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Tribuna Abierta

Ir al psicólogo. ¿Cosa de locos?

Una palabras sobre la importancia de normalizar la asistencia al psicólogo para tratar de gestionar los efectos de los problemas de la vida diaria, el estrés y otras situaciones que puedan generar un malestar que en ocasiones es difícil abordar uno mismo
Maruxa Fernández Hermelo
Por Maruxa Fernández Hermelo

No cabe duda que estos últimos años han sido especialmente difíciles. Hemos pasado por momentos complicados, de incertidumbre, de pérdidas, de cambios, de nuevos inicios… En mi opinión sería un error pensar que todo lo que hemos vivido desde la pandemia por el Covid-19 no nos ha afectado en absoluto, y que todo sigue igual.

De alguna forma, esta vivencia nos ha cambiado. No lo digo como algo malo, ni como algo bueno. Simplemente como algo que debemos aceptar para así poder continuar en nuestro camino. De hecho, precisamente aquí está la clave del bienestar, en saber adaptarse a los cambios de la mejor forma posible.

Hay muchas cosas que han cambiado en estos últimos años: nuestras prioridades, hábitos, relaciones, etc. Es normal sentirnos estresados a veces con tantos cambios. Al fin y al cabo el estrés es una respuesta adaptativa ante un evento que supera nuestros recursos. Es más, es bueno que sintamos un poco de estrés, ya que eso nos prepara para reaccionar y afrontar situaciones difíciles. El problema está cuando ese estrés viene para quedarse, y no encontramos la manera de echarlo. Cuando es tan intenso y duradero que no nos deja seguir con nuestra vida con bienestar. Quizás te preguntarás… ¿qué significa "una vida con bienestar"? Pues como buena gallega mi respuesta no podría ser otra que: depende. Para cada persona la respuesta será diferente.

Es más, te animo a que, si te apetece, al acabar de leer esta pequeña reflexión, te tomes un momento para ti y pienses ¿qué significa para ti el bienestar? Piensa en qué cosas te hacen sentir bien, en qué personas son capaces de sacarte una sonrisa sincera, en esos momentos en los que te gustaría parar el tiempo. Ese es tu bienestar, y es importante que le prestes atención.

Puede parecer una tontería, pero tomarte un café con esas personas que te quieren, darte un paseo tranquilo disfrutando de la luz del sol o hacer esa actividad que llevas tanto tiempo deseando pero para la que nunca encuentras el momento, puede cambiar tu día o incluso tu semana. Y si lo incorporas en tu día a día como una rutina, puede mejorar tu vida en general. De hecho, esta es una de las recomendaciones que más se hace en terapia: autocuidarse, tener hábitos saludables y saber establecer tus límites.

A diferencia de lo que se suele pensar, la mayoría de las personas que van al psicólogo no tienen ningún trastorno mental, ni están enfermas, y mucho menos locas. De hecho, los temas que se tratan en terapia suelen ser preocupaciones o problemas de la vida diaria: problemas familiares, en el trabajo, con amigos, con la pareja, duelos por la pérdida de un ser querido, estrés, miedos, hábitos, y un largo etcétera. Hay personas que son capaces de gestionar estas situaciones solas, y hay otras personas que a veces necesitan un poco más de apoyo.

Entonces, ¿cómo saber cuándo pedir ayuda psicológica? Cuando sientas que estos problemas se hacen muy intensos, suponen una preocupación muy grande y generan mucho malestar. En ocasiones nos sentimos atascados, que no avanzamos, que ya lo hemos intentado todo pero que aun así todo sigue igual. Para mí, ese es el momento de pedir ayuda. De buscar a una persona que te ayude a mejorar en algún aspecto de tu vida o darte las herramientas necesarias para hacer frente a las dificultades por las que puedas estar pasando.

Esta decisión puede parecer difícil, dar miedo o incluso puede dar pereza abrir ese cajón de emociones y sentimientos que lleva tanto tiempo cerrado con llave. Pero, ¿sabes qué? Merece la pena. Quizás te sorprendas al ver que ir al psicólogo no es nada del otro mundo y que es algo muy parecido a tener una conversación con un ser querido, que se preocupa por ti, que no te juzga y cuya única intención es ayudar.

Maruxa Fernández Hermelo
Maruxa Fernández Hermelo
Graduada en Psicología y Máster en Psicología Jurídico-Forense e Intervención Social por la Universidad de Santiago de Compostela, donde posteriormente llevó a cabo labores de pre doctorado e investigación en el campo de la Psicología Jurídica-Forense. Especializada en mediación familiar y psicoeducación. Y en continua formación con el Máster en Psicología General Sanitaria y en Terapia Sistémica. En la actualidad, ejerce como psicóloga en el Centro Lingoreta de Vigo.