15 mayo, 2022 01:52

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Ha pasado poco más de un año desde que Pablo Iglesias anunciara que dejaba la política, que se iba a su casa, y señalaba a Yolanda Díaz como su sucesora. "Creo que digo algo que sienten millones de personas de izquierdas en toda España si digo que puede ser la próxima presidenta del Gobierno". Era su declaración de amor.

El dedo de César había hablado y, con los datos en la mano, la elección para la supervivencia del partido parecía la más lógica. Sin embargo, a día de hoy, la pareja está más cerca del odio que del amor entre otras cosas porque no ha debido de entender bien Iglesias, como le ha ocurrido a otros muchos líderes políticos, que al designar a un sucesor se terminan de clavar las puntas del ataúd político de uno mismo.

Y es que la pax social en Podemos no duró ni un verano y ahora mismo los dos líderes de la izquierda, una en activo y otro se supone en su casa, tienen una guerra sin cuartel en Andalucía, enclave del fratricidio, como primera batalla, en la que parece que sólo puede quedar uno. El enorme riesgo en este caso es que, al final, no quede ninguno.

Pablo Iglesias entrega la cartera de vicepresidenta a Yolanda Díaz.

Pablo Iglesias entrega la cartera de vicepresidenta a Yolanda Díaz. David Castro / Pool

"Solo puede quedar uno liderando; pero es posible que haya espacios para el entendimiento. Yolanda tuvo claro que la parte orgánica de Podemos no era cosa suya, y lo está pagando al no tener el apoyo de la estructura del partido. Podemos necesita de Yolanda, no tiene otra opción electoral. Ya hemos visto en Andalucía como su capacidad de negociación está muy rebajada. Antes eran los que imponían candidatos y ahora no llegan ni a cerrar la lista a tiempo", aclara Alberto Sotillos, director de la consultora Mr President.

La psicología clásica señala cinco fases en una ruptura sentimental, -por utilizar cierto eufemismo-, como a la que asistimos: aislamiento, ira, negociación, depresión y aceptación. La pareja Yolanda y Pablo están a mitad de camino entre la tercera y la cuarta y no se sabe aún muy bien, entre disparos y pequeñas bombas, quién va a quedar en pie y quién muy dañado.

Cronología de un divorcio

EL AMOR

El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, abandonaba todos sus cargos, también los orgánicos, entre el 4 y el 5 de mayo de 2021, tras presentarse a las elecciones contra Isabel Díaz Ayuso y conseguir el peor resultado de la historia de Podemos en la Comunidad de Madrid. 

Pablo Iglesias deja la política tras una derrota demoledora en las elecciones autonómicas madrileñas.

Pablo Iglesias deja la política tras una derrota demoledora en las elecciones autonómicas madrileñas. Kiko Huesca | EFE

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, habla con el vicepresidente de Derechos Sociales y para la Agenda 2030, Pablo Iglesias.

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, habla con el vicepresidente de Derechos Sociales y para la Agenda 2030, Pablo Iglesias. Europa Press

Aseguraba que se quitaba de en medio para no perjudicar al proyecto, pero, un año después, parece claro que el único cambio visible de Iglesias ha sido cortarse la coleta. De hecho, fuentes próximas a la ministra de Trabajo sólo sonríen cuando se les pregunta por el enfrentamiento que sufre la izquierda española y deslizan la pregunta mágica: "¿Pero Pablo no había dejado la política?".

Dicen que a Yolanda Díaz incluso le costó decir que sí a Pablo. Que ni siquiera quería. Entonces, ¿qué ha roto el matrimonio perfecto que encarnaban Yolanda y Pablo, "amigos personales" desde hace más de 10 años? (Sea como fuera, los dos han superado el límite de los siete años de amistad que marcó como algo normal el sociólogo Gerald Mollenhorst, en un estudio de la Universidad de Utrecht).

Entre otras cosas, según fuentes próximas a Podemos, la peor trampa que le puso de forma nada sibilina Iglesias a la ministra de Trabajo fue nominarla como candidata, pero sin darle poder orgánico de un partido al que ella no está afiliada, es verdad, pero después de 'obligarla' a romper su carné de Izquierda Unida.

La peor trampa de Pablo Iglesias a Yolanda Díaz fue nombrarla candidata, sin darle poder orgánico en el partido

Es decir, básicamente le pedía que fuera la cara bonita de un cartel cuyo proyecto iba a ser dirigido por Ione Belarra, la sustituta de Pablo Iglesias en el partido y una de sus máximas colaboradoras. Y Yolanda sabe como nadie sacarle partido a su sonrisa y a sus delicadas formas pero, sobre todo, sabe cómo funcionan los partidos y las campañas electorales.

"Tenemos que animar y apoyar a Yolanda para que ella, si así lo decide y si así lo quiere la militancia de nuestras organizaciones, sea la candidata de Unidas Podemos en las próximas elecciones generales y la primera mujer presidenta de España", aseguró Iglesias ese ya lejano 5 de mayo de 2021.

Jean Luc-Melenchon.

Jean Luc-Melenchon. Reuters

El ejemplo de Francia

Jean-Luc Mélenchon, el histórico líder de la Francia Insumisa, una especie de Podemos galo, ha renunciado a mucho para conseguir una alianza histórica de cara a las próximas elecciones legislativas: presentarse en coalición con los socialistas, los comunistas y los verdes. Los cuatro buscan unir el voto de la izquierda para hacer frente a la ultraderecha y también a Macron, reciente vencedor de las elecciones en segunda vuelta para presidir la República, donde Mélenchon ha obtenido un resultado histórico para su formación (se quedó a tres puntos de Marine Le Pen).

El partido francés Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes) presentará un candidato único por circunscripción intentando evitar que la ultraderecha consiga hacerse con el poder territorial, como ha sucedido en anteriores citas electorales.

El pacto ha provocado muchas críticas, sobre todo de socialistas de renombre como el expresidente François Hollande, que anunció su oposición a cualquier acuerdo con Mélenchon.

No es la primera vez que Yolanda asume una candidatura (lo ha hecho varias veces en Galicia) y sabe, como el propio Pablo le dijo cuando tenían buena onda, que las posibilidades de éxito sólo pueden venir tras rodearse de fieles que le permitan sobrevivir a la cacería que supone una campaña electoral. Una especie de Juegos del Hambre donde las alianzas son clave para llegar vivos a la recta final.

Así que decidió volar sola y pronto dejó claro que no sería la candidata de Unidas Podemos sino de un frente amplio, que podría haber tenido su primer ensayo oficial en Andalucía, pero que ha sido abortado precisamente por las broncas fratricidas.

Además, junto a Podemos, como un igual, se sentarían otros actores políticos como (en principio) el archienemigo de Iglesias, Íñigo Errejón que, de hecho, sí ha entrado en la plataforma de izquierdas para las andaluzas; Compromís, las Mareas y En Comú Podem, entre otros.

Yolanda Díaz e Íñigo Errejón en el Congreso de los Diputados. EP

Yolanda Díaz e Íñigo Errejón en el Congreso de los Diputados. EP

Explica el sociólogo Francesco Alberoni, experto en el amor, que "nos enamoramos de la persona que nos comunica con señales, símbolos, cómo crecer, cómo realizar nuestras nuevas posibilidades. Que nos permite ir en una dirección que responde a nuestras exigencias internas. Y escogemos a esta persona porque aparece en el momento oportuno, porque, al menos, en el plano simbólico nos parece idónea para resolver nuestro problema existencial actual, porque nos abre el futuro al que miramos ahora".

Quizá lo que siente ahora Yolanda Díaz por Pablo Iglesias es precisamente que no es la persona que le está mostrando cómo crecer ni cómo abrirse al futuro, sino más bien todo lo contrario. Es más bien quien no para de ponerle charcos en el camino, por mucho que la ministra de Trabajo sea una experta en no pisarlos y si lo hace, mancharse lo menos posible, como aseguró el propio ¿exlíder? de Podemos.

PRIMERAS PELEAS

Los periodistas expertos en Unidas Podemos han ido desgranando las broncas y hasta las minibroncas que han alejado aún más a Yolanda Díaz del par Irene Montero-Ione Belarra, con un Alberto Garzón casi como espectador de la película Sálvese quien pueda.

Pero casi todos marcan la primera gran pelea de los enamorados en el pasado mes de septiembre, es decir, sólo cuatro meses después de los abrazos y las despedidas entre lágrimas. El punto de inflexión concreto fue el 27 de agosto: Pablo Iglesias anunciaba que volvía a las tertulias, concretamente a RAC 1, y volvía a recuperar la portavocía extraoficial de un partido que sólo había pasado un verano sin la presencia constante de su líder.

Yolanda Díaz, llegando al Congreso.

Yolanda Díaz, llegando al Congreso. Efe

De hecho, era en uno de esos programas donde alentaba la propuesta de UP de crear una empresa pública de energía, a espaldas de la vicepresidenta, o desde donde apostaba por no aprobar presupuestos sin su ley del alquiler... Siempre temas que acarreaban enfrentamientos directos con el PSOE. Es decir, piedras en el camino para la vicepresidenta.

Por eso no sorprendió a nadie que la primera respuesta de Yolanda Díaz fuera contundente. Solo un mes después, el 30 de septiembre, la ministra de Trabajo utilizaba el mismo altavoz, una entrevista en la cadena SER, para dejar patente su enfado y hablar de egos, ruido y de que sólo se presentaría bajo sus condiciones: una plataforma libre de siglas. Si no, se iría a casa.

E iba más allá. En su línea suave, educada pero directa, le lanzaba el primer dardo a Pablo Iglesias: "La política española está concentrada en torno a muchas masculinidades aunque sean mujeres las que los lideran; no me van a tener ahí". ¿Era un mensaje de denuncia por las maniobras en la sombra de Iglesias aunque la líder de Unidas Podemos fuera Ione Belarra?

Por su parte, la ministra de Derechos Sociales, quizá sin asumir todavía el papel de segundona en el Gobierno, también explotó contra Yolanda cuando Sánchez negoció directamente con ella las ayudas al alquiler y, al mismo tiempo, la aprobación de los presupuestos. Belarra se enteró cuando la negociación ya estaba cerrada e Iglesias no lo digirió del todo bien.

Juan Carlos Monedero

Juan Carlos Monedero

Las reuniones tensas entre los miembros de Podemos y Díaz continuaban, guiados por tuits y declaraciones de Pablo Iglesias y un Telegram on fire de mensajes. Muchas de las decisiones que anunciaban los morados no habían pasado por el filtro de Yolanda y hasta un personaje como Juan Carlos Monedero se permitía advertir a la vicepresidenta que en ese frente amplio, Podemos tenía que ser "la nave nodriza".

El 25 de octubre del año pasado, en la Cadena SER, Iglesias volvía a mostrar quién manda en Podemos y aseguró ante los conflictos que se estaban viviendo: "Lo que yo he transmitido a los míos es relax y sonrisas. Hay que templar gaitas, tomar distancia del ruido. Hay que rebajar el tono". Palabra de 'dios'.

Eso sí, Yolanda Díaz ha demostrado que sabe manejar la presión, y sobre todo los tiempos, y ha respondido a estas amenazas con demostraciones de su tirón electoral. De hecho, según fuentes del partido, el punto de no retorno fue el acto en Valencia, el 13 de noviembre, de "Otras políticas" donde Ada Colau, Mónica García, Fátima Hamed y Mónica Oltra saltaban al escenario con Yolanda entre gritos de "presidenta, presidenta"...

Ada Colau, Mónica García, Mónica Oltra, Yolanda Díaz y Fátima Hamed. EE

Ada Colau, Mónica García, Mónica Oltra, Yolanda Díaz y Fátima Hamed. EE

Ese día, todo el mundo se preguntó dónde estaban Belarra y Montero. Era un acto que le venía como anillo al dedo a la ministra de Igualdad, gran defensora del movimiento asociacionista feminista y de hecho cuentan que Pablo Iglesias se subía por las paredes sobre todo por cómo estaba afectando a su compañera: borrada de un acto de mujeres.

"A mí me hubiera gustado que estuvieran, no sólo por el trabajo que desarrollan, sino porque han sido dos mujeres muy atacadas", reconocía en RAC-1 el propio Iglesias, ejerciendo de nuevo como portavoz extraoficial. Pero aún no estaba todo roto: "Yolanda decide con quién sale y cuándo sale", concluía.

ARREPENTIMIENTO

Las Navidades, tiempos de paz y confraternización, fueron el tiempo perfecto para que la relación de la pareja Pablo Iglesias y Yolanda Díaz pasaran a otra fase, la de la negación. Iglesias fue consciente de que la ministra de Trabajo no era sólo el cartel silencioso y obediente con el que había soñado para mantener su poder en la sombra. Los planes no le estaban saliendo bien.

En enero las declaraciones sobre su "amiga personal" ya no eran tan agradables y se fueron sucediendo hasta el pasado mes de abril, con la presentación del libro de Iglesias, Verdades a la cara. Recuerdos de los años salvajes, cuando se produjo la ruptura oficial.

El pasado 8 de abril, en una entrevista en la televisión pública, el exlíder de Podemos aseguraba sobre la designación de Yolanda: "No tengo claro que fuera lo correcto. Quizá lo que tendría que haber hecho es dejar en manos de los partidos para que organizaran unas primarias. Eso seguramente habría sido mucho más previsible y, seguramente, más democrático que dar mi opinión. Que decir que creía que esta compañera, si ella lo decide, debía estar al frente. Quizá me equivoqué, quizá eso no fue un acierto".

Lo que vino después no ha sido más que la demostración de que la relación está rota, aunque, por pura conveniencia, hay que mantener las formas. De hecho, Pablo Iglesias hizo algo que todo despechado acaba cumpliendo: comparar a Yolanda Díaz con otra de sus ex, Manuela Carmena.

"Yolanda se parece mucho más a Carmena que a mí, con un discurso crítico respecto a los partidos, una gran inteligencia para no pisar demasiados charcos y con un encanto y una cercanía de las que yo carezco. Y, sin embargo, no dudamos en apostar por ella como mejor liderazgo para el espacio. El problema con Carmena no eran tanto sus ideas ni su estilo como su falta de lealtad". ¿Será también el problema de la vicepresidenta?, le faltó decir.

"Yolanda se parece más a Carmena que a mí, con un discurso crítico a los partidos e inteligencia para no pisar charcos"

"Cuando Pablo Iglesias habla de liderazgo personal, se olvida del suyo, que fue el más elaborado. Pero sí que es verdad que hace esa comparación y Manuela Carmena sufrió mucho en la segunda campaña porque tuvo un aparato que se supone que debía estar haciendo campaña a favor, en el mejor de los casos, sin hacer campaña. La verdad es que el músculo de Podemos ahora en esos círculos es menor y veremos qué hace Yolanda. Depende todo de que ella sea capaz de tener un punto de valentía y descubrir que la fuerza electoral la tiene ella y que ese proceso de escucha tiene que ser algo más concreto", explica Sotillos.

manuela-carmena

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La comparación con Carmena se produjo durante la presentación de su libro, el 19 de abril, en un acto al que acudió la plana mayor de Podemos, incluso el secretario general del PCE, Enrique de Santiago, que sigue jugando a dos bandas y de hecho fue quien le prestó a Iglesias su casa para las vacaciones; pero donde no hubo ni rastro de Yolanda Díaz, que tenía una agenda liberada y muy pocas ganas de ver la cara a su "amigo personal".

¿Fue esa una señal de barra libre para atacar a la vicepresidenta?

"Pablo Iglesias es de facto el portavoz de Unidas Podemos. Y ahora más con la capacidad mediática autocontrolada que tiene. Y así lo entiende la militancia por como reacciona en redes sociales. Él marca la línea y señala lo que está mal, lo que está bien, lo que puede y lo que no puede hacer Yolanda. Y es verdad que Yolanda está, entre comillas, cometiendo el error, por ahora, de hacer demasiado caso. Supongo que porque teme una campaña en contra de su propio partido como ya la sufrió Carmena en su momento", advierte Sotillos.

CULPAS

La guerra de Ucrania y el envío de material bélico por parte del Gobierno de España, y una acción conjunta con la UE, volvió a mostrar que la relación de Yolanda y el tándem Belarra-Montero no es que esté rota, es que no existe. Muchos criticaron que en Podemos se aprovechara que la vicepresidenta estaba en casa confinada por Covid para, primero Pablo Iglesias directamente y luego por boca de Ione Belarra, se confrontara a su socio acusándolo de belicista. 

Ione Belarra, Irene Montero y Yolanda Díaz.

Ione Belarra, Irene Montero y Yolanda Díaz. EFE

Yolanda Díaz, en el Congreso.

Yolanda Díaz, en el Congreso.

El 22 de enero, en un acto electoral de Podemos en Castilla y León, Pablo Iglesias arrancó su intervención asegurando que "yo ya no soy político, puedo decir la verdad" [sic] y todo para atacar a la ministra de Defensa, Margarita Robles, a la que acusó de "fulgor militarista" por seguir las iniciativas de la OTAN y de la UE.

Cinco días después, reaparecía Yolanda Díaz en el Congreso y con ella un golpe de nuevo en la mesa: "El presidente tiene todo nuestro apoyo". "La voz del Gobierno es la del presidente Pedro Sánchez".

Según fuentes de Podemos, todo se trató de un desencuentro "comunicativo". Según los analistas del partido morado, una grieta más en el camino de despechos y desengaños entre Iglesias y Díaz que empieza a alejar hasta la posibilidad de acuerdos.

¿Quién tiene la culpa? En el espacio entre la expareja, se cruzan ya las mismas balas que acusaciones; eso sí siempre fuera de micro y con muchas fuentes próximas a Podemos hablando y fuentes cercanas a la ministra respondiendo, porque nadie quiere aparecer cortando relaciones públicamente.

Los morados quieren seguir siendo la nave nodriza del único cartel electoral posible, que es Yolanda; y a la vicepresidenta se le ha juntado una guerra y una crisis económica para tener que ir de pueblo en pueblo de gira con su coche Golf a conformar su frente amplio.

"Pablo Iglesias se da cuenta de que el tirón mediático electoral y la fuerza están en Yolanda, pero trata de tener controlado al partido con gente de mucha confianza. En un proceso electoral, no puedes controlar la fuerza electoral de un liderazgo como el de Yolanda, que es verdad que es muy potente, y que ella, supongo, empieza a saber que o lo usa o los liderazgos se consumen. Porque, claro, si abres y cierras un proceso de escucha cuatro veces y no se constituye finalmente en nada, también provoca un desgaste", aclara el director de la consultora Mr President.

GUERRA TOTAL

En ese ambiente de preguerra hemos llegado a Andalucía y a la escenificación de una lucha donde, parece, sólo puede ganar uno, aunque los dos al final queden en pie. De nuevo en la Cadena Ser, Pablo Iglesias, iracundo, lanzó el mayor ataque directo y público contra la vicepresidenta de los últimos meses de guerra de guerrillas, incluso no queriendo contestar a si se siente dolido con Yolanda.

Alberto Garzón hace un selfie, entre Inma Nieto y Yolanda Díaz, en la feria de Sevilla.

Alberto Garzón hace un selfie, entre Inma Nieto y Yolanda Díaz, en la feria de Sevilla. Efe

Pablo Iglesias, exvicepresidente del Gobierno, en la Cadena SER.

Pablo Iglesias, exvicepresidente del Gobierno, en la Cadena SER.

"Es un horror. Nos causa vergüenza. La peor manera de empezar algo que es necesario en este país, que es el frente amplio y acumular ilusión. Ha empezado de la peor manera posible", acusaba directamente a la ministra de Trabajo del fiasco que ha sufrido Podemos en Andalucía, quedando fuera de la coalición. 

Recordemos que, según denuncia UP, la candidata de Izquierda Unida, Inmaculada Nieto, fue impuesta a los morados por la propia Díaz y que cuando finalmente acataron las órdenes de la vicepresidenta, los papeles fueron presentados tarde y mal en la Junta electoral, por lo que han terminado fuera de la campaña.

29 La dama roja

29 La dama roja

Ya a finales de abril, durante la presentación de la biografía sobre la ministra de trabajo, titulada Yolanda Díaz. La dama roja, escrita por los periodistas Manuel Sánchez y Alexis Romero, los autores aseguraban que "el ojo de Sauron político, mediático y social ha girado hacia ella" pero que "Díaz lo sabe, lo sufre y lo administra". Por cierto, al acto acudió sola Irene Montero. Ni rastro de Pablo Iglesias.

De hecho, nadie del equipo de la ministra de Trabajo ha hecho una declaración fuera del tiesto sobre lo ocurrido en Andalucía. Sólo Yolanda ha querido dejar claro que "los liderazgos los decide la gente" y ha prometido someterse ella misma a "un proceso de escrutinio democrático" para intentar aplacar la ira de Iglesias.

Sin embargo, el aparato de desgaste está en marcha y ha decidido que Yolanda Díaz sea la responsable de la operación Andalucía y que tenga que asumir los resultados, sean los que sean. "Yolanda Díaz intervino y dijo que la candidata tenía que ser la de IU. Podemos se cuadra porque lo dice la jefa, aunque no estemos de acuerdo, y lo tenemos que asumir", advirtió Pablo Iglesias colocando una diana sobre el rostro de su "jefa".

La portavoz de IU en el Parlamento andaluz, Inmaculada Nieto.

La portavoz de IU en el Parlamento andaluz, Inmaculada Nieto. Parlamento andaluz

Mientras tanto, la candidata de Por Andalucía (de IU), Inmaculada Nieto, ha intentado liberar a Díaz de ese peso y hasta ha embestido directamente contra Pablo Iglesias con las mismas palabras que ya se le escucharon a Mónica García, de Mas Madrid, cuando el entonces líder de Podemos le pidió una candidatura conjunta a última hora en la Comunidad madrileña para evitar el descalabro de UP: "Hay testosterona de más en algunas tertulias".

¿Se ahogará Pablo Iglesias en la "testosterona" del que le acusan también en Andalucía? ¿Será el 19-J el primer fracaso de Yolanda Díaz que sigue aupada en las encuestas de valoración entre otras cosas por su imagen de buena gestora?

Muchos aseguran que, en este caso, Yolanda Díaz va a tener que implicarse más en la campaña andaluza si quiere evitar los ataques de Pablo Iglesias en una guerra sin cuartel. Otros menos optimistas advierten de que seguir alentando el enfrentamiento entre Podemos y "los de Yolanda" sólo puede acabar con el hundimiento total de la izquierda. 

Pero Pablo Iglesias no está dispuesto a soltar presa y hace tres días volvía a poner a Yolanda en un brete apostando por la autodeterminación de Cataluña. Así, sin más, propuso "redefinir" el Estado. (Yolanda ha preferido seguir muda, por ahora).

"Si ahora hubiera un adelanto electoral en unas generales, Yolanda estaría con una imagen maravillosa, pero sin un músculo suficiente como para hacer una campaña", advierte el experto Sotillo. El único consuelo para Unidas Podemos es que el PSOE tampoco está para echar las campanas al vuelo. Por ahora.