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Opinión

Amor animal

Dicen que hasta que no hayas querido a un animal, una parte de tu alma permanecerá dormida….pero… ¿Cuáles son los factores que determinan un vínculo emocional tan fuerte como el amor entre humanos y animales?
Pedro Arenas Barreiro
Por Pedro Arenas Barreiro
Cedida

La semana pasada tuve que despedirme de uno de mis mejores amigos, un gato callejero llamado Sinosuke con el que tuve la suerte de compartir los buenos y malos momentos de los últimos 18 años. ¿Cómo lo he podido querer tanto? ¿Cómo ha podido hacerme sentir tan querido?

Pese a los cientos de ensayos científicos, filosóficos y psicológicos que existen sobre el tema es difícil de explicar, para aquellos que no lo han experimentado, la fortaleza del vínculo emocional que se establece entre un humano y un animal. Muchos dirán que la base está en la dependencia de estos últimos hacia su propietario que le proporciona alimento y cobijo. Puede ser, pero lo cierto es que cualquiera que haya tenido un animal doméstico, sabe que la relación que se establece entre ambos va mucho más allá del mero interés u obediencia y que dicha conexión es capaz de igualar o incluso superar a los sentimientos de apego emocional entre miembros de la misma especie

Yo, por ejemplo, tengo pocos amigos que me hayan aguantado o a los que yo haya aguantado durante 18 años. Las relaciones humanas esconden demasiadas variables y condicionantes que hacen que el vínculo emocional establecido esté permanentemente en la cuerda floja, tensionado por los pre-juicios, los malentendidos o el rencor. 

Los animales no juzgan y este es un primer hecho diferencial que distingue la relación de un hombre y un animal doméstico de las inter-personales. Como pasa con los niños (hasta determinada edad), nuestra relación con ellos parten de un lienzo en blanco en el que no hay experiencias ni opiniones preliminares que condicionen la relación. No somos ni buenos ni malos, sencillamente somos “nosotros” y esa transparencia inicia un lazo sentimental fundamentado en la verdad y la autenticidad de ser, simplemente, uno mismo. 

Yo, he compartido con Sinosuke secretos y momentos que no me atrevería a compartir ni con mis colegas más cercanos, conocedor de que él me quería tal y como soy, nunca me echaría nada en cara y (afortunadamente) tampoco lo compartiría con nadie. Confianza plena el uno en el otro como base del verdadero cariño. Ciencia-ficción en las relaciones entre humanos.

La limitada capacidad de comunicación es otro factor relevante en nuestra relación, ya que el diccionario humano-animal / animal-humano es extremadamente breve y, por tanto, está limitado a mensajes muy directos e importantes: si me rozas la pierna quieres decir “Humano, ¿no es hora de echarme de comer?”, si busco con mi mano tu cabeza es un “Oye, ¿te apetecen unas caricias?”, si muerdes mi mano levemente es que me estás advirtiendo “Colega, no me hagas eso si no quieres guerra”. Una comunicación simple y clara en la que no hay espacio para los interlineados y los malos-entendidos, tan abundantes como perjudiciales en el rico pero complejo lenguaje humano.

Sinosuke y yo llegamos a entendernos en base a nuestras miradas, movimientos y los acentos de sus maullidos y de mis oraciones, hasta tal punto que incluso establecíamos conversaciones breves pero llenas de sentido. Él llegó a darme mejores consejos de lo que he podido encontrar en ningún humano.

La incondicionalidad es, para mí, la tercera característica que define inequívocamente el amor animal. Ellos carecen del dañino sentimiento del rencor, venganza o resentimiento tan característico de los humanos e independientemente de si alguna vez te ha pillado en un mal gesto, has tenido un día infernal o el mundo se ha puesto en tu contra, tendrás siempre a tu compañero tendiéndote su pata o dándote un lametón para recordarte que siempre está de/a tu lado. 

De este modo, los animales nos ofrecen su amor, su lealtad y su cariño de la forma mas pura y genuina que conocemos, desde que hace aproximadamente 30.000 años comenzamos a domesticarlos y nos permitieron tener un amigo incondicional con el cual compartir nuestras emociones. 

Pedro Arenas Barreiro
Pedro Arenas Barreiro
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Pedro Arenas es, ante todo, un tío de acción (y nunca utiliza dobles aunque haya muchas escenas de riesgo). A lo largo de sus más de 15 años de carrera, ha sido autónomo, emprendedor, empleado por cuenta ajena e incluso responsable público en la Axencia Galega de Innovación. Ha sido el promotor principal de 2 empresas (Ingenyus, Marketing Inteligente y Qubiotech) y ha participado en la constitución de otras dos startups de base tecnológica. Actualmente colabora con diversas compañías en el asesoramiento y fortalecimiento de sus capacidades estratégicas y de innovación.