La vuelta al trabajo después de una Semana Santa tan excepcionalmente tranquila tenía una cita importante en Zarzuela. Jaime Alfonsín, Jefe de la Casa del Rey, mantenía su tercer encuentro con la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, para seguir con la hoja de ruta que presidencia del Gobierno y la jefatura del Estado se han marcado hacia un nuevo modelo de monarquía.

Ya lo había comentado Pedro Sánchez a finales de 2020: se está trabajando "paso a paso" para introducir algunas medidas y para modernizar la institución. Pero -y por mucho que sus socios del Ejecutivo se empeñen en esa posibilidad- lo cierto es que no tendrá forma de una nueva ley sobre la Corona en España. Así que la mano derecha de Felipe VI y la del presidente intentan encontrar una fórmula para fiscalizar y controlar a la Casa que primero satisfaga a todos y que, segundo, ayude a que el actual soberano no se vea arrastrado al abismo por los errores cometidos por su padre, Juan Carlos I, en el pasado. "La idea es una monarquía menos opaca para los ciudadanos y más reforzada", aclara una persona cercana al equipo del Rey.

Hay una razón contundente y a la vez sombría por la cual no se puede crear una ley de la Corona, como piden desde Unidas Podemos (que siguen prometiéndoselo a su electorado por boca de su líder, Pablo Iglesias, en la campaña electoral en la que está inmersa la Comunidad de Madrid) y Más País. Esta es que estos partidos y los de tinte nacionalista pueden querer aprovechar las circunstancias para empezar con un debate más profundo sobre el sentido de la Monarquía e intentar limitar los actos y movimientos de Felipe VI.

Además, esta normativa tendría un difícil encaje en el ámbito constitucional. La Constitución española en sus artículos referentes a la Corona no refleja que se pueda legislar sobre su funcionamiento salvo en el caso de las abdicaciones o renuncias. Es lo que ocurrió en 2014, cuando el Congreso de los Diputados tuvo que aprobar una ley de abdicación que no fuera genérica, sino específica para ese momento en que Juan Carlos I renunciaba a su cargo. Pero no pueden crearse leyes para controlar o vigilar al titular de la Jefatura del Estado, porque tal posibilidad no está recogida en la carta Magna. 

"Así que lo que se está negociando es una fórmula para hacer una institución más fuerte, adaptándola a los tiempos actuales, que son muy distintos a cuando nació en su forma parlamentaria hace más de 40 años. Se buscará dotar a la institución de más trasparencia en el rendimiento de las cuentas, aunque eso ya se comenzó a hacer cuando Felipe VI llegó al trono", cuenta la misma persona.

La fuente se refiere al extenso y profundo proceso de transparencia que comenzó en 2014 dentro de Zarzuela, firmando acuerdos con la Abogacía del Estado y la Intervención General, para realizar anualmente auditorias internas y externas que luego publican en la web de la Casa Real. Pero el Gobierno, y también el equipo del Rey, saben que en este momento estas normas internas impuestas a todos los empleados (que publican sus sueldos cada año como ejemplo de trasparencia) no son suficientes en estos días en los que los escándalos por hechos del pasado y algunos del presente minan la confianza y la imagen que los españoles tienen sobre la Corona.

Qué hacer con Juan Carlos

La idea de este equipo de trabajo es que, poco a poco, cuando tengan la espina dorsal de las medidas que se van a adoptar, se irán integrando al resto de los grupos parlamentarios. Un representante del Partido Popular, designado por Pablo Casado, ya estuvo en la segunda de estas citas. Pero la de esta semana tenía otra cuestión sobre la mesa en la que el partido de la oposición no tenía nada que decir, y era: ¿qué hacemos con Juan Carlos I? El complejo momento que se está viviendo con el  Emérito en Abu Dabi trae de cabeza a su hijo y al Gobierno. Se cumplen nueve meses desde que Juan Carlos tomara rumbo a Emiratos Árabes en esta especie de exilio forzado que se encuentra viviendo y la cuestión sigue casi como desde entonces.

Zarzuela presiona al tener claro que hay que tomar una decisión al respecto cuanto antes. El padre de Felipe VI está desesperado por regresar a España y así se lo ha hecho saber a su hijo y a su equipo. No puede más. Ahora mismo tiene pánico a fallecer allí, solo y lejos de su hogar. Volver a su país. "Él está fuerte, lleva mucho recorrido en la vida con situaciones mucho más complicadas. Pero está triste porque cree que está siendo injustamente tratado. Lo que más le duele es que pudiendo volver en cuanto se aclaren algunas cosas, y ya vacunado, siga allí olvidado", cuenta a EL ESPAÑOL uno de los amigos que Juan Carlos an tiene en España.

Juan Carlos, en una foto en su nueva casa de Emiratos Árabes.

Con ese anhelo por volver vive el Emérito, quien esperaba que con la última regularización fiscal que realizó en febrero lograría su deseo. Así se lo contaba a sus amigos, los mismos que se ha sabido hace poco que pagaron los 4,4 millones que Juan Carlos ha devuelto a Hacienda. Al parecer, esta segunda regularización por rentas no declaradas fue fruto de una colecta de varios empresarios; una iniciativa que partió de Javier Corsini, gestor de una de las fincas de caza del anterior monarca, y de su hermano Miguel, expresidente de Renfe.

En la colecta habrían participado, entre otros, Vicente Boluda; Jaime Castellanos, presidente del banco de negocios Lazard, ex primer ejecutivo de Recoletos y tío de Ana Botín; Alejandro Aznar, presidente de las Bodegas Marqués de Riscal; Diego del Alcázar, marqués de la Romana y presidente del Instituto de Empresa Business School y Alicia Koplowitz, de FCC. Según parece habrían puesto 250.000 euros cada uno.

El primer pago del Emérito a Hacienda tuvo lugar en diciembre de 2020, con una cantidad de 678.393 euros para empezar a regularizar su situación fiscal y evitar que la Fiscalía abriera una causa en su contra por los movimientos económicos que hizo desde 2014, año en el que dejó de ser inviolable. Juan Carlos I buscaba entonces, como con los 4,4 millones de euros, poder regresar a Madrid por Navidad. El padre de Felipe VI hizo llegar su deseo a todos sus amigos, incluidos los periodistas más íntimos, para que nos fuéramos haciendo a la idea de su regreso. Finalmente, el mensaje de Navidad del Rey frustró su deseo.

No a Zarzuela

Para el Gobierno, la vuelta del padre de Felipe VI tiene varios problemas. El primero es dónde alojarlo. Él da por supuesto que su sitio es Zarzuela, donde vive desde principios de los años 60 del siglo pasado, desde que se casó con la Reina Sofía. Pero se trata de un recinto gestionado por Patrimonio Nacional cuyo mantenimiento pagan los ciudadanos. Así que está descartado. "Y eso es lo que más le duele, que no le vayan a dejar volver a la que ha sido su casa durante tantos años. El Rey no se ve viviendo en la habitación de invitados de la casa de su hija, la Infanta Elena, ni de prestado en casa de alguno de nosotros. Es que ni si quiera quiere instalarse en Sanxenxo, a pesar de que Pedro (Campos) se lo ha ofrecido en muchas ocasiones", añade la misma fuente.

Otro de los impedimentos que ve el ejecutivo de Pedro Sánchez es cuánto tiempo va a volver. El emérito quiere quedarse de forma permanente, pero el Gobierno se niega a esta opción. "Puede que lo mejor es que la Fiscalía le llame a declarar y así tener la excusa perfecta para volver. Pero por ahora, según le ha dicho su propio abogado, no parece que vaya a ocurrir. Tendrá que seguir esperando. En septiembre se celebra la regata más importante en Sanxenxo, esperemos que entonces pueda tomar el timón del Bribón VI que le está esperando", sentencia la misma persona.

Sin embargo, el equipo de Felipe VI pone otra duda sobre la mesa de negociación: ¿quién sigue pagando los gastos que genera su estancia en Abu Dabi? No estamos hablando de su residencia, ya que sabemos que dejó el carísimo hotel hace unos meses y se encuentra invitado en una fabulosa villa de la Isla de Nurai por un empresario inglés, un viejo amigo de sus antiguas relaciones en Londres. Son los demás costes los que se pregunta Zarzuela si el Gobierno está dispuesto a seguir pagando, ya que corre a cuenta de Patrimonio, que son los que pagan a los asistentes personales que están en el país árabe atendiendo al padre de Felipe VI.

Se trata de tres personas, que a lo largo de estos nueve meses se han ido turnando, y que sus sueldos y desplazamientos abonan los españoles con sus impuestos. Y este es un coste que Carmen Calvo está dispuesta a asumir antes que dejar que el ex jefe del Estado pise suelo español y sirva "según ellos, de arma arrojadiza contra la Corona. Desde la Casa se le mandan mensaje de tranquilidad y se le ha dicho que va a tener que esperar", dice un amigo del Emérito.

Pero lo cierto es que el padre de Felipe VI no aguanta más, y no entiende la razón de la tardanza de su regreso, y más ahora que ya está vacunado. Se inyectó la vacuna china hace más de un mes, contra la Covid-19. Sin embargo, durante esta Semana Santa ha llamado a sus personas de confianza en España para pedirles silencio, que no cuenten nada sobre sus ganas de regresar para poder así entablar nuevos puentes con Zarzuela, un silencio que facilite una negociación con el Gobierno sobre su vuelta.

Con ese mismo mensaje regresó la Infanta Elena de su último viaje, que realizó justo antes de la Semana Santa a Abu Dabi, donde estuvo pasando cinco días visitando a su padre. El regreso del Emérito a España es otra de las aristas que Felipe VI y el Gobierno.

Cuando el Rey actual llegó al trono, el 19 de junio de 2014, el Caso Nóos era prácticamente un hecho y las primeras puntas del iceberg de los escándalos de su padre ya comenzaban a asomar. Siendo todavía Príncipes de Asturias, Felipe y Letizia ya había decidido poner distancia entre ellos y su hermana, la Infanta Cristina, cuyo marido, Iñaki Urdangarin, estaba inmerso en el proceso judicial que terminaría llevándolo a prisión el 18 de junio de 2018.

Al comenzar su reinado, Zarzuela tomó una decisión drástica y dolorosa, pero era la única correcta para poner un cordón sanitario entre los Reyes y los problemas que llegaban desde Barcelona y después Suiza.

El término Familia Real solo se podría aplicar a los eméritos, Juan Carlos y Sofía, y a los actuales Reyes, Felipe y Letizia, y sus dos hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. Todos los demás, es decir, las Infantas Elena y Cristina, maridos e hijos, pasarían a ser familia del Rey. Esto suponía que tampoco tendrían asignación económica ni ninguna representación de la institución.

Este hecho fue asumido sin problemas por la ex duquesa de Palma pero le costó un buen disgusto a la todavía duquesa de Lugo. La hermana mayor de Felipe VI lleva su deber a la Corona como su misión en la vida y esta ruptura, provocada por los hechos de otros, no le gustó nada. Otro hecho haría que Elena se rebelara todavía más contra el reinado de su hermano: el trato, según ella, injusto y terrible que se le está dando a su padre después de sus servicios a este país.

"Ella no puede entender cómo el Rey permite que su padre esté a 8.000 kilómetros pidiendo volver y que no se lo permita. Elena alega, como todos los demás, que don Juan Carlos no tiene ninguna causa pendiente con la Justicia y que no, además ya vacunado, podría volver perfectamente. Así que está muy dolida con este tema", expresa una amiga de la ex esposa de Jaime de Marichalar.

Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón, en una imagen de archivo en Vitoria.

Desde hace unos meses las hermanas del Rey están fuera de control, sin importarles las consecuencias que sus actos tienen para la institución de la Corona. Si hace dos meses se vacunaban las dos en Emiratos Árabes aprovechando una visita a su padre y saltándose todos los protocolos de vacunación que han impuesto las autoridades españolas, esta Semana Santa han hecho caso omiso de las recomendaciones de las autoridades de no moverse de su lugar de residencia. Tras su vuelta de Abu Dabi, la Infanta Elena se marchó a Segovia para pasar unos días de descanso en Labajos y Muñopedro, donde su amiga Rita Allendesalazar tiene una gran finca. Por su parte, sus dos hijos, Felipe y Victoria se marcharon a Marbella para disfrutar con sus amigos de unos días de vacaciones.

Por su parte, Cristina tampoco se quedó en Ginebra (Suiza), donde reside con su hija menor, Irene. Se desplazó hasta Vitoria para poder pasar unos días con su marido, Iñaki Urdangarín, que se encuentra en la capital vasca cumpliendo los términos de su nueva condena en semi-libertad. Los ex duques de Palma (título que le retiró su hermano el rey Felipe VI) se juntaron con sus hijos en la ciudad alavesa, que también se saltaron las restricciones de movilidad, ya que Juan vive en Madrid, Pablo en Barcelona y Miguel en Inglaterra. Mientras muchos españoles se quedaban en casa sin poder disfrutar de sus segundas residencias o de unas merecidas vacaciones, las dos hermanas del Rey lo hacían con total tranquilidad, cosa que ha indignado a las redes sociales.



Esta situación sería otro problema que Carmen Calvo y Jaime Alfonsín también tendrían que solucionar porque, al final, termina salpicando al trabajo de la institución. Ambos son conscientes de que entrar en ese punto les llevaría también a plantearse la conveniencia o necesidad de quitarle a Juan Carlos su título de Rey y eso es algo de lo que su hijo, Felipe VI, se ve incapaz de hacerlo. "Sabe que eso lo mataría del disgusto. No podría soportar ese dolor", sentencia el amigo del Emérito.

Esta es la encrucijada en la que se encuentran Zarzuela y Moncloa, justo en la semana en que se conmemora el 90 aniversario de la II República, cambio de regimen. 

Noticias relacionadas