Yván Pozuelo, en su biblioteca.

Yván Pozuelo, en su biblioteca. Cedida E.E.

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"Es una caza de brujas": habla Yván, el profesor inhabilitado por poner un 10 a todos sus alumnos

Lleva dos años expedientado. Antes de Navidades le suspendieron de empleo y sueldo, pero no le avisaron hasta esta semana.

17 enero, 2022 01:59

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Sus alumnos se enteraron antes que él. El miércoles, tras pasar varios días encamado recuperándose de los efectos de la vacuna, llamó al trabajo para avisar que se reincorporaba. No fue posible. En el CIFP de Hostelería de Gijón todo el mundo sabía que el profesor de francés Yván Pozuelo, conocido por su método de poner un 10 a todos sus alumnos, llevaba ya una semana suspendido de empleo y sueldo por la Consejería de Educación Asturiana. Le quedan otras veintiséis. 

"Nadie me avisó, nadie dijo nada. Me inhabilitaron el 24 de diciembre y avisaron al centro el 10 de enero. A mí el viernes 14, dos días después de que me enterara por otras vías", señala el profesor en conversación telefónica con EL ESPAÑOL. "Lo que me están haciendo... lo que llevan dos años haciéndome es un claro caso de acoso y abuso de poder".

A lo que se refiere este funcionario de la enseñanza, licenciado de Historia por la Sorbona de París y doctor por la Universidad de Oviedo, es al proceso que le hizo famoso: su litigio con la Consejería de Educación de Asturias. ¿La razón? Su método de evaluación por competencias, que consiste en poner un 10 a casi todos sus alumnos. Su teoría, enmarcada y apoyada sobre el papel por la nueva Ley de Educación (LOMLOE), empezó a darle problemas desde que publicó ¿Negreros o docentes? La rebelión del 10 (Aularquía, 2021), un ensayo que la defiende. Desde entonces, la lluvia de zancadillas ha sido constante.

Debido a esta insusual teoría educativa, la Consejería decidió actuar de oficio -así se lo reconocieron- para pararle los pies. Primero le pidieron 30 años de suspensión, luego ocho meses, lo equivalente a una multa de 30.000 euros, por "dañar al alumnado"; finalmente lo rebajaron a seis. Tras esta decisión el profesor contaba con dos meses para presentar un recurso contencioso-administrativo antes de que su suspensión se hiciera efectiva el 20 de febrero. Apenas le dieron una semana.

"Están poniendo el listón altísimo, es dantesco. Dicen que soy un peligro para mis alumnos y por eso han actuado con tanta urgencia, pero no tiene sentido", se lamenta. "¿Qué pasa con los profesores denunciados por sus alumnos? ¿Qué pasa con los que llegan tarde, los que no corrigen, los que dan problemas? ¿Hasta cuándo los van a seguir protegiendo mientras a mí me organizan esta caza de brujas?"

De gigantes y hormigas

Yván llevaba una década dando clase en el IES Universidad Laboral, pero terminó en agosto. Un día, sin avisar, entró un inspector con la clase empezada y empezó a evaluarle. "Estuvo tres horas conmigo de clase en clase, no me explicó por qué”, relata. Después de pedir sus papeles a la dirección del centro, el mandato fue claro: que se retractara de sus publicaciones en prensa -en realidad fue por una entrevista de promoción que le hicieron en El Comercio-. 

Ese día se firmó la primera página de su expediente, que ahora ya suma más de 2.500 folios, 30 veces más que las páginas de su libro. “Hay asesinos con menos páginas en los juzgados”, afirma. El volumen de la investigación contra él, piensa, es excesivo. Y todavía no han encontrado a un solo padre o alumno que quiera declarar en contra de Yván.

"En una democracia no podemos aceptar que el gigante pise a la hormiga, mucho menos en la educación. Tienen derecho a estar en contra de mi método, pero esta no es la forma", acusa. "El problema es que está decidiendo cómo dar clase una serie de personas que llevan 40 años sin pasar por el aula. El mundo ha cambiado".

En una entrevista con EL ESPAÑOL el pasado diciembre, el profesor ya explicó cómo funciona su método: "Yo no penalizo el error. Sumo los aciertos. Si tú no avanzaste nada en dos años y me encuentro con que he conseguido que avances un milímetro, ese milímetro es un 10. Porque tú en dos años no avanzaste nada. Mientras que otro tendrá que avanzar de cinco en cinco metros y también tendrá su 10”, explica el sancionado profesor en conversación telefónica con este periódico. “Pongo dieces a casi todos, no a todos. Y espero que llegue un año en que se los ponga a todos, todos".

La ley le apoya

Con el papel en la mano, la LOMLOE le da la razón. La nueva Ley de Educación aprobada por el Gobierno ya contempla y encamina a la evaluación por competencias, pero nadie ha explicado a los profesores cómo hacerlo. Sea como sea, su proposición personal no ha sido del gusto del Principado de Asturias.

"Evaluar por competencias significa que el alumno adquiera autonomía para resolver los problemas en su vida personal y profesional. La clave no es aprender de memoria y vomitar información, sino adquirir habilidades", explica. Si su recurso no sale adelante, pasará seis meses sin su sustento y sin hacer lo que le apasiona. Y la educación, dice, no evolucionará nunca.

Por lo menos le quedan los suyos. “Tengo la suerte de contar con un batallón de profesores, amigos, historiadores, universitarios, padres y alumnos que me están defendiendo desde el primer segundo. Es por eso que no me derrumbé, no pedí baja y seguí dando clases, a pesar de la vigilancia y la mala fe de algunos”.

Por otro lado, "hay algo positivo" , ríe entre dientes. "Ninguna fuerza política ni sindical se ha puesto de mi lado. Aquí la derechona y la izquierdona parecen todos satisfechos en atizarme".