María Rodríguez Jiménez, autora de la carta, junto a su prima fallecida, María de los Ángeles Egea.

María Rodríguez Jiménez, autora de la carta, junto a su prima fallecida, María de los Ángeles Egea. Cedida

Reportajes Violencia de género

La carta de María al asesino de su prima: "Le destrozaste su cara, su cabeza y la asfixiaste"

Una prima hermana de la víctima le dice al acusado, para el que la Fiscalía pide 32 años de cárcel: "También acabaste con la infancia de sus hijos"

11 mayo, 2021 03:06

Noticias relacionadas

La familia de María de los Ángeles Egea Jiménez, muerta a los 41 años a manos de su pareja en Úbeda (Jaén) en septiembre de 2018, sólo ansía justicia. El próximo 27 de mayo, M. E. V., el presunto asesino, se sentará en el banquillo de los acusados. La Fiscalía pide para él una prisión de 32 años de cárcel

Según relata el ministerio público en su escrito de acusación, la mató dándole un fuerte golpe con el pico de una plancha en la cabeza y asfixiándola con sus manos y con la ayuda de una bayeta cuando la mujer ya estaba tendida sobre el suelo. El acusado ha sostenido desde el principio que actuó así en defensa propia. 

La víctima tenía cuatro hijos. Dos de una relación anterior y dos con el presunto asesino. La Fiscalía señala que el acusado "trató en todo momento de controlar a María de los Ángeles, impidiéndole que pudiera disponer de dinero, limitando sus gastos y no permitiéndole que trabajara si no lo hacía con él".

El fiscal relata palizas delante de los hijos, amenazas de muerte e innumerables humillaciones, llegando a dejarla encerrada en un chalet junto a tres de sus hijas, todas ellas menores de edad. La víctima nunca acudió al médico "por miedo a las represalias y advertencias del acusado".

El 12 de noviembre de 2016, María de los Ángeles presentó denuncia contra el acusado por malos tratos, pero la responsable del Juzgado de Instrucción número 1 de Úbeda acordó el sobreseimiento provisional por falta de pruebas.

A partir de ahí la mujer se trasladó a su localidad natal, Arahal (Sevilla), donde las "advertencias y presiones" por parte del acusado fueron constantes, hasta el punto de quedar registrados numerosos mensajes donde el procesado le pedía que regresara porque ya no iba a pegarle más y no le volvería a hacer daño.

En dichos mensajes el acusado también reconoce que obligó a su hija a presentar una denuncia falsa contra ella que conllevó una orden de alejamiento respecto a tres de sus cuatro hijos.

María de los Ángeles Egea murió a los 41 años en Úbeda (Jaén), en septiembre de 2018.

María de los Ángeles Egea murió a los 41 años en Úbeda (Jaén), en septiembre de 2018.

María de los Ángeles aceptó volver con el acusado en enero de 2018 para poder estar junto a sus hijos. Pero, según el fiscal, continuaron "las humillaciones y desprecios". Incluso fueron a más cuando en agosto de ese año ella comenzó a trabajar en un bar.

La tarde del 21 de septiembre de 2018, cuando María de los Ángeles se encontraba en la cocina y su hijo pequeño durmiendo, el acusado, aprovechando que ella estaba de espaldas, "de forma totalmente sorpresiva e inesperada y sin dar opción alguna de posible defensa", cogió la plancha con la empuñadura hacia abajo y la golpeó "fuertemente", incidiendo con la punta en la sien derecha. Luego, la asfixió y la acuchilló en numerosas ocasiones.

La Fiscalía calificado los hechos como un delito de asesinato, otro de maltrato habitual, dos delitos de amenazas y uno de coacciones, con el agravante de parentesco y género. Pide una condena de 32 años de cárcel. Además, reclama 400.000 euros de indemnización a repartir entre los cuatro hijos de la víctima.

A dos semanas del juicio, María Rodríguez Jiménez, una prima hermana materna de la víctima mortal, ha escrito una carta para el presunto asesino y ha pedido a EL ESPAÑOL que se haga pública. 

La reproducimos íntegra a continuación:

"Empezar a escribir esta carta es muy duro. Llevo casi tres años pensando en lo que te diría si te tuviese delante. No soy persona de insultar ni amenazar, eso no nos lo enseñaron nuestros padres. Si pudiese mirarte fijamente a los ojos te preguntaría por qué. No sólo por qué la mataste, si no por qué le apagaste su vida poco a poco, con tus abusos, tus amenazas, tus desprecios, utilizando toda esa maldad que tienes.

No sólo la destruiste a ella, también acabaste con la infancia de sus hijos, te llevaste por delante hasta el derecho de disfrutar de su madre, ella que tanto luchó por darles de comer, por cuidarlos, hasta el punto de volver contigo a pesar de saber que iba a volver al infierno del que había conseguido salir. Esa menor que utilizaste para que declarase en contra de ella ahora te va a desenmascarar. No llego a alcanzar hasta qué punto una persona puede tener tanta maldad. Si hubiese sospechado del infierno que estaban viviendo en aquella casa bajo tu yugo, hubiese hecho algo por rescatarlos, pero ella callaba por miedo.

Cuando tuvo valor e intentó denunciarte, a alguien le pareció que sólo lo hacía por venganza. No la oyeron y otra vez apagaron su voz. Yo me pregunto por qué, cómo puede una mujer demostrar que están amenazados ella y sus hijos, cómo demostrar el daño psicológico, ¿cómo?

Eres un cobarde porque no le diste la oportunidad de defenderse, la atacaste por la espalda, le destrozaste su cara, su cabeza y la asfixiaste poco a poco. Dime, ¿qué sentiste cuando veías cómo su vida se iba apagando poco a poco? ¿Puedes dormir por las noches? Espero que no, que no tengas descanso, que cuando cierres tus ojos veas su cara destrozada por ti.

Su único crimen fue conocerte, enamorarse de ti, creer en tus palabras y pensar que le ibas a dar una vida mejor a ella y a sus niñas. Sólo la utilizaste para pagar con ella tus frustraciones. Dime cómo podías estar tan tranquilo cuando la dejabas aquí en Arahal sin nada, sin dinero, muestras tú te dedicabas a disfrutar y ella tenía que ir a Cáritas a pedir para poder comer o al ayuntamiento a pedir trabajo.

¿Qué clase de 'hombre', por llamarte de alguna manera, eres? No sólo nos la quitaste, además nos negaste el derecho de despedirnos de ella. Ni siquiera pudimos despedirnos de ella. Sólo le pido a Dios que se le haga justicia y que sufras en tus propias carnes lo que ella vivió, vivas con miedo y que no puedas descansar, porque ella no lo va a hacer hasta que se le haga justicia".