Gran Vía, en Ferrol.
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Vuelve la cafetería más mítica de Ferrol: "Todo cambia, pero Gran Vía siempre está"
Con más de seis décadas de historia, la cafetería Gran Vía reabre sus puertas este lunes bajo el mando de la tercera generación de la familia Macías con una nueva apuesta: los desayunos y meriendas, y con un objetivo claro: que cada cliente vuelva a pedir, como siempre, "lo de siempre"
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Pocos bares y cafeterías en Ferrol pueden presumir de formar parte del selecto grupo de los "de toda la vida". Pero si se pregunta a cualquier ferrolano o ferrolana por la cafetería más "mítica" de la ciudad, hay dos nombres que- inevitablemente- aparecen en el imaginario colectivo: el Avenida, en la Plaza de España, y el Gran Vía, en pleno Inferniño.
La cafetería Gran Vía abrió sus puertas en 1960 bajo la dirección de la familia Macías, convirtiéndose así en una de las más antiguas de la ciudad. Desde entonces, el linaje familiar continúa para abrir el próximo lunes bajo su tercera generación, con Fátima Macías al mando.
"Mis padres estuvieron al frente hasta 2020 y, por temas personales, decidieron ponerla en alquiler", cuenta Fátima Macías, que añade: "Estos cinco años vi que la cafetería podía tener más potencial y me vi preparada para asumir la gerencia, acompañada de mis padres".
Son muchas las fases que vivió Gran Vía, creciendo a la par que lo hacía la ciudad. Comenzó como cafetería, comedor y hostal en manos de los abuelos de Fátima, para más tarde convertirse en punto de encuentro habitual para los racinguistas, cuando el estadio Manuel Rivera aún ocupaba lo que hoy es la plaza del Inferniño y el centro comercial Porta Nova. Ahora, el local se prepara para una nueva etapa: una cafetería renovada, centrada en desayunos completos, meriendas y brunch.
Gran Vía, en Ferrol.
"Recuerdo el ruido del dominó que hacían los señores cuando era pequeño", rememora Miguel, un vecino del barrio: "La gente tomaba cafés por la mañana, cervezas por la tarde y era el sitio donde ver el partido el fin de semana... de los que quedan es el mítico, el de siempre".
Laura, vecina del Inferniño, a sus 88 años vivió toda la trayectoria del Gran Vía con recuerdos nítidos en su memoria como el de su marido, que tenía allí una peña de la partida de cartas, o los años gloriosos del Manuel Rivera. "Yo conocía a Domingo y a su mujer (abuelos de Fátima),era un sitio familiar, los días de fútbol se llenaba cuando estaba aquí el estadio y toda la clientela se conocía".
¿Cómo será el nuevo Gran Vía?
El nuevo Gran Vía promete mantener intacta la esencia que los Macías llevan cultivando desde hace 65 años: un local familiar, cercano, y con ese ambiente tranquilo para tomar un café sin prisas. La gran novedad será la apuesta por los desayunos, algo que -según Fátima- "faltaba en el barrio".
"Tengo dos niños y, si quiero llevarlos a desayunar o merendar un gofre o unas tortitas, tengo que ir al centro de Ferrol o a Narón", explica, y añade: "Es un nicho que el Inferniño necesita cubrir".
La principal implementación será precisamente esa: ampliar la oferta con desayunos, meriendas y, más adelante, brunchs. Todo ello acompañado de una estética renovada, más industrial, con predominio de tonos claros y madera. A su lado estará su mano derecha: su padre, conocido por todos como Manolito, "el del Gran Vía".
"Esta cafetería es lo que es gracias al sacrificio de mis abuelos y mis padres", añade Macías, "Ha sido un trabajo muy duro, de pasar 24 horas ahí dentro. Por eso, es un orgullo tomar ahora el relevo con un local como este".
La inauguración del nuevo Gran Vía será este lunes a las seis de la tarde, y contará con una degustación de pulpo a cargo de una pulpeira de O Carballiño y pan de Cea, que además será la base de sus tostadas, también servidas como pincho.
Con los nervios a flor de piel, Fátima Macías insiste en que lo importante ahora es avanzar "despacito y con buena letra", lograr que la gente se sienta como en casa y, con el tiempo, alcanzar ese punto en el que los clientes pidan simplemente "lo de siempre". Algo más que posible para un local como el Gran Vía, que ya forma parte de la memoria afectiva del barrio.
Lo resume bien una pareja de ferrolanos que regresaban de vacaciones: "Llevamos 50 años fuera. Venimos de visita y todo cambia... pero Gran Vía siempre está".