Vistas desde dentro y desde fuera de La Trufa

Vistas desde dentro y desde fuera de La Trufa Roland Halbe

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Vivir frente al mar en A Coruña III: La Trufa

Esta pequeña obra experimental, obra de Emsamble Studio, es un ejercicio de análisis profundo sobre la forma en la que el ser humano habita el lugar. El arquitecto Antón García-Abril desarrolló un proceso constructivo singular para crear esta obra

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El paisaje está vivo, aunque a veces parezca una imagen inerte. Como afirmaba Alfred J. Lotka, físico y matemático, “puede ser provechoso confesar que no somos capaces de establecer claramente la diferencia entre la materia viviente y la no viviente. Ello no nos tiene que llevar a pensar que no existen semejantes diferencias”. Un paisaje no es, en palabras de John Berger, “una definición rígida” sino que más bien ha de interpretarse “como un retrato, una metáfora liberadora y estimulante”. Estas definiciones teóricas se acercan a una mirada romántica de la naturaleza, pero antes de la descripción existe un primer acercamiento, aquel que relaciona directamente la fragilidad del cuerpo humano con la necesidad de refugio. Este contacto directo, matérico, se desliza por la fina línea que dibujaba Lotka: la diferencia entre la materia viviente y la no viviente. En este sentido, el ser humano identifica la materia inerte como algo neutro, utilizable como herramienta o materia que puede ayudar a su supervivencia. Poco a poco, la sofisticación de la tecnología abre un camino dentro del concepto hábitat, desde la ocupación del paisaje a su antropización.

“El camino del futuro cruzado de futuras emboscadas es la continuación de otro camino viejo por el que han llegado los supervivientes del pasado.” John Berger

El conocimiento sobre el hábitat es una herencia cultural y genética que crea un enorme patrimonio antropológico. Las ramificaciones de un conocimiento tan extenso crean diferentes dimensiones de análisis y estudio del territorio, pero quizás uno de los más interesantes sean los de carácter fenomenológico. La percepción del territorio crea un conjunto de emociones que, desde la perspectiva del hábitat, plantean ciertos conceptos esenciales. Si se mira el hábitat desprovisto de lírica, de cultura, solo queda la relación del ser humano con el territorio, como escribía el poeta William Butler Yeats: “Después de Mallarmé –escribiría más tarde recordando aquella noche–, después de Paul Verlaine, después de Gustave Moreau, después de Puvis de Chavannes, después de nuestra propia poesía, después de todo ese color sutil y esos ritmos nerviosos, ¿qué más es posible? Después de nosotros, el dios salvaje”.

Interpretar la Divina Comedia

La esencia del hábitat es proteger al cuerpo y garantizar la supervivencia. Vitrubio relataba en sus escritos cómo el ser humano realizaba un tránsito desde una vida similar a la de una fiera salvaje hacia la creación de una comunidad capaz de manipular ciertos objetos y construir así un espacio donde guarecerse a semejanza de los nidos de los pájaros y otros animales. El progreso de la cultura y las costumbres han creado un programa de necesidades más complejo que el de los primeros humanos. Pero incluso, a pesar de la sofisticación de las necesidades actuales, la protección y el contacto con el territorio siguen manifestándose como esencia.

Foto via GoogleMaps

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Para GW Hegel, la Historia Universal representa el plan de la Providencia, reduciendo su mirada a “los cuatro mundos históricos-universales posibles”, pero esa perspectiva deja fuera las emociones puras de la cultura más esencial, además de lugares alejados de lo “conocido”. Lejos del concepto filosófico del buen salvaje popularizado en el siglo XVIII, el contacto con el territorio desde un punto de vista emocional y perceptivo se acerca más a la interpretación que Giuseppe Terragni realiza en la avenida del imperio en Roma. Con el Danteum, Terragni interpreta el espacio desde la atmósfera emocional que describe la Divina Comedia de Dante Alighieri. A través del análisis de una obra, el arquitecto capta su aura y la utiliza como materia abstracta de transición entre literatura y arquitectura. De la misma manera, el conjunto de emociones que transmite el primer refugio puede ser reinterpretado a través del análisis de ese elemento abstracto de transición, para crear un refugio contemporáneo capaz de realizar una conexión vital con el territorio.

Foto via GoogleMaps

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La Trufa

En Galicia existe un pequeño refugio, quizás una casa mínima para el verano, que permite comprender la esencia del refugio desde un punto de vista descarnado. El trabajo de lo inerte, de la roca y la piedra se pone de manifiesto en esta arquitectura pseudo-excavada. La intención de formar parte del territorio como algo que siempre estuvo allí es una vocación natural de algunas arquitecturas que son capaces de comprender el lugar que habitan. La “trufa” de Ensamble Studio dirigido por el arquitecto Antón García-Abril, fue construida entre 2006 y 2010. La ubicación de la trufa, inexacta o desconocida, la sitúa en la población de Laxe, dentro de una propiedad privada, cerca del mar.

Esta pequeña obra, forma parte de la investigación y experimentación teórico-práctica del estudio, y puede comprenderse dentro de una línea de trabajo en la que se encuentran obras como el sorprendente Ca’n Terra (Menorca. 2020) o las Estructuras del paisaje en el Centro de Arte Tippet Rise (Yellowstone, EEUU. 2016). La Trufa, obra anterior a estos proyectos es una magnífica propuesta que permite comprender la experimentación en arquitectura como una acción holística. El proyecto de arquitectura, su construcción y la obra finalizada forman parte de un proceso continuo y constante. El proyecto comenzó con la ejecución de un agujero en el suelo que utilizó el volumen excavado para encofrar y contener exteriormente el futuro vertido de hormigón. Dentro de él se dispuso un conjunto de balas de paja que definió el futuro espacio interno del refugio. Sobre esta construcción temporal se vertió el hormigón. Tras el fraguado del hormigón y el paso del tiempo, comenzó la retirada de la paja, con la ayuda de una vaca que retiró gran parte del pasto, así como con la ejecución de algunos cortes con maquinaria para tallar y dar forma al espacio final.

Planimetría: Ensamble Studio

Planimetría: Ensamble Studio

El espacio resultante se trabaja como un refugio destinado a ser confortable y seguro, de la manera más esencial posible. Dentro de él se disponen algunas instalaciones como electricidad para iluminar y conectar algún mecanismo, además de instalación de agua para el baño. En apenas 25m2 el refugio define un espacio en el que estar, dormir y asearse. Así mismo aparecen espacios de almacenaje. El refugio cuenta con dos enormes ventanas que permiten contemplar el paisaje y percibir el espesor y la naturaleza de los muros que lo protegen. La materialidad cruda del hormigón es visible tanto desde el interior como desde el exterior. Habitar la tierra como si esta fuese una roca, como si el territorio conformase de manera simple un pequeño refugio frente al mar. El refugio se concibió, como cualquier proyecto, atravesando un proceso de incertidumbre. En la trufa, ese camino ausente de certezas define metafóricamente el proceso de habitar un lugar. Comprender el comportamiento del territorio y habitarlo, no es una labor fácil, sino que sigue un conjunto de acciones heredadas que, a través de la experimentación, se ponen de manifiesto como ejercicio teórico, pero real. Este pequeño refugio investiga en torno al proceso de habitar el lugar desde la perspectiva de lo esencial.

Contemplar una línea horizontal

Giorgos Seferis escribe en uno de sus poemas “tres rocas, algunos pinos quemados, una capilla /a lo lejos”, e insiste, “el mismo paisaje se repite de nuevo: / tres rocas en forma de puerta, oxidada”, más adelante continúa “el mismo paisaje recurrente nivel tras nivel / hacia el horizonte, hacia el cielo crepuscular”. La mirada sobre el mar, desde las rocas, de forma abstracta y magnética es un gesto que el ser humano suele interpretar de manera poética, o como espacio de reflexión. De alguna manera, la ausencia de referencias formales a las que dirigir la atención enfoca la mirada hacia una línea horizontal, de apariencia simple, pero de una gran complejidad, de tonalidad y luz cambiante.

Fotografía: Ensamble Studio- Roland Halble

Fotografía: Ensamble Studio- Roland Halble

El refugio confronta la poesía derivada de la reflexión contemplativa. Y es quizás en ese momento que la belleza de un paisaje o de un territorio puede hacer olvidar su naturaleza salvaje y la fragilidad propia del ser humano. Pero habitar un lugar es precisamente la combinación de ambas emociones, la que transmite la belleza en cualquier de sus formas y la necesidad vital por sobrevivir en un determinado territorio. La vida trascurre entre dos líneas paralelas que crean un extraño límite, a veces imperceptible. Investigar sobre ese espacio fluido e invisible, es un ejercicio interesante para comprender casi desde una perspectiva antropológica la forma en la que el ser humano habita el lugar. La abstracción, la teoría o la investigación ayudan a determinar ese proceso perceptivo, pero la emoción de contemplar el mar, es única.