El vecino del millonario de A Coruña

El vecino del millonario de A Coruña Nuria Prieto

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El vecino del millonario de A Coruña

La popularmente conocida como la ‘Casa do Millonario’ es una obra del arquitecto Antonio de Mesa y Álvarez, pero también lo es la vivienda vecina, que el arquitecto construyó para el mismo propietario D. Andrés Souto Ramos con la finalidad de alquilarla. Construida a principios de los veinte, es apenas uno años posterior a la primera y ambas pueden analizarse de forma conjunta

La casa de al lado: Un edificio modernista en la avenida de Oza de A Coruña: la casa de Andrés Souto Ramos

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No existe la obra perfecta, ni siquiera aquellas que se ejecutaban ‘alla prima’. Siempre hay un ‘Pentimento’, ese arrepentimiento del artista que hace que corrija de forma repetida su trabajo. Las obras de arte son el resultado de múltiples iteraciones previas que permiten el conocimiento de la técnica, de las posibilidades y de los límites personales de artista. Incluso en aquellas obras que se hacen solo de una vez, con la pintura fresca, con las huellas de los dedos sobre el barro, con las imágenes borrosas o con notas que aún no están afinadas.

La arquitectura no se puede hacer ‘alla prima’, porque nunca se termina, sino que incluso cuando se habita entra en un estado de vida de dimensión infinita cuyo final responde solo a la voluntad. La arquitectura cobra vida al ser habitada, y funciona en un estado de potencial ‘pentimento’, en el que obra y habitantes se van ajustando mutuamente hasta alcanzar un equilibrio fluido. En ocasiones, el proceso combina las iteraciones con la progresiva adaptación de sus habitantes.

“El paisaje no aparece como fondo o escenario; es algo vivo y que asume mil formas; es un símbolo y algo más que un símbolo: un interlocutor y, en fin, el verdadero protagonista del relato. Un paisaje no es la descripción más o menos acertada, de lo que ven nuestros ojos sino la revelación de lo que está atrás de las apariencias visuales. Un paisaje nunca está referido a sí mismo sino a otra cosa, a un más allá. Es una metafísica, una religión, una idea del hombre y el cosmos” Octavio Paz, Paisaje y novela en México

Casos de estudio

La arquitectura siempre está sometida al principio de incertidumbre. Intentando aplicar conceptualmente este término físico, puede que sea fácil conocer cuándo y por qué se realizó un edificio, también es sencillo ver cómo se utiliza en la actualidad, pero es complicado visualizar ambas cosas a la vez sin que esto cree una lectura confusa en la que se pueden perturbar algunos conceptos si se analizan de manera presentista y se puedan detectar ausencias de manera injustificada al observar el contexto pasado. La indeterminación inherente a la arquitectura la convierte en flexible y mutable al observarla con una perspectiva enfocada al futuro. Los parámetros de la realidad del contexto sociocultural al que se someten las ciudades, hace que cualquier obra de arquitectura inserta en su tejido se vea sacudida por las transformaciones del tiempo. Pero como indicaba el físico Werner Heisenberg, quien enunció el Principio de Incertidumbre, “el camino más corto hacia el conocimiento es la duda sistemática”. Asumir que la incertidumbre existe aplica una madurez social a la percepción urbana que cuestiona constantemente cualquier aspecto de la obra arquitectónica. Sin embargo, esta situación no desactiva el aprecio y la valoración de la obra que corre el riesgo de convertirse en nostalgia. Una mirada que “es el único entretenimiento que les queda a quienes desconfían del futuro” (Fue la Mano de Dios, Sorrentino, 2021).

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Cuando un edificio es icónico, la mirada analítica sobre él sigue un procedimiento casi pedagógico en el que de manera sistemática se intenta localizar un conjunto de rasgos que permitan contextualizarlo e interpretarlo. Pero cuando un edificio es ‘secundario’, es decir, característico en la trama urbana sin llegar a convertirse en paradigma, la mirada analítica ya no es pura, sino que se realiza de forma comparativa. Se busca un apoyo, convirtiendo la interpretación de la obra arquitectónica en un ‘Case Study’ o caso de estudio que replica un modelo más discursivo que analítico. Las Case Study Houses, fue una experimentación en torno a la vivienda desarrollada en EEUU entre la década de los cincuenta y los sesenta patrocinada por la revista Arts & Architecture que, si bien es muy específica, permite comprender la mirada comparativa capaz de hacer avanzar los proyectos y obras.

"Nos interesa la casa como un instrumento fundamental para vivir en nuestro tiempo. La casa como una solución a la necesidad de cobijo que sea contemporánea desde el punto de vista estructural; la casa que, sobre todo, se aproveche de las mejores técnicas de ingeniería de nuestra civilización altamente industrializada." Charles Eames

La forma de habitar una obra de arquitectura no es siempre la misma, evidentemente se establecen un conjunto de patrones funcionales que permiten desarrollar un programa de necesidades bastante ajustado a la realidad. Sin embargo, el concepto de ‘caso de estudio’ no solo se restringe a la experimentación contemporánea, sino que forma parte del proceso creativo como mecanismo de repetición y análisis. Cada proyecto de vivienda es un desafío, pero también una oportunidad para estudiar los conceptos esenciales del hábitat. Se produce entonces un contraste entre el mantenimiento de los principios básicos de un programa de vivienda y la vanguardia de la experimentación. Todo ello dentro del contexto sociocultural que reclama el momento histórico en que se construye la obra y que, por tanto, está escrito en un lenguaje arquitectónico específico. Nada es ‘allá prima’, sino que todo es ‘pentimento’.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

El vecino del millonario

En la avenida de Oza se encuentra la popularmente conocida como ‘Casa del Millonario’ una fantástica obra modernista obra del arquitecto Antonio de Mesa y Álvarez para D. Andrés Souto Ramos. Construida entre 1917 y 1919, este conjunto tan singular se completó entre 1921 y 1925 con otra obra similar en la parcela adyacente. La segunda obra, proyectada por el mismo arquitecto, se plantea como un edificio dual: por una parte completa la casa inicial con el mismo criterio y lenguaje; por otra, el programa de la vivienda es completamente diferente ya que, a pesar de ser una misma propiedad ésta se proyectó para ser alquilada a varios inquilinos. Antonio de Mesa y Álvarez (1862-1939) es uno de los arquitectos modernistas más significativos de la ciudad, su dominio de este lenguaje le permite experimentar con la composición. La Casa del Millonario es una obra tardía en términos lingüísticos, por lo que la definición de su ornamento es más libre y carente de rigideces jerárquicas. Este segundo edificio de viviendas se realizó aún más tarde (1921-1925), por lo que Mesa y Álvarez aplicaría aún más libertad creativa a su propuesta. El número 130 de la avenida de Oza se puede comprender, al ser observado en conjunto con la Casa Souto, como una evolución del mismo lenguaje. Además, el edificio vecino hacia el otro lado, racionalista, permite establecer una cronología lingüística.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

La casa de alquiler de Andrés Souto en el número 130 de la avenida de Oza, toma como referencia la vivienda unifamiliar de Souto para establecer el trazado de la fachada. La línea de cornisa se iguala con el edificio vecino, pero no de forma continua, sino que se encaja compositivamente, al igual que la altura de la planta baja lo que hace que el plano de fachada se unifique visualmente con la vivienda adyacente. A pesar de este planteamiento continuista, el edificio se organiza de forma completamente diferente, de hecho, alberga tres plantas, cuando la vivienda, en la misma altura incluye solo dos. La casa desarrollaba un programa muy sencillo con planta baja dedicada a servicios comunes y una vivienda por planta.

El volumen del edificio se asemeja a las ‘casas urbanas’ de algunas ciudades anglosajonas como los clásicos brownstones neoyorquinos o las ‘terraced houses’ británicas. Este tipo de viviendas entre medianeras se caracterizan por su compacidad, pero también por un juego de fachada en que el acceso se significa al tiempo que se busca romper la monotonía del lienzo urbano. La organización de la planta es sencilla, situando el núcleo de comunicaciones hacia la medianera derecha, con las estancias principales a frente y las secundarias hacia el patio trasero.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Una ornamentación sencilla

En este edificio de viviendas Mesa y Álvarez depura la ornamentación y se apoya en el volumen para componer una fachada más sencilla que la casa vecina y al mismo tiempo más moderna. Apoyándose en el acceso al edificio, la fachada sobresale en las plantas superiores. La modificación volumétrica también permite situar en este punto la estancia principal de cada una de las viviendas, mientras que en los otros dos huecos de fachada por planta siguen un ritmo constante. Esta lógica se rompe en la planta baja, donde los dos huecos se unifican creando un gran acceso en la planta baja, próximo al acceso principal. La planta baja se trata como un zócalo, disponiendo un delineado horizontal que imita a un muro de sillería. Los huecos siguen el mismo ritmo, salvo el que se encuentra en el volumen saliente que se amplía mediante la adición de saeteras laterales que duplican el tamaño total del hueco. Todos los huecos presentan la misma morfología salvo los de la planta superior y la planta baja que se rematan en arco de medio punto. El hueco de mayor tamaño de la planta baja utiliza un arco carpanel muy característico del lenguaje modernista, que es capaz de resolver huecos de proporción horizontal.

La ornamentación se depura y simplifica. Los huecos incorporan dinteles con motivos geométricos que se superpone creando una percepción de dinamismo. Los huecos de la planta superior, rematados con arcos de medio punto, también incluyen los mismos motivos geométricos ensamblados sobre una fina línea de cornisa. Sobre este remate se dispone la cornisa final que se corona con una balaustrada en la que se insertan motivos florales muy contenidos. Estos mismos motivos se disponen sobre la cornisa que arranca en los riñones de los arcos de la planta superior, y en ambos lados del volumen saliente. Pero lo más destacable es que, a pesar de la simplificación ornamental incluye un mascarón bajo el voladizo de la primera planta. El mascarón en forma de rostro femenino, típico del modernismo se sitúa sobre el acceso principal, difuminando su presencia mediante la prolongación de los cabellos en motivos vegetales que se integran en la fachada.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Nacimiento y decadencia

La incertidumbre es un concepto que acompaña a la vida. Influye sobre todos los ámbitos de la vida, transformando y adaptando la forma en la que se percibe el mundo de tal manera que este sea un lugar habitable. Y, pese al rechazo que produce un término que deja entrever el miedo, la inseguridad o la falta de rumbo, la aceptación de esta imperfección en el trazado de la vida no es sino algo esencial.

“La imperfección es de alguna manera algo esencial que conocemos de la vida. Es el signo de la vida en un cuerpo mortal, es decir, el estado del progreso y del cambio. Nada viviente es, o puede ser rígidamente perfecto; parte de él está en decadencia o está naciendo” John Ruskin

La incertidumbre que acompañan a la arquitectura hace que esta se convierta en un proceso de experimentación constante. Un concepto que asume que nada es definitivo ni perfecto, sino que trabaja desde la ausencia de certezas. Habitar la ciudad contemporánea es, en ocasiones verla evolucionar o contemplar imperfecciones que, con el paso del tiempo se han consolidado. Pero la belleza de la ciudad radica, como en el arte, en la falacia de percibirla como algo perfecto que sale bien a la primera (allá prima). La ciudad, habitada, se cobra vida, y dota a la arquitectura del signo perecedero de su tiempo. La ciudad se repite a sí misma, se transforma y muta siguiendo la vida de quienes la habitan. La ciudad siempre está en decadencia, pero siempre está naciendo.