve a gran escala?", pregunta didáctica la investigadora: "Tú imagínate que tienes una producción súper alta de energía renovable. Pues puede que decidas almacenar parte para usarlo cuando lo necesites", continúa.

Uno de los grupos de trabajo del Centro Ibérico de Investigación en Almacenamiento Energético.

Uno de los grupos de trabajo del Centro Ibérico de Investigación en Almacenamiento Energético. E.E.

Ahora mismo, el departamento en el que trabaja Claudia espera una resolución de la Unión Europea para un proyecto mediante el que pretenden aplicar esta técnica a los dispositivos electrónicos, evitando así que sufran picos de temperatura. "Permitiría que no se deterioren tan rápido, alargar su vida útil y que, durante la misma, sean más eficientes".

Para abordar este trabajo, Claudia Gómez es licenciada en Química, tiene un máster en Química ambiental y un doctorado en Química de Materiales. Y, aunque está encantada con la vida pacense, viene del otro lado del mar. "Yo soy de Pereira, en Colombia, del Eje Cafetero, pero me formé en La Coruña. Y Cáceres no lo conocía de nada, pero ha sido una sorpresa bonita y agradable. Es una ciudad muy manejable, llegas en 10 minutos a todos los sitios. Yo tengo un hijo y es el sitio perfecto para criar, tranquilo y seguro".

La ONU de la investigación, en Cáceres

"Yo también soy de los que viene de fuera, concretamente de Ceuta, donde trabajaba en una empresa del sector energético. Así que para mí también ha sido un cambio, pero se vive muy bien en Extremadura, llevo tres años por aquí y es una región muy atractiva y aquí, al no haber distancias grandes, tienes más tiempo para ti", comenta a propósito Javier Gallego.

Por el momento, nos cuenta, son 98 los científicos que trabajan en CIIAE de forma permanente, además de 15 personas inmersas en proyectos concretos. Las nacionalidades dan la vuelta al globo: provienen de distintos países de América Latina, de la India, de Pakistán, de Irán, de Bielorrusia…

"En mi departamento somos 20 personas. Hay gente de Pakistán, de La India, de otras regiones de España… Muchos de ellos están empezando a aprender español. En el trabajo nos comunicamos en inglés, pero algunos están aprendiendo español porque lo necesitan para fuera del centro, para la vida diaria”, dice Lydia Cuenca Martín, investigadora de 28 años en el Departamento de Almacenamiento de Energía Eléctrica.

Cuenta que, también fuera del centro, los investigadores han hecho buenas migas. "Lo difícil a veces es coincidir para comer: 'yo soy vegetariano', 'yo no como ternera', '¡pues yo no como cerdo!'", replica con simpatía, y añade: "Pero siempre quedamos, se juega muchas tardes a baloncesto y fútbol, y se ha hecho un grupo bueno de cervezas, están muy integrados".

Aunque Lydia viene de mucho más cerca -es de Don Benito, en Badajoz- también ha agradecido la apertura del centro, pues le ha permitido volver a su tierra después de haber trabajado durante dos años en Toledo. Y también, profesionalmente, celebra el carácter abierto del mismo. "Yo antes estaba en un centro privado, y lo que decía el jefe era lo que había que hacer. ¡Pero aquí puedes proponer cosas y te escuchan!".

Detalle de uno de los laboratorios del Centro Ibérico de Investigación en Almacenamiento Energético.

Detalle de uno de los laboratorios del Centro Ibérico de Investigación en Almacenamiento Energético. E.E.

Licenciada en Química, con un máster en Energías Renovables y otro en Diseño y Fabricación de Baterías y Supercondensadores, la investigadora trabaja en un innovador proyecto llamado Renovate, que tiene mucho que ver con la idea de economía circular. "Busca desarrollar tecnologías sostenibles para reciclar baterías y validar su viabilidad en laboratorio, además de facilitar el uso de materiales reciclados en nuevas baterías".

¿Cómo lo hacen? Extrayendo metales críticos como el níquel, el cobalto o el litio de baterías usadas para poder utilizarlos en otras baterías: "Si somos capaces de coger baterías usadas y extraer esos metales no necesitas la minería, lo podemos reutilizar", apunta.

Cáceres, epicentro de la innovación energética

Desde el nacimiento del CIIAE y con su consolidación, Cáceres ha pasado a ser referencia en innovación energética. Pero ¿por qué esta ciudad fue la elegida para su implantación? "Todo viene porque Extremadura es la región de España donde más fotovoltaica se ha instalado. Confluyen dos cosas: hay mucho sol, y hay mucho terreno disponible", explica el director de las Plantas Piloto

Además, "las fincas son grandes, así que, cuando las empresas interesadas en la generación tienen que conseguir un terreno grande, tienen que negociar con menos propietarios. Eso hizo que el desarrollo aquí fuera mucho más rápido que en otras regiones donde también se ha alcanzado desarrollos importantes, como Castilla y León", ultima.

Por delante tienen el reto de terminar de construir el complejo de tres edificios al que todos se mudarán. "El principal es una torre con cuatro alturas y semisótanos, tiene 10.000 metros y está preparado para alojar a 140 investigadores, y tiene 12 laboratorios".

Claudia Gómez Aguirre es investigadora en el Departamento de Almacenamiento de Energía Térmica.

Claudia Gómez Aguirre es investigadora en el Departamento de Almacenamiento de Energía Térmica. E.E.

Luego "tenemos el edificio de plantas piloto, donde va la parte de desarrollo más vinculada al ámbito preindustrial y se hace el escalado de las investigaciones. Allí está prevista esa mayor colaboración con la industria y con los desarrollos tecnológicos más avanzados". El último "es una incubadora para desarrollo de iniciativas de base tecnológica que se beneficien de tener el CIIAE al lado, pudiendo usar sus laboratorios y tener contacto directo con el personal científico. Más de una decena de empresas se podrán instalar allí", explica Gallego.

De momento, aún funcionando dentro de la Universidad, ya han conseguido cuatro proyectos europeos de gran relevancia: "Son de financiación muy importante y los más difíciles de obtener, se miran con lupa y es necesario consorcios muy sólidos. Algunos son de millón de euros. Y tenemos uno de un investigador francés que es curioso porque se centra en el decrecimiento, en estudiar desde el punto de vista normativo y regulatorio hasta dónde podemos llegar en el desarrollo de los recursos del planeta y, en su momento, cómo moderarlo y reconducir para no sobreexplotar el planeta", concluye el científico.