Una joven ejerce su derecho al voto en las elecciones de Extremadura del pasado domingo.

Una joven ejerce su derecho al voto en las elecciones de Extremadura del pasado domingo.

Tribunas

La estrategia del muro no contiene la abstención: la estimula

Ante la polarización en formas y valores, muchos ciudadanos se sienten ofendidos y no respetados, y acaban por distanciarse no sólo de su partido, sino de la política en general.

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Para que opere la buena política, quien ejerce el poder debe hacerlo bajo los principios de honestidad, transparencia, democracia, humildad, verdad, coherencia y respeto. Tener o no esa actitud en el ejercicio del poder es lo que define a los buenos y a los malos políticos.

Uno puede tener más o menos aptitudes para la gestión o la oratoria, una ideología u otra, formas más o menos adecuadas. E, incluso, puede acertar o equivocarse en sus decisiones.

Pero si uno carece de esos valores y esa actitud en el ejercicio del poder, nunca será un buen político.

Varias personas hacen cola para votar en un colegio electoral.

Varias personas hacen cola para votar en un colegio electoral. Europa Press

La polarización

Son tres las grandes rivalidades que van a definir el debate político y social en los próximos años: la ideología, las formas y la actitud/valores en el ejercicio del poder.

En los principales países europeos, la polarización se ve reflejada de forma mucho más contundente en las formas y en la actitud en el ejercicio del poder. Y no tanto en la ideología.

Es evidente que sigue operando el eje izquierda/derecha y que las posiciones radicales de unos y otros presentan importantes diferencias.

Pero el consenso europeo sobre el Estado del bienestar, entendido en términos de servicios públicos, sistema de pensiones, protección social y derechos y libertades civiles no se pone en cuestión de forma radical por parte de los diferentes partidos europeos.

Ni siquiera por parte de los considerados como "ultraderecha".

Sin embargo, sí que existe una fuerte y, por ahora, creciente polarización en las formas y en los valores en el ejercicio del poder.

Las descalificaciones, ataques personales, insultos y mentiras son constantes. La corrupción, falta de transparencia, de humildad y de respeto a la mínima legitimidad del rival es generalizada.

Esta polarización en formas y valores está enviando a la abstención a muchas personas, que prefieren no participar ante la falta de coherencia de muchos planteamientos a izquierda y derecha.

"Se levanta un muro muy alto para que nadie pueda (ni se atreva) a salir. Se deja bien claro que en cuanto alguien tenga una mínima duda o matiz, va a ser considerado un traidor"

La superioridad moral del político que juzga al mal ciudadano

Esta polarización y el populismo que estamos sufriendo se concreta de la siguiente manera.

El político de turno, que puede posicionarse en cualquier punto del eje ideológico, plantea su posición como la única que responde a la verdad y a la bondad, situando a todo el que piense o actúe un milímetro diferente como alguien que se encuentra en una posición ética inferior.

Esta superioridad moral de algunos políticos se observa en cómo juzgan e incluso insultan (llamando "fachas" o "rojos", por ejemplo) a quienes tengan no ya una opinión contraria, sino una mínima duda o matiz sobre la posición oficial de ese político.

El ciudadano, que puede sentirse identificado en términos históricos o emocionales con ese partido, empieza a observar que tener una simple discrepancia o duda con algún aspecto o propuesta de "su" partido le convierte directamente en un traidor.

No sólo no se le respeta, sino que se le acusa automáticamente de ser un aliado del otro "bando", en ese marco de polarización, suponiendo un evidente desincentivo a opinar o participar libremente. Mejor callado que señalado.

Esta es una de las estrategias claras del populismo, ya sea de izquierdas, derechas o centro. Polarizar a la población situando a todo el mundo o contigo o contra ti.

Se intenta levantar un muro muy alto para que nadie pueda (ni se atreva) a salir. Se deja bien claro que en cuanto alguien tenga una mínima duda o matiz, va a ser considerado un traidor. Eliminando así cualquier posibilidad de reflexión, opinión ni diálogo.

Ese es el muro.

El problema de los muros es que en ellos pueden empezar a aparecer túneles por los que se escabulle la gente discretamente. Y al hacer el muro tan alto, es mucho más difícil que puedan volver quienes ya se han ido, por ejemplo, a la abstención.

Los ciudadanos que sufren esta actitud en el ejercicio del poder se sienten ofendidos y no respetados. Acaban por distanciarse y separarse de ese partido o líder y, en ocasiones, de la política en general.

Así nace y se consolida la abstención cronificada.

"El liderazgo político capaz de hablar, respetar y acordar con diferentes es el que consigue que los ciudadanos confíen en la política y el que motiva su participación"

¿Alguna vacuna frente a la abstención por populismo?

A nivel de estrategia de partido o del líder político de turno, el único camino sensato es no parecer un extraterrestre, no tomar a la gente por tonta y tratar con respeto a todo el mundo, incluidos a los que están ubicados en el supuesto extremo opuesto.

No hay otro camino. Todo lo que no sea actuar así derivará en convertirse en un partido o líder cada día más pequeñito e irrelevante.

Pero más importante es la vacuna para la democracia y para el conjunto de la sociedad. Aquí lo que está en juego ya no es el frío cálculo electoral del partido o la supervivencia y el sueldo del político de turno.

Estamos hablando del fortalecimiento de la democracia liberal y de eliminar el mayor riesgo que tiene la prosperidad compartida y la sociedad de seguridad y oportunidades a la que debemos aspirar: el populismo y la polarización.

La única respuesta política e institucional que desarma al populismo y que desescala la polarización en una democracia es el diálogo para alcanzar acuerdos entre diferentes.

La democracia es útil si resuelve los problemas de los ciudadanos y les garantiza seguridad y oportunidades. Y esta eficacia sólo se percibe si existen consensos y soluciones consolidadas y mejoradas a largo plazo.

La polarización va a tener como consecuencia que la alternancia política (que es la esencia de la democracia) implique inestabilidad, inseguridad y que se dejen absolutamente al albur de los cambios de gobierno muchos de los proyectos comenzados.

Sólo la existencia de un mínimo consenso sobre el núcleo de temas esenciales de país permite consolidar e ir mejorando y desarrollando las reformas que aporten avances en la vida de la gente.

El liderazgo político valiente, ambicioso, capaz de hablar, respetar y acordar con diferentes es el que consigue que los ciudadanos confíen en la política y el que motiva su participación, frente a la abstención cronificada que otros buscan generar.

***Juan Lobato es senador y técnico de Hacienda del Estado.