Las manos de una anciana.

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Tribunas

Basta ya de separar lo social de lo sanitario

Cataluña ha dado un paso fundamental para atender como se debe a nuestros mayores y a los pacientes crónicos, que son la gran debilidad de nuestro Estado del bienestar.

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Hay momentos en que los sistemas sanitarios y sociales de un país se ven obligados a reconocer su fragilidad.

Momentos en los que ya no basta con parches, con proyectos piloto, con declaraciones de buenas intenciones.

Momentos en los que aquello que siempre ha funcionado "más o menos" se revela claramente insuficiente. En los que el simple paso del tiempo convierte lo urgente en inaplazable.

España, como consecuencia del envejecimiento de la población y de las enfermedades crónicas, lleva demasiado tiempo viviendo uno de esos momentos y prestando una atención sociosanitaria muy deficiente a nuestros mayores y pacientes crónicos. Como si les hubiera dado la espalda.

Cataluña acaba de dar un paso adelante con la aprobación de la Ley 10/2025 para la creación de su nueva Agencia Integrada Social y Sanitaria.

Cataluña es un territorio con más de un millón y medio de personas mayores de 65 años y un crecimiento acelerado de población octogenaria. Un lugar donde cada vez más personas viven solas, las enfermedades crónicas se multiplican y la fragilidad social se entrelaza con la fragilidad clínica.

Una mujer pasea a una anciana en silla de ruedas en las inmediaciones de la residencia geriátrica de As Gándaras.

Una mujer pasea a una anciana en silla de ruedas en las inmediaciones de la residencia geriátrica de As Gándaras. Carlos Castro - Europa Press.

Donde miles de personas conviven con situaciones que no caben en una sola etiqueta: dependencia, discapacidad, salud mental, pobreza energética, soledad no deseada y un grado importante de vulnerabilidad social.

En realidad, nada diferente a lo que ocurre en el resto del país.

Afrontar esto no es fácil.

Y, sin embargo, durante décadas lo hemos abordado como si lo fuera. Lo hemos hecho dividiendo la vida de las personas en dos mundos separados: el mundo sanitario y el mundo social.

Y pidiéndoles, a los pacientes y sus familias, que fueran ellos quienes construyeran los puentes entre ambos.

Así, durante años, Cataluña, como las demás comunidades, ha tratado la atención social y sanitaria como si se trataran de dos líneas paralelas que sólo se tocan ocasionalmente.

En Cataluña, al menos, esas líneas se cruzaban de vez en cuando a través de diversas iniciativas que llevan décadas en marcha. En otras comunidades autónomas, eso no ha ocurrido nunca.

Una persona podía tener un problema de movilidad, una enfermedad crónica, dificultades económicas y vivir sola… y aun así encontrarse con un laberinto de ventanillas, con equipos que no se hablan, con historias clínicas incompletas no conectadas y con decisiones que dependen de a qué puerta llames.

Y así:

1. Los profesionales sanitarios trabajaban con la mejor voluntad, pero con información a medias.

2. Las familias repetían la misma historia cuatro veces.

3. Los ayuntamientos se esforzaban en cubrir huecos.

4. Los hospitales daban altas que no siempre encontraban continuidad en lo social.

5. Y lo social asumía situaciones que necesitaban ojos clínicos.

Este modelo de organización hacía lo que podía. Pero siempre tarde, siempre fragmentado, siempre pidiendo a las personas un esfuerzo que no tendrían por qué hacer.

Para solucionarlo había que cambiar algo profundo. Y no un programa más, ni un plan más, ni una ruta clínica nueva.

Había que hacer algo estructural.

La nueva Agencia Integrada Social y Sanitaria catalana es una reforma administrativa y un ajuste del organigrama. Y traslada un mensaje tan claro como necesario: "Basta ya de pedir a las personas que se adapten a nuestras fronteras administrativas. Somos nosotros quienes debemos adaptarnos a su vida".

"Las personas quieren vivir en casa. Quieren envejecer donde han vivido siempre. Quieren recibir cuidados sin renunciar a su vida"

Y para hacerlo, Cataluña ha decidido actuar sobre tres pilares esenciales:

A. Una única estrategia para lo social y lo sanitario

Por primera vez, los dos mundos, el social y el sanitario, tendrán:

a1. Un plan estratégico común.

a2. Un contrato-programa conjunto.

a3. Objetivos alineados.

a4. Y una gobernanza que obliga a caminar en la misma dirección.

No es una fusión de consejerías, que en mi opinión hubiera sido lo deseable.

Pero sí es la fusión de algo básico: la visión.

B. La atención domiciliaria y comunitaria como corazón del modelo

Las personas quieren vivir en casa. Quieren envejecer donde han vivido siempre. Quieren recibir cuidados sin renunciar a su vida.

Hasta hoy, esa voluntad chocaba con un sistema que no siempre sabía coordinarse. Como resultado, el paciente acababa ingresando a la mínima en el hospital de agudos.

La nueva estructura pone el domicilio en el centro, integrando equipos sociales y sanitarios para evitar ingresos innecesarios, readmisiones, institucionalizaciones y soledades invisibles.

C. Un solo lenguaje: los datos

La integración no se hace con discursos. Se hace con información compartida.

La nueva ley obliga, por primera vez, a que lo social y lo sanitario se comuniquen, compartan datos, usen plataformas comunes y trabajen con predicción y riesgo poblacional.

Esto significa anticipar:

c1. Quién está empezando a depender.

c2. Quién puede sufrir una descompensación.

c3. Quién está en soledad severa.

c4. Quién necesita una intervención urgente, aunque no la pida.

Es la diferencia entre llegar antes o llegar tarde. Entre prevenir o lamentar.

Pero esto no es nuevo.

Una persona con dependencia junto a su terapeuta ocupacional.

Una persona con dependencia junto a su terapeuta ocupacional. FredFroese Istock

En el País Vasco (ventajas de tener un régimen fiscal propio y más recursos) llevan más de una década trabajando en esta integración. Y gracias a ella han conseguido una reducción sostenida de ingresos de pacientes crónicos; una mejor coordinación entre la atención primaria, hospitalaria y social; y un impacto positivo en la calidad de vida.

La Estrategia de Atención Sociosanitaria de Euskadi 2021-2024 promueve la atención en el entorno habitual de la persona, fomentando su autonomía y permanencia en su hogar siempre que sea posible, en lugar de la institucionalización.

Y hay países que llevan años demostrando que integrar lo social y lo sanitario funciona. No sólo porque mejora la vida de las personas (lo que debería ser razón suficiente), sino porque hace que los sistemas sean más sostenibles.

Así, por ejemplo, Escocia implementó la integración obligatoria en 2016, logrando menos hospitalizaciones evitables, más atención domiciliaria y un ahorro de cientos de millones de libras al año.

Dinamarca centralizó hospitales y reforzó la atención a domicilio, lo que provocó una caída del 30% en hospitalizaciones de personas mayores y un ahorro superior a los 1.000 millones de euros.

En Canadá o los países nórdicos el sistema fue diseñado de forma unificada entre los servicios sanitarios y servicios sociales bajo una dirección única.

Al final, todos estos modelos comparten tres ideas que ahora Cataluña incorpora:

1. Una visión única.

2. Atención comunitaria.

3. Datos compartidos.

"La verdadera transformación llegará cuando una persona mayor, al recibir un alta hospitalaria, no tenga que preguntar ¿y ahora qué?"

Porque nuestro sistema no puede seguir soportando duplicidades, ingresos evitables, profesionales que trabajan a ciegas, familias agotadas, personas que se pierden entre trámites, y recursos que se gastan sin lograr lo esencial.

Cataluña ha dado un paso fundamental para ponerse a la altura de las personas que atiende. Para atender como se debe a nuestros mayores y a los pacientes crónicos, que son la gran debilidad de nuestro Estado del bienestar.

Aunque la verdadera transformación no es la creación de una Agencia. La verdadera transformación llegará cuando una persona mayor, al recibir un alta hospitalaria, no tenga que preguntar "¿y ahora qué?".

Cuando una persona con discapacidad no tenga que explicar diez veces su historia.

Cuando una familia no tenga que recorrer varias administraciones para pedir algo tan básico como ayuda.

Cuando los profesionales puedan trabajar juntos sin pelearse con sistemas informáticos incompatibles.

Cuando los equipos se organicen alrededor de lo que la persona necesita, no de lo que la administración puede ofrecer.

La nueva Agencia de Cataluña no resolverá todos los problemas mañana, pero abre una puerta que llevaba demasiados años cerrada: la de un sistema que se organiza alrededor de las personas y no de sí mismo.

Un sistema capaz de adelantarse al sufrimiento, acompañar la fragilidad y sostener la vida cotidiana de quienes más apoyo necesitan.

Ese es, al final, el verdadero significado de la palabra "integración".

Algo a lo que deberían aspirar todas las regiones en nuestro país y que se debería promover de una forma homogénea desde el Ministerio de Sanidad para no generar más diferencias en función del territorio en el que residas.

*** Juan Abarca Cidón es presidente de HM Hospitales.