Zohra (izquierda) y su hija Nigin (derecha) en el aeropuerto de Kabul, junto a una amiga que prefiere no identificarse.

Zohra (izquierda) y su hija Nigin (derecha) en el aeropuerto de Kabul, junto a una amiga que prefiere no identificarse. Cedida

Reportajes

Zohra, la contable afgana rescatada entre golpes y tiros gracias a la bufanda con los colores de España

Es la única mujer que trabajaba en el Banco Nacional de Afganistán. "Si los talibanes descubren que has trabajado para el Gobierno, te matan", explica.

29 agosto, 2021 02:10

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Zohra y su familia pasaron dos días en el aeropuerto de Kabul entre golpes y disparos. Dormían en el suelo, como podían, sin comida ni agua. Así estuvieron el lunes, el martes y parte del miércoles. Buscaban desesperadamente la puerta española, la que sabían que les iba a salvar del terror talibán. Y la encontraron. “Mi madre llevaba una bufanda roja y amarilla, como la bandera de España", explica Nigin, hija de Zohra. La elección de esa prenda hizo que ahora puedan conversar con EL ESPAÑOL, tranquilas y con la cabeza descubierta, desde un hotel de Madrid. 

Zohra Torabi (44 años) es la única mujer que trabajaba en el Banco Nacional de Afganistán. Era oficial de contabilidad, en sus propias palabras. Hace dos días que llegó con su familia a España y por fin respiró tranquila tras la huída contrarreloj de una muerte segura. Es una de las 2.206 personas que España ha salvado de vivir bajo el yugo talibán.

Esta conversación por videollamada es posible gracias a su hija, Nigin Sana, de 17 años, que hace de intérprete y, por momentos, de narradora principal. Zohra apenas habla inglés. Se expresa en lengua dari, la que se habla en la zona de Kabul (y lengua oficial del país, junto al pastún). Lo que narra es lo más parecido al infierno en la tierra, se cuente en el idioma que se cuente. 

“Antes de que los talibanes llegaran a Kabul, en la oficina hubo un aviso. Los talibanes habían cambiado al gerente del banco y habían puesto a uno de los suyos”, explica Nigin. “A mi madre, y a mi padre después, les avisaron de que no podían ir al trabajo. Que si iban les iban a pegar. Incluso en nuestra calle le dijeron a mi madre que no fuera al trabajo”.

“Cuando llegaron los talibanes, todos los lugares públicos cerraron. Los hombres tampoco podían salir. Yo estaba en una clase de 12 personas y me tendría que haber graduado en el colegio, pero con la llegada de los talibanes no pude. Cuando llegaron guardamos todo lo que teníamos en una habitación de nuestra casa, la cerramos y nos fuimos al aeropuerto".

Aglomeraciones en el aeropuerto de Kabul antes de los atentados.

Aglomeraciones en el aeropuerto de Kabul antes de los atentados. Cedida

"La situación allí era terrible. Los talibanes no hacen lo que están diciendo a los medios de comunicación. Dicen que la gente no tiene nada que temer, que no molestan a nadie. No es así. Van a las casas de la gente, les roban su dinero y documentos personales. Si descubren que has trabajado para el Gobierno afgano, te matan”.

El marido de Zohra también tenía un puesto institucional. Trabajaba en el Ministerio de Rehabilitación Rural y Desarrollo. Los cargos desempeñados por este matrimonio suponían un pasaporte directo a morir tiroteados. “Mi madre presentó nuestra documentación ante la Red Europea de Mujeres Migrantes. Cuando vieron nuestra situación, nos dijeron que teníamos que huir de Kabul”, prosigue Nigin.

La familia llegó al aeropuerto el lunes 23 de agosto. Una vez allí, las recibieron a golpes. “Mira, te lo mostramos”. Nigin baja el móvil hasta la pierna de su madre para mostrar un moratón. En Afganistán, ahora mismo, este simple gesto podría costarle la vida. Los talibanes no permiten que a una mujer se le vean ni los tobillos en público. “También golpearon a mi hermano, que solo tiene ocho años. Se comportan como animales. Llegaron a disparar ante mi abuela, que se mueve con dificultad”. Afortunadamente, las balas no llegaron a alcanzar a la mujer.

Moratón en la pierna de Zohra por las agresiones de los talibanes.

Moratón en la pierna de Zohra por las agresiones de los talibanes. Cedida

Dos días pasó esta familia —Zohra, su marido, su madre, su hija Nigin y otro hijo de ocho años— en el aeropuerto más mediático de las últimas semanas, en medio del caos más absoluto. “Queríamos llegar a la puerta de España, pero no conseguíamos encontrarla. Entonces fuimos a la de Australia. Cuando llegamos ahí, los soldados australianos nos empujaron y pegaron. Nos echaron de ahí aunque teníamos documentación. Fue horrible”.

Tras la hostilidad de los australianos y después de muchas horas de búsqueda, finalmente, consiguieron llegar a la Abbey Gate, la misma puerta de acceso donde este jueves se resgistró el ataque suicida que ha segado la vida de, al menos, 92 personas, según fuentes locales y talibanes citadas por Reuters. Otras fuentes locales citadas por The New York Times, CBS y ABC News elevan las muertes a 170. Zohra no puede evitar llorar al hablar de los atentados de este jueves, los que su familia no sufrió por cuestión de horas. “Remataron a los heridos...”.

El soldado Frigo

La familia Sana-Torabi llegó a la citada puerta el miércoles, a pocos minutos de que se pusiera el sol en Kabul. “Mi madre llevaba una bufanda roja y amarilla, como la bandera de España. Los soldados nos sacaron de la zona controlada por los talibanes y pudimos acceder a la zona española. Hablé con ellos y les dije que teníamos toda la documentación”.

A madre e hija se les ilumina la cara al nombrar al soldado español que las atendió. Aseguran que se llama Frigo (cabe pensar que es su apellido). “Es un soldado español muy bueno”, dice Zohra en su única intervención en inglés en toda la conversación.

Interior del A400M durante el último vuelo de rescate.

Interior del A400M durante el último vuelo de rescate. Ministerio de Defensa

“Nos ayudaron muchísimo”, continúa Nigin. “Los soldados españoles son muy, muy solidarios y humanos. Nos dieron agua, después de casi dos días sin haber bebido ni comido nada. Pero cuando llegamos a la puerta española nos cuidaron. ‘Ahora estáis a salvo’, nos dijeron. Nos trasladaron a la terminal durante la tercera noche que pasamos en el aeropuerto”.

La pesadilla había terminado. La familia embarcó la noche del miércoles en uno de los 17 vuelos (Dubái-Kabul-Dubái) que el Gobierno fletó para rescatar a españoles y afganos. La familia de Zohra forma parte de un contingente de cerca de 50 familias que se dedicaron a proteger los derechos de las mujeres en Afganistán.

En Dubái, tomaron un vuelo de Air Europa que las llevó hasta la base aérea de Torrejón (Madrid). “Cuando aterrizamos, una señora muy amable nos dio la bienvenida. Estamos muy agradecidas a todas las personas que nos han ayudado. Todo el personal ha sido muy amable”. Zohra se lleva la mano al corazón mientras vuelve a hablar en su lengua natal. “Sois muy solidarios —dice de los españoles—. Está muy contenta de estar aquí”, traduce su hija.

Nigin (izquierda) y Zohra durante la videollamada con EL ESPAÑOL.

Nigin (izquierda) y Zohra durante la videollamada con EL ESPAÑOL. J.S.

"Todo eso es mentira"

“Ahora mismo no sabemos qué será lo siguiente. Estamos en un hotel con mucho personal y con la Cruz Roja. En los próximos días empezaremos a recibir clases de español. Todos vamos a intentar aprender vuestro idioma”.

Más de 600 afganos evacuados ya han expresado su deseo de quedarse en España como refugiados. De las 2.206 personas que ha logrado evacuar Defensa, 1.671 son del contingente español, 333 de la Unión Europea, 131 de EEUU, 50 de la OTAN y 21 de Portugal. El ministro Fernando Grande-Marlaska aseguró el martes en Torrejón que las peticiones de asilo se tramitarán con “máxima urgencia”. 

En los próximos días, esta familia sabrá qué va a ser de ellos tras esta odisea con final feliz. Antes de colgar esta videollamada, conviene hacer dos preguntas obligadas. Las responde Nigin, sin dudar medio segundo en su respuesta. 

—El nuevo régimen talibán se intenta presentar como más amable, ¿es eso cierto?

—Todo eso es mentira. Venimos de Kabul y conocemos la situación. Lo hemos visto. Las mujeres no tenemos derechos, no tenemos acceso a la cultura. Los talibanes ven a las mujeres como esclavas de los hombres. Incluso los hombres están obligados a llevar la barba larga.

—¿Qué creéis que va a pasar en los próximo años en Afganistán?

—Si las Naciones Unidas y los países europeos no ayudan al pueblo afgano, el pueblo afgano no va a poder hacer nada. No tienen medios. El presidente, Ashraf Ghani, y los ministros han huido. Han abandonado a los afganos y deberían estar junto al pueblo. Si hasta el presidente nos ha abandonado, ¿cómo van a ayudarnos otros países?