El crucero Príncipe Alfonso en el que zarpó rumbo al exilio Alfonso XIII.

El crucero Príncipe Alfonso en el que zarpó rumbo al exilio Alfonso XIII. Archivo Ferrol

Reportajes

La última hora de Alfonso XIII en Cartagena como Rey soportando gritos de "¡Viva la República!"

Hace 90 años, la madrugada del 15 de abril, el bisabuelo de Felipe VI abandonó España desde el Arsenal. No volvería del exilio sino muerto.

15 abril, 2021 02:52
Cartagena

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La quietud que reina a las cuatro de la madrugada en el Barrio de San Antón, por donde un sereno hace su ronda habitual, 'armado' con un chuzo -un palo con punta-, se ve interrumpida de forma súbita por el sonido del motor de cuatro vehículos que atraviesan las calles adoquinadas en dirección al Arsenal de Cartagena. Entre esos coches que circulan a deshoras, un 15 de abril de 1931, destaca un flamante Duesemberg J, un deportivo solo al alcance de los bolsillos de estrellas de Hollywood, que conduce Alfonso XIII: comienzan los últimos minutos de vida de la monarquía española en suelo patrio.

La comitiva real pasa por delante de las cocheras de los tranvías, de las imponentes chimeneas de la Fábrica de Fluido Eléctrico Hispania y de la Casa Zapata, de corte modernista, que es propiedad de una familia acaudalada gracias a la minería, uno de los motores de la floreciente economía de Cartagena. La ciudad portuaria es una de las diez urbes más importantes del país, por sus 101.000 habitantes, su Arsenal, la actividad comercial del puerto o la Sociedad Española de Construcción Naval que ha alumbrado la serie de submarinos C-3 y C-4.

El Rey conoce al dedillo la realidad de Cartagena porque por su mente pasan todos los recuerdos de las siete visitas oficiales que ha realizado a tierras cartageneras. A la misma velocidad que se mueven los ocho cilindros en línea de su deportivo, le invaden la emoción y la angustia al ver el Hospital de la Cruz Roja: un edificio de una aseguradora con la que medió su esposa, la Reina Victoria Eugenia, para lograr su cesión a la ciudad portuaria como centro hospitalario donde se atendió a los heridos de la Guerra del Rif. Un conflicto con el que se empezaron a tambalear los cimientos de su reinado.

Alfonso XIII de visita oficial en Cartagena, acompañado dentro de su coche por el alcalde cartagenero, Alfonso Torres.

Alfonso XIII de visita oficial en Cartagena, acompañado dentro de su coche por el alcalde cartagenero, Alfonso Torres. Casau

Al enfilar la calle Real, los recuerdos vuelven a salir al encuentro de Alfonso XIII cuando los faros de su coche iluminan las palmeras, con parterres decorados con azulejos blancos y azules, que jalonan los jardines del Teatro Circo. El mismo a cuya función de gala asistió acompañado por la Reina. En esta madrugada del 15 de abril de 1931 no recibe ningún aplauso Su Majestad, sino los gritos enfervorecidos contra la Monarquía de 200 personas que estallan ante la llegada del monarca al Arsenal -tras atravesar en coche dos kilómetros del entramado urbano-.

El panorama que se respira es fruto de las elecciones municipales que se celebraron en toda España, el 12 de abril, y que dos días después han derivado en la proclamación de la II República. Una compañía de infantería de Marina garantiza la seguridad en la entrada y templa los ánimos del gentío, entre el que se encuentra la escritora Carmen Conde.

Todos gritan lo mismo: '¡Viva la República!' Esto es un mal menor para una comitiva real que acumula horas de viaje de paisano para evitar ataques de radicales, ya que en la tarde del 14 de abril, al inicio de la ruta por carretera desde Madrid hasta Cartagena, se ha producido una manifestación en el Palacio Consistorial por la victoria cosechada en la ciudad portuaria por una coalición de izquierdas. El escrutinio de las elecciones municipales del 12 de abril ha deparado 28 concejales para republicanos y socialistas frente a 16 de la derecha monárquica.

Desde que a las doce de la noche ha trascendido que el Rey viaja rumbo al Arsenal para coger un barco y exiliarse, en Cartagena se especula con que se va a atentar contra Alfonso XIII. Los esfuerzos de republicanos moderados, como el naviero Julio Casciaro, dan sus frutos evitando los altercados en la ciudad portuaria donde -al igual que en el resto del país- se han entendido los comicios municipales como un plebiscito a la Monarquía.

El Rey finalmente accede al Arsenal sin problemas, más allá de ser increpado y vociferado. De su Duesemberg J sale vestido con un gabán, color café. Su cara es de circunstancias mientras se enfunda un sombrero gris y coge su bastón. Las manecillas de su reloj corren hacia las cuatro y media de la madrugada. El tiempo apremia para abandonar el país sin que se produzcan incidentes violentos en las calles.

La Plaza del Rey que está frente a la entrada al Arsenal por la que accedió en coche Alfonso XIII.

La Plaza del Rey que está frente a la entrada al Arsenal por la que accedió en coche Alfonso XIII. Cedida

En el Muelle de la Machina le espera en formación la tropa, a cuya cabeza está el capitán general de la Zona Marítima del Mediterráneo, Magaz; el comandante del Arsenal, Cervera, y el gobernador militar, Francisco Zuvillaga. En el país impera la II República mientras en la ciudad portuaria se produce el último acto protocolario monárquico: se hiza la bandera de España mientras Alfonso XIII pasa revista a la tropa y saluda a cada uno de los mandos militares de la Armada. De todo ello son testigos los miembros de la comitiva que junto al Rey se han cruzado cuatro provincias -a toda velocidad- por la carretera nacional N-301.

Esa comitiva desplazada desde el Palacio Real de Oriente en Madrid no deja de arropar al monarca: desde los escoltas y los guardias civiles que iban en dos de los coches, a los miembros de la servidumbre; el chófer Antonio Sambeat; el ayudante Galarza; el Infante Don Alfonso de Orleáns; el ministro de Marina, José Rivera y Álvarez de Canedo, y el Duque de Miranda. Pero de entre todos los presentes, solo uno verbaliza el dolor que le causa la inminente salida del país de Alfonso XIII:

Capitán general Magaz: Siento mucho lo sucedido

Alfonso XIII: Conservo y sigo mis tradiciones.

En torno a las cinco de la madrugada, una 'gasolinera', como coloquialmente se conoce a los barcos auxiliares de repostaje, atraca en el Muelle de Levante para recoger al Rey y llevarlo al crucero Príncipe Alfonso: su embarcación fetiche. El monarca la ha escogido para este viaje porque le trae buenos recuerdos, al haberla usado en actos diplomáticos y viajes oficiales a Italia o Suecia. En cuanto Alfonso XIII pone un pie en la 'gasolinera' siete salvas resuenan por el Arsenal.

Tropa de marinería: ¡Viva el Rey!

Alfonso XIII: ¡Viva España!

En la cubierta del crucero Príncipe Alfonso se recibe con honores al Rey que resume la situación con serenidad y una frase lapidaria: 'Vine al trono sin sangre y así me voy de él'. Desde la tarde del 14 de abril estaba todo listo para que en la madrugada del 15 zarpase este buque de 176 metros de eslora, diseñado por el ingeniero, Sir Phillip Watts, inspirándose en la 'clase E' de la Royal Navy.

Crucero Príncipe Felipe en el que Alfonso XIII partió rumbo al puerto de Marsella.

Crucero Príncipe Felipe en el que Alfonso XIII partió rumbo al puerto de Marsella. Archivos de Cartagena y Ferrol

Nada más comenzar a navegar a las cinco y media de la madrugada, Alfonso XIII pide subir al puente de mando para pedir un deseo: 'Quiero ver España por última vez'. Y el último cachito de suelo patrio que vislumbra es la isla de Escombreras y no puede evitar romper a llorar.

El islote que debe su nombre a los romanos por el pescado 'scombrus', que utilizaban para producir la salsa 'garum', se convierte en una imagen de postal para la retina del monarca que tan estrecha relación ha guardado en su reinado con la ciudad portuaria. Prueba de ello es que en 1907 firmó los Acuerdos de Cartagena con el Reino Unido y la República Francesa; en 1923 inauguró el Monumento Héroes de Cavite y Santiago de Cuba; asistió a la puesta de largo del Palacio Consistorial; protagonizó reuniones con el alcalde, Alfonso Torres, con el que todos los vecinos aseguraban que guardaba parecido físico...

Esta estancia de hora y media en Cartagena es el epílogo al vínculo emocional que el Rey mantiene con la ciudad portuaria, a pesar del republicanismo que pervive en sectores de la población desde que años atrás se produjo la insurrección federalista del Cantón de Cartagena. Tal sentimiento -intacto desde la Primera República- se hizo patente en las elecciones municipales del 12 de abril, con la victoria de la izquierda en nueve de los diez distritos, donde han celebrado la salida del país de Alfonso XIII. 

El diario para reflexionar

El buque navega a toda máquina hacia suelo francés para que Alfonso XIII pueda reunirse en París con sus hijos y su esposa, Victoria Eugenia. Ellos también han tomado precauciones para abandonar España y en la mañana del 15 de abril de 1931, la Reina, Victoria Eugenia, ha salido del Palacio por la puerta del Moro. Para despistar, en vez de coger el tren desde la estación del Norte, lo ha hecho en los Altos de Galapagar.

Durante el viaje en altamar el monarca apenas habla: se retira a su camarote a dormir y solo sale para tomar un refrigerio. La mayor parte del tiempo la invierte en hacer anotaciones en su diario donde reflexiona sobre los motivos que han llevado a España a proclamar la II República enviando a la monarquía al exilio.

Alfonso XIII pide quedarse con la bandera bordada de España antes de salir del crucero Príncipe Felipe para subirse a un bote que le llevará al puerto marsellés donde le espera un coche. Sin embargo, el almirante José Rivera y Álvarez de Canedo no accede. El monarca se emociona al ver a los marineros en formación en los instantes previos a su salida del navío: será la última vez que lo hagan para un Rey porque el buque regresa a suelo español con la bandera de la República.

Esta es la crónica desde dentro de aquella hora y media del Rey en la ciudad portuaria, que marcó un momento crucial en la historia del país y que EL ESPAÑOL ha recreado recabando imágenes de los archivos municipales de Cartagena, Murcia y Ferrol, además de entrevistarse con tres cronistas oficiales -Francisco J. Franco, Luis Miguel Pérez y Juan Ignacio Ferrández-, consultar la revista Cartagena Histórica y las anotaciones manuscritas por el ministro de Marina, entre otros documentos. Todo ello, con motivo del noventa aniversario que este jueves se cumple del exilio del Rey Alfonso XIII ante la proclamación de la II República, cuyo Gobierno sufrió después un golpe de estado que fue la antesala de la Guerra Civil.

Incógnitas y anécdotas

Nueve décadas después todavía hay incógnitas por resolver, como conocer si realmente, entre las cuatro y las cinco de la tarde, se le ordenó extraoficialmente al comandante Cervera que preparase el crucero para evitar un atentado porque la comunicación oficial a todas las autoridades militares y políticas de la llegada del Rey a Cartagena no se produjo hasta la medianoche del 14 al 15 de abril. Una hipótesis probable dado que Cervera era un militar de la total confianza del monarca.

Tampoco se sabe qué ha pasado con el fastuoso Duesemberg J de Alfonso XIII, apodado como el 'avión de la carretera' porque era capaz de alcanzar los 200 kilómetros por hora. Los cronistas de la ciudad portuaria cuentan que se rumorea que acabó guardado en el Arsenal, pero en motorhistoria.blogspot se detalla que el chófer personal del rey, Antonio Sambeat, se desplazó a Cartagena aquel 14 de abril de 1931 para luego subir el apreciado deportivo a Francia. Al coche se le perdió la pista en Roma tras la muerte de Alfonso XIII y se especula con la posibilidad de que lo legase al chófer Sambeat en agradecimiento por su fiel servicio.

Este episodio histórico está íntimamente ligado a la Región de Murcia, no solo por el papel que jugó Cartagena, sino porque después se rodó 'Las últimas horas': una película que se estrenó en 1966 y que estuvo protagonizada por el actor murciano Ángel Picazo, del que siempre se habló que era hijo bastardo de Alfonso XIII y que por su parecido físico lo eligieron para interpretar el papel del monarca en esos convulsos días de abril. Otra curiosidad de esa producción es que en la última escena, aparece la auténtica 'gasolinera' que llevó al rey del Muelle de Levante al crucero.

Imagen de la 'gasolinera' en la que se trasladó a Alfonso XIII hasta el crucero Príncipe Alfonso.

Imagen de la 'gasolinera' en la que se trasladó a Alfonso XIII hasta el crucero Príncipe Alfonso. Club Náutico de Los Nietos

Al margen de incógnitas y anécdotas, de lo que no tienen ninguna duda los cronistas es de que Alfonso XIII escogió Cartagena para iniciar su exilio por "una cuestión simbólica": allí estaba su embarcación preferida Príncipe Alfonso

Entre los cronistas también hay unanimidad al subrayar que Cartagena es la única ciudad de España que ha visto salir vivo a un monarca, el 15 de abril de 1931, y ha presenciado la repatriación desde Italia de sus restos mortales, un 18 de enero de 1980. "No fue una decisión casual de su nieto, el rey Juan Carlos I, que el ataud de Alfonso XIII entrase por el mismo Muelle de Levante del Arsenal que le vio partir de su país".