En pleno debate sobre las últimas actuaciones del Deportivo llega la Copa del Rey. Siempre he pensado que -hablo desde mi experiencia como directivo- se trata de una competición muy especial. Interesa a los clubs que aspiran a ganarla; ilusiona, por si suena la flauta, a los que en la Liga no pasarán apuros y acarrea un serio problema para los demás: los despista del verdadero objetivo de la temporada.

En base a esa teoría mía, aseguraría que ni el Mallorca -centrado en no descender- ni el Deportivo -obsesionado con el ascenso- tienen mayor interés en esta Copa. En ese ambiente relajado, que presidirá la comida de hoy, la mejor noticia sería que se aprovechase para cerrar el regreso a casa del betanceiro Dani Rodríguez. Se necesita.

El peto de los nueve puntos que pensábamos nos iban a dejar Castellón, Real B y Andorra, se han reducido a tres pero, a pesar de perder en Riazor esos seis puntos de oro, ni tan mal. No caigamos en el error de la frustración, porque es justo resaltar que a los demás rivales también les cuesta ganar.

Soy optimista. Creo en el ascenso, pero es necesario afrontar bien los dos escenarios que se nos abren en enero. Se debe aprovechar bien la ventana del mercado de fichajes. Si pueden jugar ya el primer partido del nuevo año, mejor que esperar al segundo. Cuanto antes se deben incorporar los refuerzos para que puedan ayudar ya en los muy difíciles encuentros del primer mes de 2026.

Se iniciarán contra el Cádiz en Riazor, y continuarán con las salidas a Las Palmas y Almería, para finalizar con el Racing en A Coruña. Contar para esos choques con los refuerzos sería muy importante, porque es fácil que esos puntos puedan decidir la clasificación final. Es más, incluso lo puede ser la diferencia de goles entre ellos, porque el golaveraje particular puede llegar a determinar un ascenso en una Liga tan igualada.

El mercado de invierno es el último momento para poder apuntalar la defensa y el centro del campo del Deportivo. Es muy posible que la plantilla actual fuese suficiente para lograr el ascenso -yo no veo ningún equipo superior- pero si tenemos la posibilidad económica de mejorarla no debemos dudar. Es fácil que todo se vaya a resolver en el último cuarto de la Liga y ahí tendrá mucha ventaja el que disponga del mejor armario.

Mundial-30, Tic-Tac, Tic-Tac...

Pero cuanto más se acerca el Deportivo al ascenso, más se aleja de colaborar para que Riazor sea sede mundialista. Es inexplicable que, cuando los aficionados coruñeses sueñan con la Primera División y un estadio acorde con esa categoría para los próximos 40 años, sea el propio club el que se niegue a ello.

Y ya se escucha el tic-tac, tic-tac… que anuncia que se agotan los plazos. Ahora la FIFA está centrada en el Mundial de EEUU, pero eso durará hasta el próximo verano. En septiembre analizará si las sedes provisionales han cumplido, o no, con los objetivos marcados y decidirá las sedes definitivas.

Ese es el grave problema que tenemos. La situación actual en la sede de A Coruña, a nueve meses del examen, es para llorar. Ni existe proyecto, ni acuerdo sobre la financiación, y, por carecer, hasta falta que el Deportivo acepte la construcción -gratuita para él- de un nuevo estadio de Riazor. Increíble.

La sinrazón de todo esto radica en que el poder deportivo y económico ha echado un absurdo pulso al poder institucional. Ambas partes saben que se necesitan, pero no se ponen de acuerdo. Aún estamos a tiempo de resolver el conflicto y evitar tener que acudir a los tribunales, pero no será fácil.

Quizás la alcaldesa pudiese dar un tímido primer paso y demostrar a todos que va en serio con el proyecto de la sede del Mundial. Me refiero a garantizar que, en el presupuesto del Concello de A Coruña para 2026, se recogerán las dotaciones económicas necesarias para hacer frente a la redacción del proyecto definitivo y para la ejecución de las primeras obras en Riazor.

Una sede del Mundial en cuya construcción deben participar todas las instituciones. Desde Concello, Diputación y Xunta, hasta el gobierno central que, si abandera el acontecimiento, está obligado a participar en su coste -como ya ocurrió en el Mundial de 1982-, nadie puede eludir su responsabilidad.

Después de estas reflexiones, veo tan cerca el ascenso, como lejos la sede del Mundial, eso me asusta. Es por ello por lo que, aprovechando la Navidad, le ruego al presidente Escotet que, por el bien del Deportivo y de su afición, sea receptivo al proyecto del Concello.