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Así era la antigua provincia de Santiago, la más grande de Galicia: ¿Por qué desapareció?

Hace casi cinco siglos era posible ir desde Malpica hasta Cangas do Morrazo sin abandonar la provincia de Santiago y, tan solo unos años antes, llegaba incluso hasta Tui. Así era la gran provincia de Santiago, desaparecida en 1833 para dar paso a la actual Galicia de las cuatro provincias.
Otto Wunderlich. Archivo Wunderlich, IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte.
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Hace casi cinco siglos era posible ir desde Malpica hasta Cangas do Morrazo sin abandonar la provincia de Santiago y, tan solo unos años antes, llegaba incluso hasta Tui. Así era la gran provincia de Santiago, desaparecida en 1833 para dar paso a la actual Galicia de las cuatro provincias.

Santiago y las cinco provincias

Es difícil localizar el origen exacto de las cinco provincias del Reino de Galicia: más allá de las divisiones parroquiales, locales o arzobispales, no existía un concepto de “provincia” asimilable al que tenemos a día de hoy, aunque la primera referencia como tal data de 1480, cuando los Reyes Católicos designaron gobernador a Fernando de Acuña.

En aquel año hay constancia de que las cinco provincias eran Betanzos -que incluía A Coruña y Ferrol-, Lugo -el sur de la actual provincia de Lugo y el Deza-, Mondoñedo -el norte de Lugo-, Ourense -bastante similar a la actual- y Santiago, que iba desde Malpica hasta Tui, ocupando la práctica totalidad de lo que hoy es Pontevedra.

La provincia de Santiago entre 1533 y 1833.

Sin embargo, esta división no tenía una traducción clara a nivel administrativo, aunque sí se empleaba nominalmente: en las reuniones de la Junta del Reino de Galicia, en las que participaba un representante de cada una de las cinco grandes ciudades gallegas, se hablaba de ellos como enviados de sus respectivas provincias.

La última referencia a la existencia de esta Galicia de las cinco provincias, con Santiago ocupando todo el extremo occidental del reino, aparece en las actas de las reuniones de esta Junta en 1533.

Santiago y las siete provincias

Se desconoce el momento exacto en el que las cinco provincias pasaron a ser siete, aunque este cambio se produjo entre el ya mencionado 1533 y 1552, cuando ya aparece esta nueva distribución.

Mientras que Lugo, Mondoñedo y Ourense se mantienen con la misma distribución, los cambios llegan en Betanzos, que pierde parte de su terreno en favor de la nueva provincia de Coruña, y Santiago, que perdió todos los territorios al sur de la ciudad de Pontevedra en favor de la nueva provincia de Tui.

Estas siete provincias ya poseían una entidad más definida que las cinco anteriores: cada una de ellas contaba con representantes, procuradores y diputados representados dentro de la Junta del Reino de Galicia, integrado dentro de la Corona de Castilla.

A mediados del siglo XVI, en 1563, A Coruña pasaría a ser la capital administrativa de Galicia, mientras que Santiago mantendría la capitalidad provincial.

En 1785, con la División de Floridablanca, España se estructuró en 31 “intendencias”, siendo una de ellas Galicia en su conjunto, aunque manteniendo su estructura interna con siete territorios equivalentes a las siete provincias.

La Galicia de las cuatro provincias

Esta división de Galicia en siete provincias se mantuvo a lo largo del tiempo, aunque tocó a su fin en el siglo XIX. En 1820 se creó una Comisión Especial para la División del Territorio y ya dos años después, tras largas deliberaciones, se publicó un decreto con la nueva estructura de España que dividía Galicia en cuatro provincias: A Coruña, Lugo, Ourense y Vigo.

Esta división, sobre todo en lo tocante a la capitalidad de cada provincia, enfrentó a Santiago -que llegó a proponer crear una provincia adicional- y A Coruña y, en menor medida, a Tui, Pontevedra y Vigo, conflicto que se zanjó con una doble capitalidad para las dos últimas.

Sin embargo, la vigencia de esta división fue escasa: el Trienio Liberal terminó en 1823 y con él lo hizo esta estructura territorial, que sería el punto de partida de la propuesta que diez años más tarde llegaría de la mano del Secretario de Estado de Fomento, Javier de Burgos.

Esta división territorial de 1833, que salvo pequeños cambios es en esencia la que mantenemos a día de hoy, confirmaba que Santiago perdía definitivamente su condición de provincia, con A Coruña, Lugo y Ourense manteniendo su estatus de 1822 y Pontevedra sustituyendo a Vigo como cuarta y última.

El principal recuerdo que queda de esta Galicia de las siete provincias se encuentra en el actual escudo de la comunidad, que representa con una cruz a cada una de ellas rodeando un cáliz y una hostia.

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