Antonio Ros Jiménez murió el pasado viernes por un infarto.

Antonio Ros Jiménez murió el pasado viernes por un infarto.

Reportajes

Lo desvían de un centro de salud a otro porque no era el suyo y Antonio muere de un infarto en Murcia

La familia del difunto ha puesto una reclamación al Servicio de Salud y emprenderá acciones legales por supuestos delitos de negligencia médica y omisión de socorro. 

17 julio, 2020 02:40
Murcia

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Nazaret tenía la costumbre de hablar a diario con su padre, Antonio. De forma que el viernes 10 de julio le llamó para ver cómo se lo estaba pasando en las vacaciones junto a su madre, Loli. “Todos los años veranean en la playa de Lo Pagán porque allí tienen un piso: cuando hablé con mi padre estaba contento y se encontraba bien, me dijo que iban a comer al Chiringuito del Pirata”. Horas después, Nazaret recibió una llamada desoladora: su padre había muerto de un infarto después de que en el Servicio de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) de San Pedro del Pinatar (Murcia) le negasen supuestamente la asistencia por ser un desplazado.

Así consta literalmente en la reclamación que ese mismo 10 de julio formalizaron los familiares del difunto ante el Servicio Murciano de Salud (SMS) y que han facilitado a EL ESPAÑOL: “Presentar reclamación y denuncia por negar el derecho de socorro a una persona en la puerta de dicho centro, sin más preguntas que simplemente decir que no correspondía este centro y tenía que desplazarse al centro de salud de Lo Pagán donde ha fallecido el paciente don Antonio Ros Jiménez”.

Esa reclamación es la antesala de las acciones legales que emprenderán contra el personal médico del SUAP de San Pedro del Pinatar porque la familia presentará una denuncia ante la Benemérita por un presunto delito de omisión del deber de socorro y negligencia médica. “La Guardia Civil está al tanto de todo lo sucedido, todavía no hemos formalizado la denuncia porque Antonio acudió a la puerta de urgencias junto a su esposa, Loli, y ella tiene que prestar declaración porque es la única testigo que iba con la víctima, pero todavía no se encuentra con fuerzas para hacerlo”, apunta apenado Fran, pareja de Nazaret y yerno del fallecido.

El fallecido, Antonio Ros.

El fallecido, Antonio Ros.

“Creo que lo han hecho mal con mi padre porque era una persona enferma del corazón”, se lamenta con una entereza asombrosa su hija. “No lloro porque él no querría verme triste”, añade. Pero lo cierto es que es para estarlo a tenor del relato de los hechos que realiza Nazaret y que comienzan la tarde del jueves 9 de julio, cuando Antonio padeció ardor de estómago y se puso en contacto con el Teléfono Único de Emergencias. “En el 112 le dijeron que se tomase un almax y que si seguía encontrándose mal que acudiera al SUAP de San Pedro del Pinatar”, tal y como relata la hija del difunto a este periódico. 

“Mi padre se tomó el almax y se puso bien”. Tanto es así que al día siguiente, el viernes 10 de julio, Antonio se levantó dispuesto a disfrutar de la playa de Lo Pagán: la misma donde había salido a pescar, donde había disfrutado de paseos románticos junto a su esposa, Loli, y donde había jugado en la arena con sus hijos Nazaret (37 años) y Antonio (30 años) cuando tan solo eran unos críos. “Esa playa le daba la vida y se la ha quitado”, sentencia dolida su hija.

No exagera ni un ápice porque el cabeza de familia llegó a dedicarle una carta al Mar Menor que difundió en redes sociales para mostrar su preocupación por el pésimo estado que presentan sus aguas. “Mi querido Mar Menor, hoy he estado visitándote y aunque sigues en coma y no sé si me oyes, te he estado hablando y diciéndote que los humanos somos lo peor del mundo; te pido un poco de paciencia”. 

Diez minutos vitales

La hoja de reclamación que ha interpuesto la familia.

La hoja de reclamación que ha interpuesto la familia.

Ese viernes 10 de julio Antonio disfrutó por última vez de su amado Mar Menor y luego se fue a la playa a comer con su mujer. “A las dos y media de la tarde, mi padre regresó del Chiringuito del Pirata, se echó una siesta en su piso y al despertarse empezó a sentir ardor”. De forma que le dijo a su esposa que lo llevase al Servicio de Urgencias de Atención Primaria de San Pedro. “Eran las cinco de la tarde cuando llegaron a la puerta, entregaron la cartilla médica, y le dijeron que al ser un paciente desplazado le pertenecía el centro de salud de la Casa del Mar de Lo Pagán, pero mi madre les advirtió que mi padre era enfermo del corazón”.

Antonio era delegado de una empresa de transportes y estaba prejubilado desde los años noventa porque le diagnosticaron un tumor en la cara y una patología cardíaca. “Mis padres residen en Molina de Segura, pero tienen una segunda residencia en la playa de Lo Pagán desde que somos niños, no entiendo cómo no le atendieron por ser desplazado: yo soy una persona que viaja mucho y jamás me han dejado de atender en un centro de salud por ser desplazada”, reflexiona Nazaret. Lo Pagán es una pedanía que pertenece a San Pedro del Pinatar y ambos centros médicos están dentro del mismo término municipal, donde la familia tiene en propiedad un piso para veranear.

La negativa del médico de hacerle un simple reconocimiento a su padre le obligó a perder “diez minutos” por tener que desplazarse en su coche particular junto a su esposa desde el SUAP de San Pedro a Lo Pagán. Todo ello sin ser consciente de que estaba padeciendo un infarto y los tiempos de intervención son cruciales para atajar cualquier obstrucción de las arterias coronarias. “Mi padre tenía mucho ardor de estómago y no paraba de decir que se encontraba mal”.

Sin desfibrilador

Fachada del SUAP de San Pedro al que acudió el difunto y le fue negada la atención por ser un veraneante desplazado.

Fachada del SUAP de San Pedro al que acudió el difunto y le fue negada la atención por ser un veraneante desplazado.

Al llegar a la Casa del Mar de Lo Pagán se produjo la tragedia. “Mi padre entró a la consulta del médico y cuando mi madre estaba fuera esperándole escuchó un golpe”. De inmediato, Loli fue corriendo a la consulta: “Mi madre zarandeó la puerta hasta que la dejaron entrar y se topó con mi padre tirado en el suelo”. Antonio no reaccionaba. “No tenían desfibrilador en el centro de salud y tuvieron que esperar a que llegase una ambulancia del 061”. Una vez más la supuesta falta de medios y el tiempo volvieron a jugar en contra del padre de Nazaret. 

“El médico, el enfermero y el vigilante de seguridad le estuvieron haciendo un masaje cardiaco”. Todo fue en vano porque no pudieron reanimarle y Antonio murió delante del amor de su vida: Loli. En las instalaciones médicas se personó junto a la ambulancia una patrulla de la Guardia Civil que solo pudo certificar el fallecimiento. “A las seis de la tarde me llamó mi madre para decirme que mi padre había muerto”. Las vacaciones se convertían en una tragedia familiar.

“Esto que ha ocurrido no nos lo esperábamos” zanja Fran, la pareja de Nazaret. La familia tiene previsto solicitar los vídeos de las cámaras de seguridad de los dos centros de salud para documentar el contenido de la denuncia que próximamente presentarán en el Instituto Armado por los presuntos ilícitos de negligencia médica y omisión del deber de socorro.

Investigación

Este diario se ha puesto en contacto con la Consejería de Salud y avanzan que “el Servicio Murciano de Salud (SMS) ha abierto una información reservada para investigar lo acontecido y tomar las decisiones una vez recabada toda la información”. Desde el departamento del consejero Manuel Villegas corroboran que “el paciente acudió por la tarde al SUAP de San Pedro, aquejado de un problema de estómago. De allí lo derivaron a la Casa del Mar (en Lo Pagán) donde fue atendido por el médico que estaba allí”.

La Consejería difiere de la versión de los familiares del difunto porque afirma que “el paciente tenía síntomas inespecíficos y fue dado de alta a su domicilio. Al parecer, al salir del centro se desplomó y el médico que ya lo había atendido no pudo hacer nada más por él en esta segunda ocasión”. Tal versión indigna a los allegados del difunto: “Eso es mentira”. Los juzgados serán los que tengan la última palabra en este luctuoso asunto. Para Nazaret, hija de Antonio Ros Jiménez, la muerte de su padre que en marzo había cumplido 65 años se podría haber evitado si llegan a atenderle en el SUAP de San Pedro en vez de derivarlo a otro centro sanitario: “Era un hombre amigo de sus amigos, con muchas cualidades y virtudes al que le queda mucho tiempo por vivir”.