Francina Armengol durante sus inicios en la política

Francina Armengol durante sus inicios en la política

Reportajes

Francina Armengol, la hija del boticario y amiga de los ‘indepes’, asediada por la compra de mascarillas

Mantuvo una política muy restrictiva en la pandemia en Baleares. Ahora el PP pide su dimisión como presidenta del Congreso por el caso Koldo.

3 marzo, 2024 02:00

Hubo una España en la que quienes verdaderamente contaban eran el cura, el alcalde, el guardia civil, el maestro y el médico o el boticario. El padre de Francina, Jaume Armengol, tuvo que contar mucho en Inca (Baleares), pues le faltó poco para ocupar todos esos puestos de privilegio. Farmacéutico, escritor, presidente de la Obra Cultural y alcalde de su municipio, marcó los designios de su hija. Francina estuvo a punto de seguir sus pasos, aunque finalmente se decantó por la política, donde llegó mucho más lejos que el resto de la saga familiar. 

Desde el pasado agosto es la presidenta del Congreso de los Diputados, la tercera autoridad del Estado. Pero antes de eso Francina Armengol (Inca, 1971) fue la primera mujer en presidir el Parlamento de Baleares y la única socialista que consiguió revalidar el cargo en dos elecciones consecutivas. En las pasadas autonómicas perdió el puesto por el descalabro de Podemos, las urnas no la censuraron. Pero esa enmienda a su gestión puede producirse en diferido, tras el escándalo de las mascarillas que ahora amenaza su puesto.

En 2020 el Gobierno balear, presidido por Armengol, pagó 3,7 millones de euros a la empresa Soluciones de Gestión -recomendada por Koldo García- por la compra de un millón y medio de mascarillas. El material no cumplía los requisitos mínimos de calidad y fue a parar directamente a un almacén del que nunca salió. En el verano de 2020 las autoridades baleares llegaron a firmar un documento en el que certificaban que no había incidencias y sólo tres años después, en vísperas del traspaso de poder al PP en la comunidad, iniciaron un trámite para pedir la devolución de 2,6 millones, financiados con fondos europeos. 

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El Partido Popular se ha lanzado en tromba a pedir la dimisión de Armengol como presidenta del Congreso. Ella es la segunda en la lista de víctimas propiciatorias, tras la expulsión del PSOE del exministro de Transportes José Luis Ábalos, ahora diputado del Grupo Mixto. No deja de ser paradójico que Armengol se vea acorralada por su responsabilidad en la compra de material sanitario durante la pandemia, ella que es farmacéutica y a la que este oficio también le viene de cuna. 

Su bisabuelo, también Jaume Armengol, ya había sido alcalde de Inca por el Partido Liberal y hoy tiene una calle en su honor en esta localidad balear de 32.000 habitantes. Su abuelo abrió una farmacia en 1914 que también se conserva. Y su padre, Jaume Armengol Coll, aunó ambas profesiones. Su pasión, sin embargo, fue la literatura catalana. Y tras escribir varias novelas y libros de poesía fue elegido presidente de la Obra Cultural Balear de Inca, ligada a las instituciones culturales catalanas

Francina Armengol durante su etapa como concejal de Inca

Francina Armengol durante su etapa como concejal de Inca IB3

Francina, cuyo nombre en el DNI es Francesca Llluch Armengol Socías, estudió Farmacia por tradición familiar. Se marchó a vivir a Cataluña, donde se licenció en 1995 en la Universidad de Barcelona, en la que militó en el sindicato estudiantil independentista Bloc d'Estudiants Independentistes. Una persona que la conoció después en política asegura que “de haber nacido en Cataluña habría pertenecido a ERC”. 

Su padre tampoco tuvo reparos en reconocer en una entrevista que él, que también vivió en Barcelona, era “muy próximo a Esquerra”; mientras que Francina “ha sido siempre del ala nacionalista más de izquierdas del PSOE”. Sin embargo, viviendo en Baleares la casa de ambos fue el Partido Socialista. Aunque la más combativa de la familia era la esposa de Jaume y madre de Francina. “Estaba mucho más a la izquierda de nosotros”, confesaba su padre. 

Al volver de la Universidad, Francina, la pequeña de tres hermanas, trabajó unos años en la farmacia familiar para ayudar en el negocio. Pero ya traía inoculado el veneno de la política y dispensar medicamentos “le aburría”. Por eso, en 1999 se presentó como candidata del PSOE a la Alcaldía de Inca, que había ocupado su padre de 1991 a 1995. Aunque sus resultados fueron bastante decepcionantes y la joven Armengol se vio arrasada por el Partido Popular, que consiguió mayoría absoluta. 

Francina Armengol en otra imagen de juventud

Francina Armengol en otra imagen de juventud

Ascenso meteórico

Una persona que la conoce de aquella época, aunque prefiere no dar su nombre, asegura que su actitud como concejal era “bastante agresiva”. “Es una mujer que cuando gobierna parece una monja, ofrece una imagen muy moderada, pero cuando está en la oposición es sumamente intransigente”, añade esta fuente. Tampoco tuvo demasiado tiempo para demostrarlo, pues un año después de haber sido elegida como edil presentó su dimisión para optar a la secretaría general del PSOE en Mallorca, un puesto que ella misma consideraba “incompatible” con el de concejal. 

Consiguió dar el salto muy rápido desde la política local y en 2004 ya había logrado entrar en la Comisión Ejecutiva del PSOE. Su principal padrino fue Francesc Antich, quien había sido elegido presidente autonómico en 2003, y a quien relevó definitivamente al frente de los socialistas baleares en 2011 después de que éste dejara de gobernar -tras un segundo mandato- y se marchara a Madrid como senador.

Armengol en 2003, cuando asciende a secretaria general del PSIB-PSOE

Armengol en 2003, cuando asciende a secretaria general del PSIB-PSOE

Así, en 2015 consiguió gobernar, pese a haber sido la segunda fuerza más votada, gracias al apoyo de Podemos y los nacionalistas de izquierdas de Més por Mallorca. Armengol se presentaba como una política feminista, federalista y de fuertes convicciones republicanas. En 2014, tras la abdicación del rey Juan Carlos, planteó que se convocara un referéndum vinculante para elegir entre monarquía o república y aseguró que la sociedad española ya tenía la “suficiente madurez” para abordar un debate de este tipo. 

Durante su primer mandato una de sus prioridades fue la apuesta por la lengua catalana en la vida pública. Primero aprobó un decreto por el que los médicos y los enfermeros que se presentaran a oposiciones debían acreditar un nivel elemental de catalán en un plazo máximo de dos años una vez obtenida la plaza. Y, a continuación, implantó un modelo de inmersión lingüística en los colegios similar al que se aplica en Cataluña. 

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Federalismo marca Sánchez

Ella nunca se declaró independentista ni apoyó la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 en Cataluña. Pero sí entendió las demandas planteadas en el 'procés', ya que “las leyes están para cambiarlas y el estado de las autonomías ha llegado a una situación desesperante”, defendió. Hizo frente común con Carles Puigdemont durante su etapa como presidente autonómico en materia cultural y de financiación. Y también se postuló en contra de la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña, al considerar que se trataba de “un fracaso importante del diálogo y de parte importante de la democracia”. 

A estas alturas Francina Armengol ya se había granjeado la fama de ser una mujer de consensos. Pero lo que realmente había hecho era marcar la línea federal, de acercamiento a los partidos independentistas, que más tarde seguiría Pedro Sánchez. No en vano, ella fue la única presidenta regional que apoyó a Sánchez en las primarias de 2016 tras las que recuperó el poder del partido contra todo pronóstico. Armengol había respaldado en un primer momento a Patxi López, pero al ver que éste no contaba con los apoyos suficientes, se decantó del lado del actual presidente del Gobierno. 

“Es una muestra perfecta de su transformismo. Después de haber apostado por Patxi López se presentó como la más ‘sanchista’ del PSOE. Realmente, se parece mucho a su jefe, es muy hábil. Puede que le falte empatía, pero tiene grandes dotes para la interpretación”, señala una de las fuentes ya citadas. Se trata de un rival político, “la relación no es nada buena, pero eso no exime que haya que reconocer su gran capacidad para la política”. 

Otra de sus oponentes en el Parlamento balear resalta también que “sabe ofrecer una apariencia de mujer amable, de buenas maneras, dialogante y buscadora de consensos”, aunque en la práctica asegura que “es muy autoritaria, incluso con sus socios”. “A la oposición siempre la trató con desprecio, con un sentimiento de superioridad moral”, añade esta política. 

Francina Armengol se reúne con Carles Puigdemont cuando ambos eran presidentes autonómicos

Francina Armengol se reúne con Carles Puigdemont cuando ambos eran presidentes autonómicos Gobierno de Baleares

La citada dirigente admite que Armengol, como presidenta, “manejó muy bien el relato”. Y así, las polémicas que le salpicaron apenas le pasaron factura. En 2019, tras una violación en grupo a una menor tutelada en Mallorca, se destapó una red de prostitución y tráfico de drogas que afectaba a menores protegidas por las instituciones públicas cuando Armengol presidía el Consejo Insular. El asunto fue un escándalo, aunque no tuvo consecuencias políticas. 

Tampoco lo ocurrido en octubre de 2020, todavía bajo fuertes restricciones durante la pandemia, cuando la presidenta se encontraba en un bar de copas pasada la una de la mañana, pese a las prohibiciones de ese momento. Armengol se excusó argumentando que uno de sus acompañantes se había desmayado, por lo que tuvo que acudir una ambulancia. El caso fue uno más de esos episodios que causaron revuelo durante la pandemia, pero nada más. 

Lo que sí creó más desafecto entre el potente sector hostelero de Baleares, muy dependiente del turismo, fueron las políticas restrictivas de Armengol durante la emergencia sanitaria mientras otras comunidades habían comenzado una progresiva apertura. “Eso pudo ser el principio del fin de su mandato”, defiende una fuente de la política balear.

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Madre de dos niños saharauis

De su vida privada se sabe muy poco. Su estado civil es soltera, aunque mantuvo una relación con Joan Nadal, jardinero de profesión, que en pocos años pasó a ser promotor inmobiliario. Los detalles más conocidos de su ámbito personal tienen que ver, más que nada, con su ideología. Tiene un niño y una niña saharauis adoptados, muestra de su activismo a favor del Sáhara Occidental. 

Entre las donaciones que figuran en su declaración de bienes están la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, ACNUR, y la asociación Amics del Poble Saharaui de Baleares. Armengol ha participado en diferentes actos de esta organización como presidenta autonómica y los refugiados saharauis han visitado el Parlamento balear.

Este tema ha sido uno de los pocos que le ha enfrentado con Pedro Sánchez, cuando respaldó la política de Marruecos en el Sáhara Occidental. La dirigente balear mostró entonces sus discrepancias y defendió un “Sáhara libre”

Francina Armengol en un acto con la asociación Amics del Poble Saharaui de Baleares

Francina Armengol en un acto con la asociación Amics del Poble Saharaui de Baleares

Esto no fue ningún obstáculo para que Sánchez pensara en ella el pasado agosto como presidenta del Congreso, en sustitución de Meritxell Batet. Armengol acababa de perder las elecciones, en un resultado que Ferraz no le achacó a ella sino a la debacle de Podemos -el PSOE sólo perdió un diputado e incluso consiguió más votos con respecto a las anteriores elecciones-, y era una forma de premiar a la ‘sanchista’ que se entendía bien con la España plurinacional

Precisamente una de las primeras medidas en la cámara tras su llegada fue la aprobación del uso de las lenguas oficiales en los discursos parlamentarios, por lo que hubo que contratar traductores y dotar los escaños de los dispositivos necesarios. “España siempre avanza cuando se reconocen su pluralidad y diversidad, la riqueza de este país reside en su carácter plural”, defendió Armengol, tras esta norma, muy contestada por la oposición.

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Se defiende atacando

Ahora, tras el escándalo de las mascarillas, la presidenta del Congreso apenas ha dado explicaciones. Apenas unas frases en los pasillos de la cámara, donde aseguró que “es indignante” y le daba “asco que haya quien quisiera lucrarse a costa de la desgracia colectiva”. “El Govern fue perjudicado y por eso reclamamos. Ahora, esperamos que esa demanda se haya mantenido y se recupere lo que corresponde”, exclamó.

El PSOE balear defiende que inició los trámites para pedir una devolución del dinero estafado por la empresa Soluciones de Gestión y los comisionistas de la trama. Aunque, en la práctica, pasaron tres años hasta que movieron ficha. El portavoz de los socialistas en esta comunidad, Iago Negueruela, pasó este viernes al ataque y ante la ofensiva del PP él también pidió la dimisión de la actual presidenta popular, Marga Prohens. La acusó de mentir y de haber estado en contacto con el entorno de Koldo García y el resto de la red organizada para el cobro de mordidas. 

“Están haciendo lo que han hecho siempre. Cuando Armengol tenía algún problema, primero se cerraba en banda, parecía que no existía y después pasaba al ataque. Es su forma de afrontar sus errores”, responden desde el PP balear. “Lo que estamos viendo es muy gordo, ella ha quedado muy tocada y así es muy difícil que se siente en el Congreso”, agregan estas fuentes. 

Francina Armengol y el exministro José Luis Ábalos durante la pandemia

Francina Armengol y el exministro José Luis Ábalos durante la pandemia Europa Press

Otro de sus antiguos oponentes cree, sin embargo, que la presidenta de la Cámara sólo caerá “si Sanchez la ve como un cortafuegos, pero ya lo hizo con Ábalos y no le funcionó”. “Armengol siempre ha ambicionado volver a Baleares, por eso ha dejado a un gallego en el cargo [el portavoz Iago Negueruela], que es imposible que sea el candidato del PSOE en unas elecciones. Por eso, su estrategia será esperar a que pase la tormenta e intentar volver a presidir el Parlamento balear en la siguiente cita”, opina este otro diputado regional. 

Lo llamativo es que ella, que creció en una farmacia y abandonó el negocio familiar para entregarse a la política, pueda ver frustrada esta ambición precisamente por la compra de mascarillas.