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Cuando cae el sol en el puerto de Algeciras —el quinto donde más cocaína se detecta de Europa y el principal lugar desde donde se intenta introducir cannabis a España— los narcotraficantes y contrabandistas de la zona se preparan para el juego del ratón y el gato. Ellos, a priori, juegan con la ventaja de los que no obedecen a la ley. Pero las puertas de las instalaciones del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), el cuerpo armado de la Agencia Tributaria, se abren y un ejército de hombres y mujeres se alistan para impedirles tener una buena madrugada.

La mayoría de sus rostros permanecen ocultos tras pasamontañas por razones de seguridad. Sus movimientos son rápidos, calculados, milimétricos. En el Campo de Gibraltar, donde el estrecho separa a España de Marruecos por apenas 14 kilómetros, la noche es una aliada para quienes trafican hachís, tabaco de contrabando y cocaína llegada de Sudamérica en contenedores. Pero también lo es para estos agentes anónimos que navegan y vigilan bajo las estrellas con usualmente menos reconocimiento que los efectivos de Policía Nacional y Guardia Civil.

Una patrullera semirrígida del SVA se desliza por el agua en silencio, con el motor apenas audible y las luces apagadas. A partir de este momento, cada sombra en la costa, cada destello en la lejanía, podría ser una señal de actividad delictiva. En altamar, el anonimato es su mayor escudo. Algeciras no es tan grande y la mayoría de los agentes de Vigilancia Aduanera residen en las cercanías; justo donde hacen lo mismo los narcotraficantes que operan en la zona. Por eso, antes de embarcar, cambian de ropa, cubren sus rostros y asumen una nueva identidad de sombras en el agua.

A la caza del narco en el Estrecho con Aduanas: "Ellos son rápidos, pero nosotros inteligentes" Laura Mateo

Es un combate desigual: las narcolanchas —diseñadas específicamente para el tráfico de drogas— son más rápidas y están mejor equipadas. Pero Vigilancia Aduanera cuenta con experiencia y determinación. "Es un juego de velocidad e inteligencia", explica Lisardo Capote, jefe del Servicio de Vigilancia Aduanera en Algeciras. "Si eliminamos sus herramientas, quitamos parte de su ventaja". El patrullero, en el que se embarca EL ESPAÑOL | Porfolio, navega junto a una lancha semirrígida —mucho más veloz y, sobre todo, más útil para entrar en algunos recovecos— liderada por otros tres hombres armados.

Firmeza en altamar

"De noche es cuando más trabajo hay", explica tras soltar amarras la agente que lidera la dotación de la embarcación. Es una de las pocas mujeres al mando en un entorno predominantemente masculino. Con serenidad, señala hacia un punto en la orilla, la desembocadura del río Guadarranque: "Por ahí suelen entrar. Los narcotraficantes conocen cada rincón mejor que nosotros y son rápidos. Pero nosotros somos inteligentes e intentamos anticiparnos"

Dos agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera ultiman la embarcación de patrulla rápida para soltar amarras en el puerto de Algeciras. Fotografía realizada con Leica Q3 43.

Dos agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera ultiman la embarcación de patrulla rápida para soltar amarras en el puerto de Algeciras. Fotografía realizada con Leica Q3 43. Laura Mateo.

En este tipo de embarcaciones, el SVA realiza a diario funciones de vigilancia, inspección y control en la zona. Fotografía realizada con Leica Q3 43.

En este tipo de embarcaciones, el SVA realiza a diario funciones de vigilancia, inspección y control en la zona. Fotografía realizada con Leica Q3 43. Laura Mateo.

Media hora después, una pequeña embarcación se mueve con rapidez. La patrullera acelera; los agentes se preparan. El silencio de la noche se rompe con un rugido. Pero es un patrullero de la Royal Navy, que emerge en la oscuridad, señalando con sus luces la supuesta violación de aguas territoriales gibraltareñas. "This is the Royal Navy. You are entering British Gibraltar Territorial Waters. You are required to leave immediately. Failure to comply may result in further action", suena repetitivamente en la radio.

Los agentes de Vigilancia Aduanera permanecen firmes ante el comunicado, que viene a decir que el patrullero debe irse inmediatamente, con amenaza incluida. "Estas aguas son nuestras, mira el mapa", dice uno de los tripulantes. Las tensiones entre ambas partes son frecuentes en esta zona, donde las líneas marítimas se disputan desde hace décadas. En este caso, tras unos minutos de mucha tensión y persecución, el patrullero británico se retira. Pero el episodio deja claro que no sólo enfrentan a narcotraficantes: también deben lidiar con las complejidades de la diplomacia y las jurisdicciones.

La vigilancia española está, de hecho, más que justificada. En las costas de Gibraltar se ven fácilmente puntos desde donde muchos contrabandistas llenan pequeñas embarcaciones con tabaco para posteriormente introducirlos de manera irregular en territorio español. En cualquier caso, las luces de la Royal Navy disipan cualquier opción de perseguir una acción de contrabando. Los británicos terminan por entorpecer el trabajo de vigilancia sigilosa de Aduanas.

Desde la popa de la embarcación, uno de los agentes del SVA proporciona información visual al patrón de la nave. Fotografía realizada con Leica Q3 43.

Desde la popa de la embarcación, uno de los agentes del SVA proporciona información visual al patrón de la nave. Fotografía realizada con Leica Q3 43. Laura Mateo.

Las dos embarcaciones en las que EL ESPAÑOL | Porfolio acompañó al SVA en labores de patrullaje, atracadas en el puerto de Algeciras.

Las dos embarcaciones en las que EL ESPAÑOL | Porfolio acompañó al SVA en labores de patrullaje, atracadas en el puerto de Algeciras. Laura Mateo.

El puerto, otro epicentro

Horas antes, cuando todavía había sol, el bullicio del frenético puerto de Algeciras marcaba el ritmo de la jornada. Camiones y contenedores iban y venían en un enjambre coreografiado. Entre ellos, una furgoneta del SVA conocida como "Medusa" escanea con precisión las entrañas de los vehículos. Un veterano agente de Vigilancia Aduanera revisa las pantallas. "Buscamos densidades extrañas, compartimentos ocultos", dice mientras señala un punto en el monitor. "Esto parece tabaco. Aunque podría ser cocaína. Nunca sabes qué te vas a encontrar".

El operador habla con una mezcla de resignación y orgullo. "Hacemos lo que podemos con los recursos que tenemos. Si escaneáramos todos los camiones, colapsaría el puerto. Pero con los años, desarrollas un ojo entrenado". La "Medusa", equipada con tecnología financiada en parte por fondos europeos, es una herramienta crucial en esta lucha. Sin embargo, no es suficiente. Lisardo Capote lo admite sin rodeos: "Los medios nunca son suficientes. Necesitamos más recursos humanos y cambios legislativos. Pero también inteligencia. No se trata sólo de interceptar cargamentos; hay que desmantelar las estructuras económicas del narcotráfico".

La Medusa, un vehículo de escaneo del SVA, durante su operación en el puerto de Algeciras. Fotografía realizada con Leica Q3 43.

"La Medusa", un vehículo de escaneo del SVA, durante su operación en el puerto de Algeciras. Fotografía realizada con Leica Q3 43. Laura Mateo.

Efectivos del Servicio de Vigilancia Aduanera durante la inspección en cabotaje de varios vehículos recién llegados en ferry de Tánger, Marruecos. Fotografía realizada con Leica Q3 43.

Efectivos del Servicio de Vigilancia Aduanera durante la inspección en cabotaje de varios vehículos recién llegados en ferry de Tánger, Marruecos. Fotografía realizada con Leica Q3 43. Laura Mateo.

El puerto de Algeciras, recordemos, es un punto crítico en las rutas comerciales mundiales. Más del 70% de los contenedores que llegan a España pasan por aquí, lo que lo convierte en un imán para el tráfico ilícito. Un día antes de la visita de EL ESPAÑOL | Porfolio, los agentes interceptaron un cargamento que a simple vista parecía inofensivo: cajas de lechuga destinadas a Madrid. Pero, ocultos entre los vegetales, encontraron varios kilos de hachís. "Es una constante adaptación", afirma el operador. "Ellos innovan y nosotros tenemos que ir un paso por delante".

Vigilancia y audacia

La labor del Servicio de Vigilancia Aduanera no termina con el escaneo. Antes de que un contenedor llegue a manos de los agentes, ha pasado por el filtro de la Unidad de Análisis de Riesgo (UAR), una colaboración entre el SVA y la Guardia Civil. Con acceso a bases de datos internacionales, la UAR identifica patrones sospechosos y marca vehículos o contenedores que deben ser inspeccionados. "Es un trabajo de hormiga, pero imprescindible", dice Capote. "Gracias a ellos, muchas incautaciones comienzan incluso antes de que el contenedor toque suelo español".

En una entrevista desde su despacho, Lisardo Capote detalla los desafíos que enfrentan en el Campo de Gibraltar, que no son pocos. "Esta región es un parque temático para el narcotráfico", afirma. "Tenemos de todo: hachís de Marruecos, tabaco de Gibraltar, cocaína de Sudamérica. Y lo peor es que muchas veces no hay consecuencias reales para los traficantes. Necesitamos legislaciones más duras", sentencia.

Lisardo Capote, Jefe del Servicio de Vigilancia Aduanera de la AEAT en Algeciras, posa para EL ESPAÑOL | Porfolio en las oficinas de la unidad. Fotografía realizada con Leica Q3 43.

Lisardo Capote, Jefe del Servicio de Vigilancia Aduanera de la AEAT en Algeciras, posa para EL ESPAÑOL | Porfolio en las oficinas de la unidad. Fotografía realizada con Leica Q3 43. Laura Mateo.

Esta región es un parque temático para el narcotráfico, Lisardo Capote. Fotografía realizada con Leica Q3 43.

"Esta región es un parque temático para el narcotráfico", Lisardo Capote. Fotografía realizada con Leica Q3 43. Laura Mateo.

Después, la noche cae nuevamente y las luces del puerto iluminan un paisaje industrial que nunca duerme. Los agentes del SVA se preparan para otra jornada de vigilancia. Sus horarios, confidenciales, son entregados el mismo día para evitar filtraciones. Están dispuestos a darlo todo en el mar, en el puerto, en las oficinas donde analizan datos y planifican operativos.

La lucha en Algeciras —y en otros punto del territorio español— es constante. Cada alijo interceptado, cada detención, es una pequeña victoria en una guerra que no parece tener fin. Y aunque sus rostros permanezcan ocultos y en estas palabras no puedan incluirse sus nombres, la determinación con la que trabajan brilla como un faro en la oscuridad del Campo de Gibraltar.