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El Cat Café de A Coruña: La cafetería para acariciar gatos que soportó la pandemia

Pedro Soto es el propietario de este establecimiento situado en la ronda de Outeiro donde acariciar a los felinos se ha convertido en algo habitual
Pedro Soto, dueño del establecimiento
Sandra Rivadulla Llerafo
Pedro Soto, dueño del establecimiento
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La cafetería coruñesa Cat Café ha aguantado la pandemia y sigue con su propósito: dar más visibilidad a los gatos. Tras tres años de supervivencia, los dueños del local han tenido que cerrar su primer negocio, ubicado en el Temple (Culleredo), aunque han podido mantener su segundo establecimiento, situado en la ronda de Outeiro de A Coruña.

"Cuando empezamos, en España solo había dos locales felinos: La Gatoteca en Madrid, que por la pandemia ha tenido que cerrar, y el Espai de Gats en Barcelona. Nosotros fuimos los terceros en abrir algo así a nivel estatal y los primeros en Galicia", explica el propietario, Pedro Soto.

En cuanto a la clientela, no suele ser coruñesa. "Algunos ya nos conocían del local del Temple, pero la gente suele venir después de habernos visto por redes sociales. Muchos aventureros se acercan hasta aquí porque les llama la atención", comenta Soto.

De los Neko cafés de Tokio a A Coruña

"La idea surgió porque a toda la familia nos encantan los animales. Viendo la televisión, aparecieron los Neko Cafés de Tokio. Nos pareció una buena inversión", expuso el dueño. No obstante, el Cat Café de A Coruña se diferencia del resto de establecimientos japoneses por la raza de los gatos. En la ciudad herculina, los felinos que se pueden acariciar son callejeros y la mayoría han sido abandonados por sus dueños, mientras que los de Tokio son gatos pedigrí.

Foto: Sandra Rivadulla Llerafo

"Nos pusimos en contacto con la protectora La Perla, de Perillo (A Coruña), y ha sido todo un éxito", recuerda Soto, que añade: "La cesión de gatos aquí se ha convertido en algo habitual. Al ser humano le cuesta mucho demostrar cariño ante un semejante, pero no con un animal. Por eso, esto ha salido para adelante".

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"No es pagar, sino ayudar"

Actualmente el local cuenta con seis gatos que se pueden visitar en grupos de cuatro personas. Los demás establecimientos felinos cuentan con un tiempo estipulado de visita, pero en Cat Café esto no ocurre. "Nosotros confiamos en la gente y les dejamos estar el tiempo que necesiten", argumenta el propietario.

En lo que concierne al precio, cuesta tres euros entrar en la sala. "No es pagar, sino ayudar a la protectora, ya que no tiene ayudas. A los gatos hay que ponerles vacunas, darles de comer... pero las personas nos ayudan mucho: nos traen mantas y juguetes", declara Soto.

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La cafetería también invita a los clientes a hacerse socios. "Ellos dan una aportación todos los meses y pueden entrar cuando quieran a ver los gatos. Nosotros les hacemos descuento en lo que podemos", manifiesta el dueño del local.

Un futuro impredecible

La pandemia no ha sido buena para el sector de la hostelería. De hecho, el Cat Café ha visto peligrar su futuro. "Nos han dado ayudas, pero han sido para seguir adelante y alargar un poco el cierre. Si la cosa no mejora, lamentablemente tendremos que cerrar en un futuro", informa el dueño.

Sin embargo, en la cafetería quieren ser positivos y afrontan la temporada de invierno con ilusión, preparando menús y quizás incluyendo algún plato original en su oferta.

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